Los pueblos no se suicidan: ganó Lula

Perseguido, estigmatizado, encarcelado sin pruebas, Lula da Silva, a los 77 años, decidió enfrentar a la poderosa maquinaria de la extrema derecha de su país, Brasil, y terminó haciendo historia de la mano de más de 60 millones de votos: por primera vez en el gigante sudamericano un dirigente político encabezará un tercer mandato presidencial. Duro golpe para los ultras de la Región y del mundo, quienes siguieron paso a paso estas elecciones

La avenida Paulista concentró uno de los mayores festejos de los partidarios de Lula da Silva (crédito imagen: Télam)

De la Redacción de 90 Líneas y agencia Télam

Si un turista desinformado llegaba anoche a Brasil y recorría las principales calles de Río de Janeiro, San Pablo o Brasilia, podría tener la sensación de que millones de brasileños y brasileñas estaban haciendo una catarsis colectiva porque una dictadura había llegado a su fin. Es que ese fue el clima que se vivió cuando la junta electoral anunció que, teniendo en cuenta las pocas mesas que restaban escrutar, el triunfo de Lula da Silva sobre el presidente Jair Bolsonaro ya no tenía marcha atrás.

Mujeres y hombres, jóvenes y adultos, lloraban y se abrazaban una y otra vez. “Por fin”, “basta”, “se va”, eran expresiones que se repetían permanentemente. Luego, el llanto daría paso a la alegría brasilera, y cada rincón de cada ciudad se transformó en una suerte de pista de baile.

El clásico “olé olé olá, Lulá Lulá” se extendió hasta altas horas de la madrugada. “Vuelve la democracia”, dijo una mujer de unos 30 y tantos años en la avenida Paulista, que llegó a concentrar a una marea humana difícil de describir con palabras. “Pero Bolsonaro ganó (en 2018) en elecciones democráticas”, le hizo notar un periodista. “Sí, pero después hizo mierda todo”, respondió la joven y enseguida pidió “perdón por la palabra”.

Lula obtuvo 60,3 millones de votos, casi el 51 por ciento del total (crédito imagen: Julián Álvarez)

Algunos analistas utilizaron una y otra vez la palabra “desahogo” para intentar describir el clima que se vivía en las calles. Un clima de final de algo muy malo y de esperanza hacia el futuro.

Entre 2003 y 2010 Lula sacó de la pobreza a más de 60 millones de brasileños y brasileñas, mientras que en menos de cuatro años Bolsonaro sumió en la pobreza y la indigencia a 33 millones

Si Bolsonaro fue tan malo, ¿por qué lo votó tanta gente?, se preguntaron algunos, quizás con razón, en referencia al 43,2% que el ultraderechista obtuvo en la primera vuelta electoral del 2 de octubre y el 49,1% de este domingo 30 de octubre.

Ante todo, aclarar que Lula ganó. Y un balotaje se gana por un voto. Luego, recordar que el líder del Partido de los Trabajadores “tuvo que ver el desenlace de las elecciones del 2018 en la cárcel, adonde llegó por una causa amañada, y hoy es el presidente electo de la mayor economía de América Latina y está recibiendo felicitaciones de los presidentes o primeros ministros de todo el mundo”, recordó un conductor de TV.

Lula da Silva fue votado por 60.345.825 brasileños y brasileñas, lo que implica el 50,90 por ciento de los votos: 2.140.000 más que Bolsonaro, quien vio frustrados sus sueños de reelección

Pero siguiendo la misma lógica, uno podría preguntarse porqué Donald Trump tuvo semejante caudal electoral luego de sus cuatro años de gobierno; porqué en un país desarrollado como Italia ganó una dirigente neofascista; porqué llegó la extrema derecha al gobierno de Suecia (una de las naciones con mejor calidad de vida del planeta); porqué casi media sociedad chilena votó en 2021 a un candidato, José Kast, que confesó públicamente en campaña ser admirador del sanguinario dictador Augusto Pinochet; porqué más del 40% de los argentinos y argentinas optaron en 2019 por alguien –Mauricio Macri– que había sumido al país en una de las peores crisis de su historia, y así hasta el infinito.

En el mundo, y sobre todo desde hace varios años a esta parte, hay sectores de las distintas sociedades que son partidarios de la “mano dura”, de mantener o acrecentar las diferencias sociales, de economías primarizadas y/o especulativas, de formas de vida profundamente individualistas, de políticas anti-inmigración, y que están en contra de reconocer derechos a las denominadas “minorías”, sólo por citar algunos ejemplos.

Entre 2003 y 2010 Lula sacó de la pobreza a 60 millones de personas. En los últimos cuatro años, Bolsonaro sumió en la indigencia y la pobreza a 33 millones

Por ejemplo: cuando la dirigente Florencia Arietto, devenida en mano derecha de Patricia Bullrich (la candidata de Macri a la presidencia), dice muy suelta de cuerpo en la TV y en horario central que al Conurbano bonaerense “tenemos que entrar a metralla”, son muchas y muchos los que asienten con la cabeza en sus casas. Lo mismo cuando el ultraderechista José Luis Espert grita “cana o bala” como fórmula para combatir la delincuencia. O cuando Javier Milei pone en duda el terrorismo de Estado (1976-1983) o el cambio climático.

La privatización o eliminación de todo lo que está en manos del Estado; los despidos masivos en todos los estamentos de la administración; la represión a quienes protestan en la calle; la apertura indiscriminada de importaciones, y “ponerle punto final a los privilegios laborales, previsionales y sindicales” que pregona el nuevo Macri ultra, son ideas que también cuentan con muchos adeptos.

En fin… La ultraderecha existió siempre y ahora está potenciada en el mundo entero a partir de la grave crisis que provocó la pandemia, cuyos efectos continúan y continuarán por bastante tiempo. La cuestión es frenarla, como lo lograron Francia, Chile, Perú, Colombia, y ahora Brasil, donde los promotores de la extrema derecha internacional -básicamente los neofranquistas españoles de Vox y el trumpismo a partir del ideólogo del ex mandatario de EEUU, Steve Bannon– se jugaban una carta fuertísima.

Por ello, no es de extrañar que el primer posteo que realizó en Twitter Lula da Silva, a las 7,50 del domingo 30 de octubre, se limitara a la palabra “Democracia”, acompañada por una gran bandera de Brasil.

El posteo de Lula en Twitter cuando se conoció el resultado de las elecciones: Democracia.

Las principales definiciones de Lula

Lula se mostró muy sereno cuando salió a hablar tras conocerse los resultados. Y llamó la atención que leyera un texto, algo que no acostumbra a hacer. Algunos lo atribuyeron a que “quiso medir cada palabra, teniendo en cuenta el clima de extrema violencia que se vivió en la campaña a raíz del discurso siempre beligerante de Bolsonaro, que incluso promovió en su mandato el uso de armas”.

Tras agradecer “ante todo a Dios” y luego “al pueblo de Brasil”, Lula se colocó anteojos, bromeó diciendo que se parecía a un intelectual y comenzó la lectura de un texto en el que había escrito definiciones contundentes:

-Convocó a “reconstruir el alma del país”, restablecer la paz y “bajar las armas”.

-Denunció que logró “renacer” luego de haber sufrido un intento de ser “enterrado vivo”, en alusión a la condena ilegal que lo llevó a una prisión de 580 días.

“Que todos coman es mi compromiso”

-“Brasil es mi causa, y el pueblo y combatir la miseria es la mayor razón de mi vida.

-“Voy a gobernar para los 215 millones de brasileños (porque) no existen dos brasiles”.

“Nuestro compromiso es terminar con el hambre otra vez. No podemos aceptar como normal que millones no tengan que comer”, lanzó, para subrayar que todos los brasileños y brasileñas tienen que volver a las tres comidas diarias (que logró en sus dos primeros mandatos).

Es la primera vez en la historia de Brasil que un dirigente político es elegido para un tercer mandato presidencial (crédito imagen: Telesur)

“No se puede vivir en un país en estado de guerra”

-“Es hora de bajar las armas que jamás deberían haber sido empuñadas. Las armas matan y nosotros defendemos la vida”.

-“Los principales problemas pueden resolverse con diálogo y no con fuerza bruta. Vamos a restablecer el diálogo para luchar contra el hambre, sin intentar cooptar el Legislativo, sino reconstruyendo la convivencia armoniosa y republicana”.

-“Brasil dejará de ser un paria internacional. Brasil es un país grande y no puede estar relegado al nivel de paria en que se encuentra actualmente” (Lula dejó a Brasil en 2010 como la quinta economía mundial, hoy es la 12º).

“(En los últimos cuatro años) hubo en Brasil una propagación criminal del odio”

-“Queremos la pacificación ambiental, no nos interesa la guerra por el medio ambiente. Brasil y el planeta necesitan de una Amazonia viva. Un árbol en pie vale más que la deforestación, el río limpio vale más que todo el oro extraído con las aguas contaminadas por mercurio”.

Por la industria y contra la economía especulativa

-“Vamos a recuperar la credibilidad, la previsibilidad y la estabilidad del país, para que los inversores, nacionales y extranjeros, puedan recuperar la confianza en Brasil. Para que dejen de ver a nuestro país como una fuente de lucro inmediato y depredador, y se conviertan en nuestros socios en la reanudación del crecimiento económico con inclusión social y sustentabilidad ambiental”.

-“No nos interesan los acuerdos comerciales que condenan a nuestro país al eterno papel de exportador de commodities y materias primas. Reindustrialicemos Brasil, invirtamos en la economía verde y digital, apoyemos la creatividad de nuestros emprendedores y emprendedoras. También queremos exportar conocimiento”.

El emotivo video de la visita de Lula a Minas Gerais

Salir de la versión móvil