Pino de San Lorenzo: la historia de la Patria, humillada en Plaza San Martín

En la santafesina ciudad de San Lorenzo se libró la batalla que dio inicio a la campaña militar que independizó a la Argentina, Chile y Perú del imperio español. Tras la contienda, herido en la cara y en la pierna, el General San Martín descansó bajo un pino, mientras le dictaba el parte de guerra al teniente Mariano Necochea. En La Plata hay un retoño directo de ese emblemático árbol. Lo plantaron socios del Club Universitario en 1943 y colocaron una hermosa placa. El pino original murió a causa de un tornado y de una feroz y posterior tormenta; no resistió. Por ello, sus vástagos, como el platense y los de otras ciudades adquieren mayor valor. No obstante, desde hace años y años está a la buena de Dios, sin identificar, rodeado de dejadez y basura

Abandonado a su suerte, sin señalización, sin cuidados, nadie sabe que es un mojón de nuestra historia grande

¿Cuántos vecinos y vecinas de La Plata y del Gran La Plata saben que en la Plaza San Martín, situada entre la Casa de Gobierno y la Legislatura de la provincia de Buenos Aires, hay un hijo directo del Pino de San Lorenzo, el árbol bajo el cual el General José de San Martín descansó tras la primera y única batalla por la independencia que el Gran Jefe libró en suelo argentino? Estamos convencidos de que muy (pero muy) pocos y pocas.

¿Pero ese “gigantesco patrimonio verde” existe? Todavía sí. Milagrosamente. ¿Y cómo puede uno ubicarlo en la Plaza San Martín de La Plata? Imposible. A no ser que alguien te lo cuente, te lleve y te lo señale, pues nada lo identifica, y su estado de deterioro es incomprensible. De modo tal que sólo un milagro, como dijimos, lo mantiene en pie, pues podría haber sido blanco del vandalismo que suele azotar a ese espacio público central de la ciudad capital, o bien de alguna enfermedad grave.

Si uno “ingresa” a la plaza por el camino que comienza en calle 50 entre 6 y 7, justo frente a los portones del Pasaje Dardo Rocha, luego de esquivar varios charcos de agua -y no precisamente agua de lluvia, sino de una pérdida que mantiene en un estado lamentable a por lo menos un tercio del paseo-, se topará con un cantero circular y, en el medio, con un minusválido pino. No es muy grande, ya veremos porqué no pudo crecer al menos un poco más, y se nota a la legua que si algo le falta es mantenimiento. ¿Y qué dice la placa? No hay placa. ¿El cartel? ¿¡Un pedazo de cartón o cartulina!? Nada de nada.

Sobrevive desde hace añares milagrosamente. Hoy lo rodea el abandono y la basura
Así está nuestro hijo directo del pino de San Lorenzo. Así estamos
Fue colocado a instancias del Club Universitario el 17 de agosto de 1943, con una placa identificatoria que rezaba: “Retoño del Pino de San Lorenzo: Dios le dio vida, San Martín historia”. Hoy es imposible saber de qué se trata

Podría ser parte de un paseo escolar. Los alumnos y alumnas podrían ver a un retoño directo del pino bajo el cual San Martín descansó tras la emblemática batalla que dio inicio a la gesta militar independentista, al tiempo que le dictaba el parte de la contienda contra los españoles al teniente Mariano Necochea. En tiempos de pantallas, a los niños y niñas se les haría más ameno el estudio de la historia “en vivo” antes que a través de un dibujo o una foto. Pero me atrevo a decir, con el permiso (y las disculpas anticipadas) de pedagogos y pedagogas, que en ese paseo los chicos y chicas aprenderían historia, biología y geografía –¿qué árbol es? ¿es cierto que vino de las costas del Mediterráno?-, ciencias sociales, pues allí, a un paso, están las sedes del poder Ejecutivo y del Legislativo, etc.

No obstante, hoy, como ayer, pues este reclamo por el cuidado del patrimonio lleva años y años, mejor que ningún contingente escolar pase por allí, ya que ese jirón de nuestra historia grande da mucha pena, al igual que su entorno, donde abundan las pérdidas de agua, que forman charcos y acumulan basura. Sí, en el centro neurálgico de la capital de la principal provincia argentina.

Mucho más valor del que se cree

El Pino de San Lorenzo estaba ubicado en la ciudad santafesina del mismo nombre desde aproximadamente unos 15 años antes de la emblemática batalla librada el 3 de febrero de 1813, en el sector del Convento de San Carlos dedicado por los monjes franciscanos a su huerta. Detrás de ese convento esperaron los Granaderos a Caballo la orden de San Martín para atacar a los realistas, con un “movimiento de pinzas” que el militar correntino aprendió de sus batallas contra los ejércitos de Napoleón. Los sorprendieron atacándolos con dos columnas: una, la de la izquierda, encabezada por el Gran Jefe, la otra, por el capitán Justo Bermúdez.

El caballo de San Martín fue herido de bala y el General quedó en el suelo, inmovilizado por el peso del animal. Cuando un español lo iba a matar con una bayoneta, el soldado Juan Baigorria lo salvó dando muerte al realista. En tanto, el granadero Juan Bautista Cabral lo ayudó a liberarse del peso del caballo. Cabral falleció en el hospital que se instaló en el convento. Era un hombre de raza negra, hijo de un indígena guaraní y de una esclava afroamericana, como contamos en esta nota.

Un tornado en 1999 y una feroz tormenta de agua, granizo y viento en 2012 mataron al original, aunque su tronco permanece intacto y cuidado, como homenaje a los revolucionarios que liberaron la patria (crédito imagen: historias con pueblos)
Uno de los retoños del original que viven en el Convento de San Carlos (crédito imagen: historias con pueblos)

Declarado Monumento Histórico Nacional el 2 de octubre de 1940, mediante la ley Nº 12.648, y Árbol Histórico en 1946 a través del decreto nacional Nº 3.038, el emblemático pino fue resguardado por cuatro verjas de hierro apalancadas en cuatro pilares de cemento. No obstante, el clima hizo “su trabajo”. En 1999 la ciudad santafesina de San Lorenzo sufrió un tornado que no fue precisamente benévolo con el árbol, aunque este se mantuvo estoicamente en pie. Pero en 2012, justamente a un año del centenario de la batalla, una feroz tormenta de agua, granizo y ráfagas de viento “lo apuñalaron por la espalda”. Murió. Si bien el tronco y parte de dos ramas principales se mantienen intactos a base de tratamientos especiales y siguen allí, como monumento a la historia de la Patria.

En ese contexto, todo retoño del pino agigantó su valor. Hay retoños y retoños de retoños en distintas localidades santafesinas, bonaerenses y de otras provincias, como Saladillo, San Pedro, Rosario, Oliveros, Bombal, Capitán Bermúdez, La Plata y muchas más. El de la platense Plaza San Martín es un vástago directo y fue colocado a instancias del Club Universitario el 17 de agosto de 1943, con una una placa identificatoria que rezaba: “Retoño del Pino de San Lorenzo: Dios le dio vida, San Martín historia”.

El retoño ubicado en el Campo de la Gloria, frente al Convento de San Carlos (crédito imagen: historias con pueblos)

“¿Nos preocupa el retoño del pino de San Lorenzo?”

En octubre de 2019, este cronista habló con dos especialistas: Alberto Miguel Aprea y Aladino Benassi. El primero, antes que nada, se preguntó: “¿Nos preocupa el retoño del pino de San Lorenzo?”. Su estado es la respuesta. Ramas secas, huellas de malas podas, una pobre copa, la falta de algo que lo distinga (una reja y una placa, algo…), el deprimente entorno, todo ello y más responde aquella pregunta que lanzó el experto.

Alfredo Benassi, en tanto, señaló en aquel momento que “el último tratamiento serio que se le hizo fue en 1988, mediante un trabajo que se realizó junto al Instituto de Fisiología Vegetal del Conicet La Plata (Infive) con la promoción del Club Universitario”.

Y detalló: “Se hizo una serie de hoyos de noventa centímetros de profundidad, en círculo y en dos líneas, dejando un metro de distancia entre las cavidades, las cuales se rellenaron con mantillo de pino, fosfato de amonio y material orgánico (humus). Mejoró mucho, pero luego decayó nuevamente” a causa de la falta de mantenimiento.

Asimismo indicó que el árbol se halla en un “sitio opresivo”. “Sufre de opresión lumínica, a raíz de los cipreses ubicados al norte (hacia el Pasaje Dardo Rocha), y de opresión espacial por la escasa superficie para la exploración de sus raíces”, puntualizó.

Aprea explicó que se trata de un “pino piñonero (Pinus pinea)” que está a la buena de Dios y es desconocido por casi todos los que transitan a diario por allí. Añadió que “en nuestro país existen numerosos retoños del pino de San Lorenzo”, para apuntar que “una estudiosa de los árboles históricos, la señora Blasco, escribió en 2010 que un árbol reconocido como histórico ‘es un panteón de naturaleza nacional’. Son ellos los que encierran relatos que constituyen evidencias de hechos pasados y, por lo tanto, son dignos de resguardos y veneración. En La Plata, no sucede.

Crédito imagen: historias con pueblos

“Se trata de una especie arbórea originaria de las costas del Mar Mediterráneo, donde es considerada hasta hoy una especie forestal muy importante, que abarca superficies muy extensas”, amplió.

En el sitio oficial del Municipio de San Lorenzo cuentan que “según algunos historiadores, el pino sirvió de marca o mojón para señalar el pago de San Lorenzo dentro de la estancia de San Miguel, que supo pertenecer a la Orden de los Jesuitas”.

En cuanto a su origen, apuntan que “no queda claro, pues hay quienes aseguran que lo trajeron los jesuitas desde Europa como una plántula, pero también es posible que lo hayan plantado los franciscanos cuando se instalaron en la zona, hacia 1796”. Sus piñones se utilizaban en confituras de panificación en la cocina.

“Tras su paso el 28 de octubre de 1902 por la ciudad que lo vio nacer, Pablo Riccheri, por entonces ministro de Guerra de la Nación, ordenó construir una verja perimetral de protección, la cual fue forjada en gran parte en fundición de bronce en el Arsenal Superior de Guerra, e instalada en 1904. Años más tarde se ampliaron las dimensiones del ornamentado cerco”, se especifica.

Así se ve este jirón de nuestra historia grande desde la calle 50 entre 6 y 7. Huelgan las palabras
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