Inflación, caída de ingresos, FMI y elecciones: un combo explosivo

El incremento del 6,6% del costo de vida en febrero con la consecuente pérdida de calidad de vida de amplios sectores de la población, volvió a poner en el centro del debate, el draconiano préstamo del FMI firmado durante la administración Macri. Un debate que puede ser decisivo a la hora de definir quién será el próximo presidente argentino

Inflación

Mientras Massa logra alguna flexibilización de las metas acordadas con el FMI, la inflación se dispara en parte como consecuencia de ese mismo acuerdo

Por Roberto Pascual

Los datos de febrero fueron mucho peor a lo esperado no sólo por el Gobierno, sino también por los simpatizantes del Frente de Todos, quienes observan no sólo que la guerra contra la inflación anunciada un año atrás por el presidente Alberto Fernández se pierde por goleada, sino también que se derrumban las perspectivas de terminar el año con una suba de precios del 60 por ciento anual como fue presupuestado.

El 6,6% de incremento en el índice de precios al consumidor que mide el Indec fue impulsado principalmente por el rubro Alimentos y bebidas no alcohólicas, con una suba del 9,8% e impacto directo en los sectores de menores recursos. Así en los dos primeros meses del año, el costo de vida trepó 13,1% y en el acumulado del último año superó la barrera del 100%, alcanzando 102,5%.

Y lo que es peor, también el Indec difundió la semana pasada que la canasta básica alimentaria subió 11,7% en febrero y por primera vez desde el comienzo de la serie registró una suba de dos cifras, al trepar al 115,1% en los últimos doce meses. No le fue mejor a la canasta básica total, que  subió 8,3% en el mes y avanzó 111,3% desde febrero pasado, en ambos casos por encima del 6,6% del Índice de Precios al Consumidor.

Así, siempre según el Indec para no ser indigente, una pareja con dos hijos en edad escolar debió hacerse de $80.483, mientras que para no caer por en la pobreza, según la canasta básica total se necesitaron ingresos por $177.063.

UNA CUESTIÓN DE FONDO

Y si las expectativas de que Sergio Massa pudiera apaciguar los precios se enfriaron en la medida que la peor sequía de la historia se enseñoreaba por estas pampas, no menos cierto es que una vez más el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional volvió a ganar protagonismo en el debate económico, con voceros tanto del oficialismo como de una parte de la oposición que coinciden en plantear la necesidad de una renegociación del Acuerdo de Facilidades Extendidas vigente. El dato es significativo porque se reclama pese al logro de una rebaja de casi 2.000 millones de dólares en la meta de reservas que debían sumarse este año, aunque dejó sin modificaciones la meta de 1,9% de déficit fiscal pautada para todo 2023. 

También ese 1,9% de déficit será difícil de cumplir. Es que la sequía no sólo impacta en la caída de las exportaciones, sino también en los ingresos fiscales que esas ventas traen aparejadas lo que convertirá en muy difícil llegar a las metas pautadas con el organismo multilateral, una de las premisas del acuerdo de facilidades extendidas que no se revisó en las últimas negociaciones.

Algo similar ocurre con la emisión monetaria. Se trata de la meta, a priori, que el Poder Ejecutivo alcanzó con mayor margen en 2022, luego de que Sergio Massa -como una de sus primeras medidas en su gestión como ministro- cortó parte de la asistencia del Tesoro desde el Banco Central,  para reducir la emisión y dar una señal para los mercados. Esto le permitió terminar el año con un sobrecumplimiento estimado de unos 34.000 millones de pesos. Mientras tanto, en el primer trimestre de este año tendrán como techo para la financiación del déficit unos $139.000 millones, cerca de un sexto del tope nominal de todo el año, que es de $883.000 millones.

En ese sentido, la suba de tasas anunciada la semana pasada tiene pocas chances de frenar las expectativas inflacionarias, en especial en un mes que tradicionalmente se ubica con un índice superior al de febrero y cuando las principales consultoras, de la mano de los medios de comunicación estiman en más del 7% la suba de este mes de marzo.

Además pese a que hasta el momento el Gobierno ha logrado buenos resultados en su gestión financiera que posibilitarían cumplir las metas de déficit fiscal planteadas para este año el tema no está despejado. La caída en los ingresos provocada por la sequía podría obligar a acelerar el incremento en las tarifas, que tendrían un profundo efecto recesivo, en una economía que da señales de que le cuesta sostener el ritmo de crecimiento, por cierto muy alto, de los dos últimos años.

Es a raíz de la suma de todos estos factores, que analistas económicos como el ex vice ministro de Economía de  Axel Kicillof,  Emmanuel Álvarez Agis puso sobre la mesa del debate económico la necesidad de una renegociación más profunda del acuerdo de facilidades extendidas con el FMI. El dato no es menor porque Álvarez Agis se diferenció del ala más dura del kirchnerismo y respaldó el acuerdo logrado el año pasado porque estimó que causaría menos daño que un posible default. 

Quienes por entonces cuestionaban el acuerdo entendían que era inflacionario, porque provocaba suba en las tasas de interés y reducción de los subsidios a las empresas públicas, cargando el gasto en la población y recesivo, porque el ajustazo fiscal que se demanda necesariamente provoca una caída en la actividad, que en la práctica ya comienza a sentirse, pese a que los sectores industriales, en especial de las pymes se siguen moviendo a buen ritmo.

Es decir que mientras el ministro Massa no logra los resultados buscados con sus acuerdos con los empresarios, en especial con los principales formadores de precios de los alimentos, la economía da señales de asfixia, mientras el Fondo Monetario aleja cualquier pulmotor monetario para superar la situación.

En términos futbolísticos entramos en el cuarto de hora final para definir las elecciones en las que un resultado negativo está a la vuelta de la esquina, pese a que la oposición por ahora no acierta ni siquiera cuando le cobran penales inexistentes a favor. La partida aún no terminó pese a aquellos que no sólo ya dan por derrotado al FdT, sino que también se frotan las manos confiados en lograr el sueño incumplido de terminar con el kirchnerismo, el nombre de peronismo del siglo XXI.

La incógnita pasa por si Massa, finalmente, logrará morigerar, en algo, los pésimos números de la inflación en los próximos tres meses. Pero también por si la memoria histórica que evitó que los cuatro millones de votos que en 2021 hicieron perder al Frente de Todos en la elección de medio término, vuelvan al menos en una parte a acompañar al kirchnerismo o si, finalmente, los libertarios de Milei con sus estrafalarias propuestas antiestatales y privatizadoras al mejor estilo Menem, termina siendo ese globo de ensayo inflado por los analistas y medios de comunicación.

Mientras tanto, la moneda está en el aire, los tiempos se acortan y aún no se sabe si los votantes tienen en claro que una derrota del oficialismo traerá un drástico deterioro para un ya muy golpeado ingreso de los argentinos.

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