El aprendizaje en época de crisis: la evolución de las organizaciones

Como es sabido el año 2020 nos sorprendió a todos con una pandemia mundial que nos sacudió en nuestros hábitos y costumbres más arraigados a nivel personal pero también a nivel laboral y profesional. Las organizaciones del trabajo que resultaban efectivas y eficaces hasta el momento no lo fueron más en casi todos los casos, la característica disruptiva y sorpresiva del contexto nos obligó a reinventarnos a varios niveles. Y esta reinvención tenía que ser rápida.

Cuando el contexto obliga a nuevas modalidades de respuesta, cuando esta capacidad queda desajustada o es ineficiente en relación a lo que demanda el entorno, los sistemas vigentes hasta el momento entran en crisis. Si por crisis entendemos a una situación que se atraviesa y pone en peligro nuestra organización, esquemas, modos de funcionamiento y procesos, para seguir sobreviviendo sólo nos queda reinventarnos apelando a la innovación. Nuestras empresas, emprendimientos y equipos de trabajo también han sido atravesados por la turbulencia de este contexto.

Teniendo en cuenta a las empresas como entramados de subjetividades en constante retroalimentación con el entorno, no podemos pensar que las mismas han quedado exentas de tales influencias vinculadas a los cambios aparejados con la arrasadora pandemia. 

Dicha crisis ha obligado a reinventarse desde la creación de nuevas formas y organizaciones para poder continuar dando respuesta al contexto sin que perezcan nuestros emprendimientos y proyectos. Pero esta innovación que ha resultado necesaria, esta creación y reinvención constantes a la que nos hemos vistos obligados, no es a ciegas.

La crisis de los sistemas vigentes que hemos atravesado en los últimos meses, ha estado vinculada a una situación extrema. Este tipo de crisis son de gran magnitud y si no se está preparado o dispuesto a reinventarse con agilidad, una organización o empresa puede colapsar en varios niveles. Ante coyunturas de esta naturaleza, que nos conducen a la respuesta constante e inmediata de la emergencia resulta muy difícil detenerse a pensar y generar espacios de reflexión, sin embargo, justamente es en estos contextos cuando más necesario es detenerse para pensar. Más que nunca en estos contextos se torna fundamental el trabajo sobre el trabajo. Se hace imperante la necesidad de pensar alternativas de cambio.

 No pensemos únicamente en grandes crisis que ponen en jaque todo un sistema establecido, pensemos también en las pequeñas de mayor frecuencia en el cotidiano de una organización, por ejemplo, una crisis en una empresa comercial podría estar vinculada a una nueva competencia sólida y de gran presencia en el mercado lo cual se constituye en una amenaza. Estas situaciones críticas, a veces inesperadas y a veces posibles de anticipar, obligan a las empresas y a los equipos de trabajo a cambiar y transformarse para evolucionar.

 Las transformaciones mencionadas como necesarias para la evolución y la proyección a futuro de una organización pueden estar condicionadas por la tensión entre los objetivos internos y aquello proveniente del entorno que los amenaza, o por la tensión entre las metas mencionadas y las debilidades intrínsecas a la misma organización. La tensión se genera por la contradicción de intereses o por las incoherencias internas.  Se trata de empezar a cuestionar las herramientas con las que contábamos hasta el momento y que empiezan a resultar insuficientes o ineficaces para encarar un proceso de cambio al que hay que darle lugar reconvirtiendo la crisis en un factor positivo de transformación. Pero este proceso no es posible si no nos advertimos de nuestras debilidades ni de las posibles amenazas.

Pero, ¿cómo se puede reconvertir la tensión vinculada a una crisis en un factor positivo de transformación y expansión del potencial? Conociéndonos. Parar para reflexionar, dar lugar a eso parece poco probable en una situación que se atraviesa dando todo el tiempo respuesta a nuevas demandas y exigencias. Sin embargo, es necesario para sortear la situación crítica de la mejor manera saliendo de ella fortalecidos. Sólo así, estando advertidos de las fortalezas y debilidades de nuestras empresas y de las personas que le dan vida, es que se puede salir fortalecido de una crisis.

Se trata de aprender a aprender teniendo en cuenta al aprendizaje como el proceso a través del cual se modifican y adquieren habilidades, destrezas, conocimientos, conductas y valores; como resultado del estudio, la experiencia, la capacitación, el análisis, la reflexión y la observación. Este proceso sólo puede llevarse a cabo a través del cambio.

Detenerse a analizar cuáles son nuestras fortalezas, competencias y características que nos diferencian del resto y que aún resultan útiles ante lo novedoso del mercado y el contexto, va a permitir generar acciones que nos conduzcan a fortalecerlas. A sí mismo, advertirnos de los puntos endebles de nuestra organización o de nuestros equipos, nos va a permitir determinar acciones para desarrollar estos puntos o contrarrestar debilidades. Los espacios de reflexión y conversación nos deben conducir a metas alcanzables con acciones concretas, deben ser posibles, medibles y definidas en un lapso de tiempo preciso. Que nuestros objetivos cuenten con tales características nos permitirán definir y gestionar acciones que nos conduzcan a ellos y que no queden solo en el plano del pensamiento o a nivel de las ideas.

Lic. María Florencia Mignacco

MP 53205

UNLP

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