Fue azul: la ciencia nos cuenta la historia de la bandera

Seguirá siendo materia de debate, pues existen “fundamentalistas” del celeste. Lo cierto es que científicos argentinos y brasileños, con tecnología de punta, analizaron hebras de la máxima insignia nacional que hoy descansa en Sucre junto a los restos de Juana Azurduy. La que acompañó al ejército de Belgrano durante toda la campaña del norte

Historia de la bandera 

Por Carlos Altavista

“Azul un ala del color del cielo, azul un ala del color del mar”. Quién sabe si el director Héctor Panizza, que recibió el encargo del gobierno argentino de componer un himno a la bandera nacional, utilizó la palabra “azul” por una cuestión estrictamente musical (hablemos de rima, por caso) o porque sabía que la bandera creada por Manuel Belgrano era azul y blanca. Lo cierto es que la ópera inmortalizada en las escuelas de todo el país por décadas y décadas, se ajustó perfectamente a la realidad.

Y es que un estudio de científicos platenses y brasileños, con tecnología de última generación, sobre la insignia patria utilizada por el ejército del Alto Perú, concluyó que era blanca, azul y blanca. Y su hermana, azul, blanca y azul. Además, la mayoría de los historiadores afirman que la primera de ellas (sobre la cual se realizó la investigación a fondo de la tela, textura y tintura) seguramente fue la que el 27 de febrero de 1812 se juró a la vera del Río Paraná, en la ciudad de Rosario.

¿Por qué azul? ¿Por qué dos banderas con distinto diseño fueron halladas en el mismo sitio (una pequeña capilla boliviana situada a 4.350 metros sobre el nivel del mar)? ¿Por qué en el cruce de Los Andes el abanderado del ejército del General San Martín llevaba un estandarte con una sola franja blanca y una sola banda azul? ¿Cuándo cambió a celeste? Los investigadores del Conicet La Plata y sus pares brasileños nos cuentan la historia.

No obstante -nobleza obliga-, hay que empezar diciendo que los colores de aquel pabellón original aún son motivo de polémicas historiográficas, pues a pesar de los resultados de la ciencia, ya publicados por numerosas y prestigiosas revistas internacionales (como Chemistry Select y ACS Omega de la Sociedad de Química de EEUU), existen “fundamentalistas” del celeste y blanco.

Pero precisamente “para aportar a la resolución de esa controversia es que científicos del Centro de Química Inorgánica (Cequinor, Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP-Conicet-CIC),  junto a investigadores de la Universidade Federal de Juiz de Fora (Brasil), analizaron espectroscópica y químicamente hebras de la bandera argentina que, como se indicó y según numerosos historiadores, fue la que confeccionó la patriota rosarina María Catalina Echeverría de Vidal y la que Belgrano hizo jurar a los soldados de las baterías Libertad e Independencia a orillas del Paraná”, explicaron en el área de divulgación científica de la mencionada facultad platense.

Del exhaustivo estudio de las hebras de la conocida como Bandera de Macha (por haber sido hallada, en 1883, cerca de ese pueblo boliviano) participaron Carlos Della Védova, Rosana Romano y Lorena Picone (Cequinor), Rodrigo Stephani y Luiz F. Cappa de Oliveira, del Núcleo de Espectroscopia e Estrutura Molecular del Departamento de Química de la citada universidad del Brasil.

La Bandera de Macha fue encontrada, más precisamente, en la pequeña capilla de Titiri -situada a las afueras de esa aldea de Bolivia- por Martín Castro, sacerdote del poblado hacia 1883. Dos años después, en 1885, su sucesor, el párroco Primo Arrieta, transfirió la insignia a la ciudad de Sucre, donde “descansa hasta hoy en la Casa de la Libertad, junto a los restos de Doña Juana Azurduy de Padilla. Era blanca, azul y blanca”, contó a 90lineas.com el director del proyecto e investigador superior del Conicet, Carlos Della Védova.

Siguió el científico platense: “una bandera hermana, llamada Bandera de Ayohuma en referencia a la batalla del mismo nombre, en la cual el ejército realista de Joaquín de la Pezuela derrotó al de Belgrano, fue hallada en el mismo lugar (capilla de Titiri). Ambas estaban debajo de una pintura de Santa Teresa, envueltas en paños de color rojo. Pero esta, en cambio, era azul, blanca y azul”, relató.

En la actualidad, la Bandera de Ayohuma se encuentra en el Museo Histórico Nacional de Argentina, situado en el porteño barrio de San Telmo.

¿Por qué diseños distintos? Incluso la del cruce de Los Andes tenía una franja blanca y otra azul, por ejemplo.

“Debemos ubicarnos en esa época. Importaban los colores, no las formas. El objetivo era diferenciarse bien del enemigo y representar los valores de la gesta revolucionaria”, señaló, para añadir que “el general y escritor Gerónimo Espejo, quien tomó parte en las campañas de Chile y Perú, fue quien explicó ese punto. Asimismo, en ese tiempo no existían sedas y colores a granel para hacer todas las banderas iguales”.

¿Y el azul qué representaba?

Siempre se habla del cielo como inspirador. Pero los historiadores apelan a una serie de cuestiones más profundas. Por ejemplo, azul era el manto de la Virgen y Belgrano, un ferviente católico; azul era Francia (sinónimo de lucha por la libertad); azul era lealtad.

 En manos del enemigo, jamás

Las dos banderas del Ejército Auxiliador del Alto Perú se conservaron después de las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma. El coronel Cornelio Zelaya, quien participó de las contiendas bajo las órdenes de Belgrano, las habría entregado para su protección al entonces párroco de la capilla de Titiri, Juan de Dios Aranı́var.

“Según los registros históricos, había indicios de que el resultado de las batallas sería desfavorable para el ejército patriota (cabe recordar que Belgrano le dijo al gobierno central que no estaba en condiciones de afrontarlas y que era mejor conservar las posiciones conseguidas tras las resonantes victorias de Tucumán y Salta, pero desde Buenos Aires le ordenaron avanzar de todos modos). En ese contexto, de acuerdo con los testimonios de destacados soldados de ese período, una bandera capturada por manos enemigas tenía una connotación negativa en varias dimensiones, dado que finalmente llegaría a ser exhibida en algunos de los templos de la tiranía española”, destacaron los autores del estudio.

Se sabe hoy que los pobladores de la zona de Titiri conocían la existencia de los estandartes, pero mantuvieron en secreto el lugar donde fueron escondidos -por un cura párroco amigo de Belgrano- para preservarlos de los realistas.

En otro orden, Della Védova puntualizó que por las dimensiones de ambos estandartes (entre 2,25 y 2,67 metros por 1,51 y 1,60 metros), “debían ser banderas de ceremonia y no de guerra; por sus dimensiones, no hubiese sido conveniente portarlas en una batalla”.

El estudio

La preservación de las banderas de Macha y de Ayohuma se diferencia de acuerdo con las desiguales condiciones climáticas de los sitios de conservación, mucho más favorables en la ciudad de Sucre que en la de Buenos Aires, explicaron los investigadores.

Luego detallaron: “sobre la Bandera de Macha se realizaron estudios químicos tomando una hebra coloreada de la misma. Esa experiencia resultó indicativa de la posibilidad de encontrar índigo (azul profundo) espectroscópicamente (la espectroscopia es un método de análisis químico que posibilita obtener información de elementos tan pequeños como los átomos y moléculas). Se analizó la urdimbre y la trama del paño, encontrándose que el tejido es tafetán (tela confeccionada en base a seda, de escaso grosor). A diferencia del caso estudiado para la Bandera de Aráoz (la de Tucumán), no se halló Sn (estaño) en los análisis. Eso indica que la seda no fue tratada para su eventual preservación ni ‘engordada’ mediante el empleo de una sal del elemento”.

Historia de la bandera
La primera bandera argentina fue blanca, azul y blanca (UNLP)

¿Y el colorante índigo de dónde provenía?

“A comienzos del siglo XIX el colorante podía provenir de la zona del Alto Perú, de Asis (India) o de Europa (por ejemplo, de la francesa ciudad de Amiens). Se ha encontrado que tanto el colorante proveniente de la zona de Perú como el de la India tienen abundante concentración de indirubina (un compuesto químico no hallado en la bandera). Así las cosas, se concluye que el colorante y el tafetán debían proceder de Europa y, por ende, tenían que haber ingresado por el puerto de Buenos Aires”, se apuntó acerca de la Bandera de Macha, la que Belgrano hizo jurar el 27 de febrero de 1812 a orillas del Paraná, y que lo acompañó con el Ejército Auxiliador del Alto Perú en el éxodo jujeño, en la batalla de Tucumán (24 y 25 de septiembre de 1812) y en la batalla de Salta (20 de febrero de 1813).

¿Y el celeste?

Como se dijo, el debate sobre el color de la bandera argentina es extenso, profundo, argumentado y muy disputado por los historiadores.

“Fray Cano vinculó la relativa desatención a hechos históricos prominentes con la prohibición de acceso a los expedientes franciscanos, cuestión causada por el comportamiento del ex presidente Bartolomé Mitre, quien fue, según Fray Cano, responsable de la desaparición de un valioso material histórico”, comentó el científico.

“Es más, de acuerdo a Fray Luis Cano, Bartolomé Mitre aprovechó ser el presidente de la República (1862-1868) para nunca devolver una serie de materiales históricos significativos, recogidos en el archivo del Convento de San Francisco en Buenos Aires”, añadió.

“Sin embargo, según el historiador José María Rosa, fue Domingo Faustino Sarmiento (presidente entre 1868 y 1874) quien introdujo en la bandera el color celeste en lugar del azul. Mitre adhirió como partidario del color celeste. Pero además no tuvo escrúpulos en socavar la integridad de la memoria del general Gerónimo Espejo, antiguo compañero de armas y ex soldado del general San Martín, quien enfatizó que la bandera del ejército del Gran Jefe durante la travesía de los Andes, en 1819, fue azul y blanca”, expresó el investigador.

Belgrano, al igual que San Martín, no tuvo apoyo porteño

Entre la Revolución del 25 de mayo de 1810, en la que se estableció el primer gobierno patrio, y la posterior proclamación de la Independencia, el 9 julio de 1816, se produjeron un número significativo de eventos. El General Manuel Belgrano creó e hizo flamear por primera vez la bandera argentina a orillas del Paraná. También fue el responsable del épico éxodo jujeño, que incluía a la ciudad de Salta, iniciado el 23 de agosto de 1812 (dejándoles a los realistas sólo tierras arrasadas) y que concluyó con la batalla de Tucumán el 24 de septiembre del mismo año. Las instrucciones precisas que recibió Belgrano del gobierno central de Buenos Aires (el Primer Triunvirato) fueron retirar su ejército a Córdoba, pero Bernabé Aráoz lo convenció de quedarse en Tucumán para combatir allí a la milicia española de Pío Tristán.

En diálogo con Eugenio Rom durante su exilio madrileño, en 1967, el tres veces presidente constitucional argentino, Juan Domingo Perón, supo relatar que “la más infame tramoya” del Directorio de Buenos Aires fue “la orden dada a Belgrano de retirar el Ejército del Norte, que estaba custodiando la frontera, para utilizarlo contra los caudillos del litoral que no acataban la supremacía del puerto”. Y lo definió con dos palabras: “una inmundicia”, remató Carlos Della Védova.

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La pequeña aldea colonial de Macha, Bolivia. A pasos de allí se encontró en 1883 la bandera que el ejército de Belgrano juró por primera vez (Alamy)

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