El increíble origen de El Oso, «la» canción de las guitarreadas

Algunos temas musicales guardan historias maravillosas. El oso, de Moris, es sin lugar a dudas uno de ellos

Moris con Los Beatniks (crédito imagen: La Voz)

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El 29 de junio de 1966, el partido militar argentino, esta vez con el general Juan Carlos Onganía a la cabeza, decidió ponerle fin al gobierno del radical Arturo Umberto Illia, el presidente más honesto y austero de la historia. Empezaban años trágicos para la Argentina, que una década más tarde darían paso directamente a un régimen basado en el terror y la muerte. Justamente en ese momento, en la periferia de la música juvenil comenzaba a germinar lo que, con el tiempo, se convertiría en uno de los movimientos socioculturales más influyentes que conoció Iberoamérica: el rock cantado en castellano.

El 3 de julio del año siguiente salió a la venta el disco sencillo de Los Gatos que contenía el tema La balsa, en el lado A, y Ayer nomás, en el lado B. Vendió más de 200 mil copias y, para los musicólogos, significó la masificación del fenómeno, muy resistido entonces por las discográficas y sobre todo por el régimen, que reprimía a los jóvenes rockeros una noche sí y la siguiente también. La balsa fue firmada por Litto Nebbia y por Ramsés, uno de los tantos apodos que usaba José Alberto Iglesias, Tanguito. En tanto, Ayer nomás había sido compuesta por el músico, cantante y compositor Mauricio Birabent y por el poeta y periodista de rock Pipo Lernoud.

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Moris (segundo desde la izquierda) junto a su amigo Pipo Lernoud. Ambos compusieron Ayer nomás, uno de los mayores clásicos del rock nativo (crédito foto: La Nación)

Es decir que Mauricio Birabent estuvo presente en el disco sencillo que marcó a fuego el devenir del rock argento. Pero él, como integrante del grupo Los Beatniks, ya había grabado rock en castellano en el ‘66. Ese año, quien todos llamaban Moris (forma en que lo nombraba su profesora de Francés, pues Mauricio en esa lengua se pronuncia Morís), le dio forma en el hippie balneario de Villa Gesell, donde tenía un “chiringuito”, a aquella banda junto a su amigo Javier Martínez, quien poco después sería el baterista de Manal. Con Pajarito Zaguri en guitarra, Antonio Pérez Estévez en bajo y Jorge Navarro en teclados, el 2 de junio de aquel 1966 grabaron el sencillo que traía la canción Rebelde (lado A) y No finjas más (lado B).

Faltaban exactamente 27 días para el golpe de Estado y el inicio del onganiato, y Moris cantaba:

Rebelde me llama la gente
Rebelde es mi corazón
Soy libre y quieren hacerme
Esclavo de una tradición

Todo se hace por interés
Pues este mundo está al revés
Si todo esto hay que cambiar
Siendo rebelde se puede empezar

No hace falta decir que la prohibieron. La banda, además, hizo una “campaña publicitaria” bastante inconveniente para la época: cantaron semidesnudos en una fuente. Terminaron presos. Y fue el principio del fin de Los Beatniks.

Rebelde (Los Beatniks – 1966)

Moris, Javier Martínez, Litto Nebbia, Pipo Lernoud, Pajarito Zaguri, Tanguito, Pappo y un largo etcétera de músicos que estaban en la vereda opuesta a la de la música comercial, solían juntarse en el local La Cueva. Aquello era una gran comunidad. Se componía de a dos o tres, se prestaban los instrumentos, se mezclaban una y otra vez para tocar.

Así las cosas, cuando Los Gatos entraron a los estudios TNT para grabar su primer álbum, luego del gran éxito del sencillo La balsa/Ayer nomás, Moris solía ir a las sesiones de grabación. Allí componía y también aprovechaba para grabar algunas pistas.

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Los Beatniks, el primer grupo en cantar rock en castellano de autor (Crédito imagen: Caras y Caretas)
Crédito imagen: Ministerio de Cultura

Moris, un rockero de pies a cabeza, fue escribiendo temas que, hacia 1969, se convertirían en la materia prima de su primer álbum, que se llamó 30 Minutos de Vida, se publicó en 1970, y con el tiempo se erigió en un disco de culto. Hasta hoy está considerado entre los 10 mejores LPs de la historia del rock nacional.

Acompañado por Pappo en bajo, Javier Martínez en batería, Claudio Gabis (otro Manal) en guitarra y Richard Green en órgano, 30 Minutos de Vida contenía la versión de Moris de Ayer nomás; Pato trabaja en una carnicería; De nada sirve (una suerte de “súplica” de 7:45 minutos de alguien que está harto hasta la coronilla de un mundo podrido y una sociedad hipócrita), y, entre otros, Escúchame entre el ruido, donde Moris demostró que estaba adelantadísimo a su época, al cantar:

El hombre tiene miedo de ver la verdad
De ver que él era algo que no podía definir
De ver que al fin su sexo pudo ser o no ser
Que no era absoluto, que podía ser la flor

El hombre tiene miedo de su sexo también
Y niega a la mujer que lleva dentro de él
¿Qué flor le daré a aquel que vive sin amor?
La flor de mil y un sexos, la flor de un creador

(…)

Un día la farsanta, nuestra gran sociedad
Le dijo mil mentiras, lo metió en un corral
Le dijo que su sexo él tenía que ocultar
La flor se marchitó, no pudo ver el sol

(…)

Ustedes dicen macho, varón y qué sé yo
Me meten en un molde como si fuera un flan
Para recibirme de hombre, ¿no es verdad?
Me tengo que pelear, no tengo que llorar

Hablar de las mujeres como cosas que hay que usar
Tener la pose macha y la voz del arrabal
Pero yo bien los conozco, no me pueden engañar
Tienen mucho, mucho miedo que los llamen
Que los llamen anormal

Escúchame entre el ruido (Moris – 1970)

No obstante, 30 Minutos de Vida comienza con una canción que, a la larga, se convertiría no sólo en el mayor éxito de Moris, sino en un himno de la música argentina, mucho más allá del rock. Una canción simple, que cuenta la historia de un oso que vivía en el bosque a sus anchas hasta que es cazado por “el hombre”, quien lo enjaula y lo obliga durante cuatro años a ser una atracción de circo. Cierta noche, escapa, vuelve al bosque y recupera su libertad. Himno contra la dictadura de Onganía, la de Lanusse, y ni hablar contra la que dio comienzo el 24 de marzo de 1976, el tema El oso terminó constituyéndose en uno de los mayores gritos contra la opresión y la represión. Además, en aquellos tremendos años de dictaduras, contenía una metáfora: el único modo de recuperar la libertad, era escapando.

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Moris nació en Buenos Aires el 19 de noviembre de 1942 (Crédito imagen: Clarín)

Pero lo más hermoso de esta historia, como ocurre con tantas canciones, es que jamás estuvo inspirada en la nefasta situación política y social de la Argentina de finales de los ‘60, cuando Moris la dio a luz (aunque es posible que el músico estuviese influenciado por esa densa atmósfera que se vivía cada día).

Así lo contó el propio Mauricio Birabent, durante una entrevista que le realizó el periodista Eduardo Barone en diciembre de 2021: “Yo estaba con Inés (González Fraga), mi mujer, que es pintora, en un taller de pintura. En un momento, una amiga suya, Ana Colombo, que tenía un jardín de infantes, me preguntó: ‘¿Vos podés hacer una canción para los niños?’. Ahí, en el momento, agarré la guitarra e hice tuc tuc tuc, y la saqué completa (…) No sé exactamente por qué le puse El oso. Tal vez por esa sensación de poder, de fuerza, de algo que es muy difícil de vencer (…) ¡A la amiga de Inés no le di nada! Se la canté y me fui. Pero mi mujer tuvo la inteligencia de irla escribiendo a medida que yo la iba cantando, la escribía rápido, rápido, rápido. Cuando terminé, ella ya la tenía toda escrita. Creo que de otra manera, yo quizás no hubiera podido reconstruirla más tarde completamente”.

El oso (Moris – 1967/1970)

El oso nos acompañó en cada guitarreada clandestina durante los años de plomo. Y hasta el día de hoy sigue siendo un canto maravilloso por la libertad. ¿Quién diría que los primeros que la interpretaron fueron niños y niñas de 4 y 5 años de un jardín de infantes, cuando se estaba transitando la segunda mitad de la década de 1960? Maravillas de la música.

(En 1976, agobiado por la situación del país, Moris se fue a España, donde se convirtió en un verdadero rey del rock ibérico. Los más populares grupos y solistas del género reconocen en la península que Moris fue su gran influencia. Volvió a mediados de los ‘80. En 1993, cuando se filmó la película Tango Feroz, su hijo Antonio Birabent cantó El oso en una escena que, supuestamente, transcurre en la icónica Cueva de Pueyrredón, cuna del rock argentino).

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Durante su larga estadía en España, donde se coronó rey del rock en español, Moris vino para hacer un Obras en 1980 y otro en 1981 (Crédito imagen: La Nación)

Sábado a la noche (Moris – 1978, España)

Bonus track.- El oso (Alumnos de El Jardín de la Esquina y Fito Páez – 1991)

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