¿Cómo será la UNLP post pandemia? Entrevista al candidato a rector

El actual vicepresidente académico, Martín López Armengol, dice que redefinir el proceso de enseñanza-aprendizaje será un gran desafío pues el Covid-19 “aceleró los cambios en todos los niveles del sistema educativo”. Afirma que el esquema de clases mixto (presenciales/virtuales) llegó para quedarse, lo que requerirá cerrar la brecha digital. ¿Y qué se hará con la creciente brecha entre la secundaria y la universidad? ¿No hay que repensar el ingreso? Alta deserción, trayectorias académicas “eternas”, carreras multitudinarias. ¿Se impuso el “continuismo” político en 7 y 48? Todas las respuestas

Martín López Armengol, actual vicepresidente académico y candidato a presidente de la UNLP para el periodo 2022-2026 (RePro Digital)

El 9 de abril último, el dos veces decano de la Facultad de Ciencias Económicas y actual vicepresidente académico de la Universidad Nacional de La Plata, Martín López Armengol, presentó, en el marco de un encuentro virtual, su candidatura a presidir la casa de altos estudios en el periodo 2022-2026. Participaron del acto los decanos y decanas de las 17 facultades, los directores y directoras de los 5 colegios y representantes de las organizaciones gremiales de los docentes (Adulp), los no docentes (Atulp) y los estudiantes (Fulp). Hubo más de 250 asistentes en la plataforma de la videoconferencia, aseguraron en el Rectorado.

Hoy por hoy, el licenciado en Administración es el único postulante a encabezar una de las dos universidades nacionales más grandes del país y una de las más importantes del subcontinente. En caso de ser elegido, asumiría el cargo en mayo de 2022, es decir, sería el rector de la post pandemia.

La UNLP arrastra problemáticas desde antes de que el coronavirus asolara al planeta. Distintos sectores ponen la lupa en el ingreso masivo a carreras como Medicina o en la eterna concentración de los ingresantes en muy pocas disciplinas tradicionales. Las trayectorias de los alumnos y alumnas promedian los 8/9 años. Entre la finalización del 1º año y el inicio del 2º la deserción es alarmante. Y la brecha entre la escuela secundaria y la universidad se ha convertido en una suerte de salto al vacío.

¿La Universidad está formando los profesionales que el país necesita? ¿El “continuismo” del mismo sector al frente del Rectorado desde 2004 fue positivo? ¿O, en cambio, obturó otras posturas que podrían haber aplicado distintas recetas para abordar los problemas que parecen de nunca acabar?

El vicepresidente académico en funciones respondió a todos estos planteos. Las conclusiones las sacará cada lector o lectora.

¿Se puede decir que la suya será una gestión que continuará el proceso que se inició con la presidencia del arquitecto Gustavo Azpiazu en 2004? En ese caso, ¿qué caracteriza a ese proceso?

Cuando a principios de abril presenté públicamente mi candidatura a la presidencia de la UNLP expresé con claridad, pero sobre todo con un enorme y sincero convencimiento, que no estábamos asistiendo al lanzamiento de un candidato, ni mucho menos que se trataba de un proyecto personal. Mi decisión, que en definitiva surge en un escenario de consenso, se enmarca precisamente en la continuidad de un modelo de Universidad, que incluye a todos los sectores y se asienta sobre la base de considerar a la educación superior como un bien público y social, un derecho humano universal y un deber indelegable del Estado. Esta máxima está en nuestro ADN y así debe seguir siendo.

Las características de este proceso se pueden encontrar en la Asamblea Universitaria que modificó el Estatuto en el año 2008, punto de partida de una universidad distinta, de una universidad mejor. Con fuertes definiciones sobre nuestras políticas de derechos humanos; con una clara vocación de formación y mejora continua en nuestro cuerpo docente; con una precisa definición de jerarquización de la docencia de pregrado, grado y postgrado, de la extensión, la investigación y la transferencia científica, tecnológica y artística. Una universidad amplia y plural, incluyendo con voz y voto en los máximos órganos de gobierno a los trabajadores no docentes, con la elección directa de los directores de los colegios, la creación del Consejo Social, la Escuela de Oficios, y todas las acciones en bienestar estudiantil, entre otras tantas iniciativas que hoy nos posicionan como una institución de calidad, indispensable para el desarrollo de la región.

¿Cuáles son, concretamente, los desafíos que enfrenta hoy una universidad pública como la de La Plata, una de las mayores del país y la Región?

La UNLP es hoy la segunda Universidad más importante de la Argentina, y se ubica entre las 15 mejores de América Latina, según los principales rankings internacionales dedicados a evaluar la calidad de las instituciones de educación superior. Revalidar día a día ese reconocimiento ya supone un enorme desafío.

Sin embargo, hoy nuestros principales desafíos están estrechamente ligados a las complejas condiciones coyunturales que nos impone la pandemia y que, claramente, repercutirán en el futuro a corto y mediano plazo.

Uno de los principales retos será la redefinición del espacio áulico en lo que refiere a pregrado, grado y postgrado, y la utilización de nuevas tecnologías tras el cambio disruptivo provocado por las medidas adoptadas durante la pandemia, que aceleraron los procesos de cambio en todos los niveles del sistema educativo.

Según datos de la Secretaría de Políticas Universitarias (de la Nación), el 93% de la oferta educativa en la pre-pandemia era presencial, y del 7% restante, las universidades públicas sólo tenían el 37% bajo la modalidad virtual.

Inscripción en el Colegio Nacional para 2020, antes de la pandemia. Todo el sistema educativo deberá afrontar el desafío de un retorno a ¿la vieja o a una nueva normalidad? (Foto: CNLP-UNLP)

 

La irrupción del Covid-19 y las medidas de aislamiento nos obligaron a pasar de la presencialidad a la virtualidad en tiempo récord en las 17 facultades y los 5 colegios. Pasada la emergencia de aquellos primeros meses de 2020, hoy asistimos a un paulatino regreso a la presencialidad, donde los colegios ya hicieron punta con una presencialidad cuidada, mientras varias facultades llevan adelante actividades académicas específicas con los correspondientes protocolos aprobados por las autoridades sanitarias.

Paulatinamente estamos avanzando hacia una bimodalidad que pareciera llegó para quedarse. Esto nos obliga a redoblar los esfuerzos para disminuir la brecha tecnológica que, por un lado, acerca a una parte importante del estudiantado, y por el otro deja a una parte no menos importante fuera del sistema. En este nuevo esquema, mejorar el rendimiento académico y el incremento de la graduación sigue siendo un objetivo estratégico para posicionar a nuestra UNLP.

¿No corre riesgo de caer (o continuar) en el academicismo una institución tan grande y tradicional? (carreras largas, tiempos de tránsito igualmente largos de los estudiantes -que muchas veces llevan a que abandonen estando muy cerca de alcanzar el título-, prevalencia de teoría sobre práctica como una problemática que no termina de resolverse…)

La clave es comprender que la Universidad es una organización cuya gestión tiene una complejidad superior a la de otras instituciones, y está enmarcada en seis pilares estratégicos: 1) La enseñanza de pregrado, grado y posgrado, 2) La investigación y la transferencia con una fuerte impronta en la producción y el trabajo, 3) La extensión desde la educación formal alternativa y la integración social y comunicacional, 4) La integración comunitaria a partir del arte y la cultura, 5) Las relaciones institucionales con otras universidades y con el Estado, las organizaciones de la sociedad civil y la empresa, y 6) La administración y gestión de las necesidades logísticas de todo ese conjunto.

“Uno de los principales retos será la redefinición del espacio áulico en pregrado, grado y postgrado. (La pandemia) aceleró los procesos de cambio en todos los niveles del sistema educativo”

Hoy somos casi 200.000 personas quienes componemos nuestro ecosistema. El cogobierno universitario -legado fundamental e irrenunciable de la Reforma del 18- nos define como una institución que crece y progresa sobre la base del debate y la construcción de consensos. Alcanzar acuerdos entre los claustros y articular reformas comunes, superando la lógica tensión que muchas veces se da naturalmente entre quienes los componen, requiere en muchas ocasiones de un tiempo de maduración.

Con relación al planteo puntual de la pregunta, la Universidad de La Plata en su conjunto está avanzando en ese sentido con una clara política académica orientada a promover no sólo el ingreso, sino la permanencia y el egreso de nuestros estudiantes.

En 2019 se puso en marcha el denominado Programa de Rendimiento Académico y Egreso (PRAE), que tiene como objetivo estratégico aumentar la cantidad de graduados de nuestra universidad, en el convencimiento de que todas nuestras gestiones académicas deben apuntar exclusivamente al cumplimiento de esa finalidad.

Acto de entrega de diplomas en la Facultad de Ingeniería. ¿La UNLP forma los profesionales que necesita el país? (Foto: Facultad de Ingeniería-UNLP)

En este sentido, las facultades han adoptado tres grandes conjuntos de actividades: tutorías de apoyo al rendimiento académico en el primer año y en los tramos intermedios de las carreras; nuevas oportunidades para la aprobación de materias a través de cursadas intensivas o alternativas, y políticas de acompañamiento para el egreso.

A ello se suma que no pocas facultades introdujeron reformas a sus planes de estudios, orientadas precisamente a reducir esos tiempos de tránsito largos, pero sin resignar calidad y excelencia.

“Estamos avanzando hacia una bimodalidad (clases presenciales + clases virtuales) que pareciera que llegó para quedarse. Esto nos obliga a redoblar los esfuerzos para disminuir la brecha tecnológica”

Otro tema que está relacionado a esta preocupación es la existencia de tecnicaturas universitarias orientadas a alumnos que aspiren a carreras de corta duración que les permitan ingresar rápidamente al mercado laboral. Hoy, en todo el país, esta demanda está atendida por más de 2.300 Instituciones de Educación Superior (IES) y por las tecnicaturas de las Instituciones Universitarias (Universidades e Institutos Universitarios). En nuestra UNLP, por ejemplo, hay catorce tecnicaturas universitarias ofrecidas por distintas facultades, que buscan satisfacer esta necesidad.

El factor clave en estas carreras es que, tanto en su creación como en su continuidad, se debe tener una permanente lectura de las áreas de vacancias laborales que existen en la región, para que las expectativas de quienes aspiran a ellas se vean correspondidas con una posibilidad laboral concreta y realista.

Más allá de convenios de colaboración que se firman a menudo, ¿no hay un divorcio entre la universidad y la ciudad o región? Es muy común que los municipios desatiendan, o atiendan en forma muy deficitaria, cuestiones para las cuales cuentan con la fuente de conocimiento a pocas cuadras.

Por definición, La Plata es una ciudad universitaria. Hoy es imposible pensar a la ciudad sin la Universidad. Su vida política, social, económica, cultural, está estrechamente ligada a nuestra casa de estudios. Basta con repasar algunos de los aportes que en los últimos años ha hecho la UNLP y que han sido verdaderamente transformadores y beneficiosos para los vecinos de la región.

Hace más de cinco años pusimos en marcha el EcoBus Universitario, el primer transporte 100% ecológico de la ciudad que funciona con baterías de litio. Hoy estamos trabajando en la reconversión de la flota de micros que brindan el transporte público de la ciudad; días atrás se anunció formalmente que funcionará en nuestra Universidad la primera fábrica nacional de celdas y baterías de litio. Es decir, la ciudad avanza hacia un cambio de paradigma en materia de desarrollo sustentable, y lo hace de la mano de la UNLP.

“Reconocemos que existe un problema de enorme complejidad en el paso de la secundaria a la universidad. Problema que seguramente se verá agravado como consecuencia de la pandemia. Tenemos que evitar que ese paso se transforme en un salto al vacío”

La instalación del Centro de Arte en el Edificio Karakachoff es otro ejemplo de aporte transformador. Un espacio abierto para que lo disfrute toda la comunidad y que, además, ofrece una oportunidad inigualable para cientos de artistas que hoy pueden mostrar sus producciones.

En el plano social, en semanas comenzará a funcionar la Planta de Alimentos Deshidratados de la UNLP, que producirá miles de raciones de un guiso de alta calidad nutricional destinado a sectores vulnerables de la región. El objetivo del proyecto es poner la producción a disposición de los estados municipal, provincial y nacional, para cubrir las necesidades de los sectores más vulnerables en el marco de los diferentes programas oficiales de asistencia social.

En la misma línea, ya fabricamos y pusimos a disposición de diferentes organismos del Estado viviendas de madera especialmente concebidas para asistir a las demandas habitacionales de los sectores más postergados.

Edificio Karakachoff, en 48 entre 6 y 7 (Foto: UNLP)

 

Asimismo, no podemos soslayar los enormes avances científico-tecnológicos que nuestra Universidad viene desarrollando en estos últimos 18 meses, orientados a mitigar los devastadores efectos sanitarios, epidemiológicos y socioeconómicos de esta pandemia que hoy azota a nuestra región y al mundo. En este sentido, vale destacar también el enorme despliegue territorial que ha protagonizado la UNLP gracias al esfuerzo de miles de voluntarios que, en plena crisis epidemiológica, recorrieron y siguen caminando los barrios de toda la región sumándose a los operativos sanitarios municipales y provinciales.

Y para citar un último ejemplo, la trágica inundación que nos tocó vivir a los platenses en abril de 2013 dio origen a Proyectos de Investigación Orientados UNLP-CONICET, que se transformaron en un insumo esencial para que hoy la ciudad de La Plata cuente con un Plan de Reducción del Riesgo por Inundaciones, fruto del trabajo articulado e interdisciplinario entre las autoridades de la ciudad y los equipos de investigación de la UNLP.

Seguramente la Universidad puede articular con la ciudad en otros aspectos y acciones en los que aún no ha intervenido. Tenemos el conocimiento, la tecnología, los recursos humanos formados y, sobre todo, la vocación de servicio, para proponer, asistir y colaborar en todos aquellos temas que resulten de interés social.

¿Ello depende pura y exclusivamente de las autoridades gubernamentales de turno o desde la UNLP se toma o se puede tomar la iniciativa? Por caso, advertir públicamente sobre determinados temas claves directamente relacionados con la calidad de vida de la comunidad.

Poner la Universidad al servicio de las demandas y las necesidades de la sociedad es parte de nuestra identidad; nos define. Por ello las puertas de la UNLP siempre están abiertas para la firma de acuerdos y convenios en los que se requiera del aporte y conocimiento de nuestros docentes, investigadores y extensionistas.

Insisto, nuestra vocación es trabajar en forma articulada con los gobiernos locales, provinciales y nacional. Pero además contamos con efectivas estructuras de consulta y articulación con distintos organismos de la sociedad civil, como el Consejo Social, el Consejo Consultivo de Instituciones Civiles, el Consejo Consultivo de Colegios Profesionales y el Consejo Consultivo Empresario, además de establecer vínculos estrechos con Organizaciones de Derechos Humanos, de la Tercera Edad y Organizaciones de Base.

Un área en la cual la UNLP creció en forma exponencial en los últimos años fue la extensión universitaria y la articulación con las organizaciones sociales (Foto: UNLP)

 

¿No habría que rever el sistema de ingreso para evitar tanta deserción? (por ejemplo, implementar un año intermedio entre la secundaria y la Universidad, donde los alumnos se anoten en áreas y no en carreras y cursen materias que luego les sean reconocidas). ¿Son viables las inscripciones masivas de ingresantes, que siempre terminan en altos índices de abandono, en ciertas disciplinas como medicina, abogacía y otras? En ese sentido, ¿no se necesitaría un cambio fuerte, me animaría a denominarlo “revolucionario”, para de una vez por todas terminar con el salto al vacío que sigue representando el paso de la secundaria a la universidad?

Nosotros no vemos la masividad en el ingreso como un obstáculo en sí mismo, por el contrario, entendemos que es un derecho de todo aquel que tenga la vocación y esté dispuesto a hacer el esfuerzo por estudiar y recibirse.

Por supuesto reconocemos -y tenemos un claro diagnóstico- que existe un problema de enorme complejidad en el paso de la escuela secundaria a la Universidad. Problema que seguramente se verá agravado como consecuencia de la pandemia. Tenemos que evitar que ese paso se transforme en un salto al vacío, y para eso, desde la Secretaría Académica de la UNLP y de las distintas facultades y colegios se están implementando constantemente diferentes estrategias para que los estudiantes ingresen y transcurran los primeros años de la carrera con los conocimientos necesarios para garantizar su continuidad y evitar la deserción.

Sólo como un ejemplo de lo mucho que se hace, desde el año 2008 la UNLP ofrece en forma gratuita el Programa de Apoyo para el Ingreso, una instancia de contención, formación y apoyo educativo para las áreas de Biología, Matemática, Práctica de Lectura y Comprensión de Textos Académicos, Física y Química, dictados por docentes universitarios. El programa apunta a fortalecer la formación de jóvenes que se encuentran en el último año de la escuela secundaria y quieren comenzar a prepararse para iniciar una carrera.

“De ninguna manera debe confundirse esta continuidad basada en el consenso con un continuismo. En este modelo de gestión tienen lugar y expresión los más diversos sectores de la vida política y académica”

Con la misma finalidad, el Programa de Rendimiento Académico y Egreso (PRAE) también atiende esta problemática con estrategias puntuales en cada facultad para acompañar a aquellos estudiantes que encuentran dificultades en el ingreso, durante la permanencia y en el egreso.

La clave, entonces, no está en combatir la masividad ni en sumar instancias o evaluaciones previas al ingreso, sino en contar con un sistema eficiente de seguimiento cercano de las trayectorias de los alumnos. Hay que identificar y accionar -como lo estamos haciendo- sobre las dificultades que enfrentan en el tránsito entre la escuela y la universidad y, al mismo tiempo, atacar las causas de la deserción temprana.

El paso de la escuela a la universidad, cada vez más complejo. ¿Cómo evitar que siga siendo un salto al vacío? (Foto: UNLP)

 

Muchos ven la continuidad desde Gustavo Azpiazu en adelante como una suerte de “continuismo” del mismo grupo político-académico, ¿qué opina al respecto?

Lo que existe es una continuidad en el modelo de gestión de la UNLP. Azpiazu logró la reelección en 2007 con el 73% de los votos; en 2010 el arquitecto Fernando Tauber fue electo presidente con el 82% de los votos; en 2014 el licenciado Raúl Perdomo llegó a la presidencia con el 73% de los votos; y en 2018 Tauber fue nombrado nuevamente presidente con el apoyo de 260 de los 270 miembros que componen la Asamblea Universitaria.

Pero no se trata sólo de números. Estos apoyos tan contundentes son la expresión del consenso entre grupos que, aun partiendo de posiciones políticas e ideológicas diferentes, comparten una serie de principios medulares respecto del rumbo estratégico y los objetivos que debe perseguir nuestra Universidad y la educación pública en general.

Sobre la base de ese consenso se erige este modelo de gestión que busca ofrecer educación superior de calidad para todos aquellos que tengan la vocación de formarse en nuestras aulas, garantizando la igualdad de oportunidades para estudiar a través de políticas de bienestar; fortalecer y jerarquizar la extensión universitaria y nuestro sistema científico, tecnológico y artístico, avanzando siempre como una institución de referencia al servicio de la sociedad en todos aquellos aspectos que nos convocan.

De ninguna manera debe confundirse esta continuidad basada en el consenso con un continuismo. En este modelo de gestión tienen lugar y expresión los más diversos sectores de la vida política y académica. Y eso lo hace un modelo virtuoso, que ha hecho del debate de ideas la herramienta -compleja y laboriosa- para construir acuerdos sólidos y perdurables en el tiempo. Esto le ha permitido a la UNLP experimentar, en menos de dos décadas, un proceso de desarrollo y crecimiento inédito en su historia, y un reconocimiento en el plano nacional e internacional que hoy está fuera de discusión.

Aquí vuelvo al inicio de la entrevista: mi candidatura no debe entenderse entonces como el resultado de un proyecto político personal, por el contrario, encuentra su germen en la convicción de ofrecer un marco de continuidad -con nuevos matices y nueva impronta, lógicamente- a este modelo de Universidad que nos incluye a todos.

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