La mirada de Jorge Moura

8 de marzo de 1977. El reloj marca las 7:40. Marcelo Moura, de 17 años recién cumplidos, duerme en su habitación del primer piso de la casa familiar, en City Bell, al norte del partido de La Plata. No llega a sonar el despertador. Antes, algo frío, metálico, se incrusta en su sien. Al abrir los ojos, distingue la silueta de un hombre armado que le ordena que se levante. Luego, que baje las escaleras.

Mientras baja, Marcelo ve a su padre, a su madre y a cuatro de sus hermanos sentados en el piso del living. Varios hombres, en un número desproporcionado respecto del grupo familiar, los apuntan con armas largas. Todos están vestidos con ropa de trabajo de Segba, la empresa estatal de energía eléctrica.

La familia Moura. En el medio, a la derecha y con bigotes, Jorge, y a la izquierda con pelo largo, Federico (Crédito imagen: FAU-UNLP)

Quien tenía pinta de liderar aquel extraño grupo de “trabajadores” les estaba explicando, en un tono entre soberbio e irónico, que tenían un integrante de la familia que era “subversivo”, con un alto rango en su organización. Se refería a él como “Manuel”.

El único que no estaba en la casa era Jorge, el hermano mayor de la familia Moura. Marcelo sabía que él militaba. Lo hacía en la Juventud Guevarista del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), el brazo político del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).

“Sonó el teléfono. El jefe del operativo me tomó de un brazo y me hizo atender, al tiempo que apoyaba la ametralladora en mi cabeza. Era un amigo mío que quería venir a jugar al fútbol a casa. Rápidamente lo despaché, argumentando que me iba a almorzar con mi familia, y colgué. El jefe me felicitó por mi ‘eficacia’. Fue, sin dudas, la felicitación más desgraciada que recibí en mi vida. Volviendo por el pasillo le dije que le quería pedir sólo un favor: que cuando llegara mi hermano me dejara darle un beso (ya que sabía que no lo vería más), a lo que me contestó: Por supuesto, mi amor”  (Virus – Marcelo Moura – Ed. Planeta, 2014).

Jorge Moura con su madre, Velia Oliva, pianista y esposa del abogado Jorge Federico «Pico» Moura (Crédito imagen: FAU-UNLP)

El operativo es mucho más grande de lo que parece. “Volví al sillón a intentar que funcionara la telepatía. No sé si segundos, meses o años después (ya que el tiempo en esas circunstancias transcurre de otra forma), sentí mucho movimiento; había gente apostada en los techos, en el jardín y, por supuesto, por toda la casa”, describió Marcelo, quien gritaba en su interior: “¡Jorge, no vuelvas!”.

En ese preciso instante, se le acerca nuevamente el ‘jefe’. “Tomándome otra vez del brazo me llevó y me dijo: ‘Vení, que vas a darle un beso a tu hermano’. Mientras transitaba por el pasillo rodeado de hombres armados se hizo un silencio que me heló la sangre. Y entonces vi entrar a Jorge por la puerta con absoluta tranquilidad, hasta que me vio rodeado de gente armada y clavó su mirada en la mía… Podría escribir un libro entero acerca de todo lo que decía esa mirada. Sé que cuando uno muere no se lleva nada, yo les puedo asegurar que aún después de muerto conservaré esa mirada”.

Jorge Moura (arriba). En noviembre de 2023, la UNLP entregó los legajos reparados de 100 estudiantes, graduados y trabajadores del Colegio Nacional “Rafael Hernández” que fueron víctimas del terrorismo de Estado entre los años 1974 a 1983, entre ellos, el del hermano mayor de los «virus» (Crédito imágenes: FAU-UNLP y UNLP)

“De atrás, un cobarde le dio un golpe con la culata del fusil y Jorge cayó al piso. El ‘jefe’, con una sonrisa diabólica, me dijo: ‘Ahí tenés el beso, mi amor’. Esa fue la última vez que vi al hombre más maravilloso que he conocido, finalizó Marcelo.

Jorge Moura jugó en La Plata Rugby Club. Abajo, el homenaje de la institución a los jugadores desaparecidos, titulado «La squadra desaparecida» (Crédito imagen: FAU-UNLP)

Lucía Gandolfi Ottavianelli y Ayelén Fiebelkorn nos cuentan en la web de la Facultad de Arquitectura de la UNLP que “Jorge Horacio Moura Oliva, de acuerdo a su legajo Nº 3972/4, nació el 10 de enero de 1949 en Berisso. Realizó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional ‘Rafael Hernández’ (dependiente de la alta casa de estudios platense). En 1969 ingresó en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, donde rindió una materia por última vez en marzo de 1971. Militante de la Juventud Guevarista del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y luego del ERP, participó en diversas acciones de ese partido revolucionario. Luego de la detención de su pareja Perla Diez, se mudó nuevamente a la casa de sus padres en City Bell. El 8 de marzo de 1977, miembros de fuerzas militares y de seguridad rodearon la casa de sus padres y retuvieron a su familia hasta que Jorge llegó de su trabajo y fue secuestrado. Fue visto en los CCD (centros clandestinos de detención) ‘La Cacha’ y posiblemente en ‘El Campito’. Por su caso, fueron condenados numerosos imputados en la causa Nº 3389/12 (‘La Cacha’), cuya sentencia fue dictada por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 1 de La Plata en diciembre de 2014. Continúa desaparecido”.

Un Jorge Moura adolescente con uno de sus hermanos (Crédito imagen: FAU-UNLP)

Federico Moura nació el 23 de octubre de 1951, es decir que tenía dos años (largos) menos que Jorge. Julio Moura, el 12 de julio de 1956. Y Marcelo, el menor de los varones, nació el 11 de enero de 1960.

Entre 1967 y 1972, Federico fue bajista de la banda Dulcemembriyo, en la cual militaban Daniel Sbarra (guitarra), Diego Rodríguez (batería), Pinfo Garriga (guitarra) y Luis María Canosa en voz. Sbarra, Rodríguez y Pinfo Garriga emigraron a Europa. En 1973, en Francia, formaron con Miguel Abuelo la banda Miguel Abuelo et Nada; grabaron el disco Miguel Abuelo & Nada, e hicieron una gira donde recibieron muy buenas críticas de la prensa especializada. El grupo se separó antes de 1975 por diferencias de estilos entre Miguel Abuelo y Daniel Sbarra. El álbum está considerado entre los 50 mejores de la historia del rock argentino.

En 1978 Federico, ya como cantante, se unió a Ricardo Serra (guitarra), Mario Serra (batería), Néstor Madrid (bajo) y Cirso Iseas (teclados) para dar forma a Las Violetas. El mismo año, Julio Moura (guitarra), Marcelo Moura (percusión), Enrique Mugetti (bajo), Basilio Rodrigo (segunda guitarra), Ricardo Rodrigo (violín) y Pablo Tapia (voz) conformaron Marabunta, una agrupación que tuvo distintos bateros.

Tanto Las Violetas como Marabunta tuvieron una corta vida. Integrantes de ambos grupos, como los tres hermanos Moura, Ricardo y Mario Serra y Enrique Mugetti dieron a luz a Duro, que pronto pasó a llamarse Virus. Nacía la banda que le daría un giro de 180 grados al rock argentino.

Virus

Agujero interior fue el tercer disco de Virus. Salió a la venta en 1983. Se trató del trabajo, por lejos, más rockero de la banda platense, tras el álbum debut, Wadu Wadu (1981), y de Recrudece (1982).

Quizás un tanto tapada por éxitos como Hay que salir del agujero interior, En mi garage, El probador, ¿Qué hago en Manila? y Carolina, en la quinta pista del vinilo estaba la canción titulada Ellos nos han separado, un tema que en algunos segmentos recuerda al Virus del disco debut.

Muy pocos sabían en aquel 1983, último año de la dictadura cívico-militar, que el “hermano” al que le canta Federico en esa canción de 4 minutos 38 segundos era Jorge.

Con el paso del tiempo, la relectura de la letra devolvió pasajes desgarradores. Al inicial Hermano, quiero apretarte la mano / Sabemos, que ellos nos han separado, le sigue una ‘puesta en contexto’ cargada de esperanza: Parece ser un mal general / Que va haber que solucionar / Tenés que estar en algún lugar / Que pronto vamos a encontrar.

Lo quiero, esto es lo que yo quiero (encontrarte) / Mañana, para que exista mañana / Porque la noche tiene final / La vida vuelve siempre a cantar / Con su pedazo de libertad / Amigos míos una vez más.

Y después eleva una suerte de sentida plegaria: Para poder cantar, bailar / Para poder amar, gozar / Para poder reír, llorar … Tengo que estar con vos de nuevo / Porque eso es lo que yo quiero.

Y finaliza asegurando que deben encontrarse para que exista mañana / Porque la noche tiene final / La vida vuelve siempre a cantar / Con su pedazo de libertad / Amigos míos una vez más.

Una bellísima canción, que nació en la noche más oscura que vivió Argentina.

Ellos nos han separado (Virus – LP Agujero interior – 1983)

*Esta nota está basada en el libro Virus, de Marcelo Moura (Planeta – 2014), con cierta “licencia literaria” en el relato, respetando a rajatabla la narración de los hechos centrales.

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