Lo lograron: la extrema derecha se afianza en la región y en Argentina

El resultado de las elecciones celebradas en Chile el último domingo y el primer sondeo con vistas al balotaje del 19 de diciembre, más el escenario que le espera a Brasil para las presidenciales de 2022, y varios signos que han dejado las campañas y los resultados de las PASO y las legislativas en nuestro país, confirman que la ultraderecha ha recalado con muchísima fuerza en Sudamérica

Kast y Bolsonaro tuvieron varios encuentros en el marco de la regionalización de la extrema derecha (crédito imagen: La Tercera)

Hace un año y pico, un amigo comenzó a decir “ojo con Patricia Bullrich en 2023”. Absolutamente todos los que lo escuchaban le respondían -palabra más, palabra menos- “nooo, ¿quién puede votarla para presidenta?”. Hoy, un año y pico después, cuando insiste con su “ojo con…”, nadie lo refuta. Algunos gesticulan. Otros expresan preocupación.

¿Qué ocurrió en tan poco tiempo? El 20 de agosto de este año, veintitrés días antes de las PASO, en el artículo Milei o Santoro citamos al prestigioso médico platense Oscar Cingolani, quien trabaja en el Hospital Universitario Johns Hopkins de los EEUU, cuando, hablando de la pandemia de coronavirus, nos dijo “ustedes miren lo que pasa en Europa, luego lo que ocurre aquí, y ahí van a tener el diario del lunes para prepararse”.

Forzando un paralelismo con el mundo de la política, ensayamos la siguiente hipótesis: “Hay un fenómeno que, paradójicamente, ha seguido la misma ruta. Por supuesto, ni tan peligroso ni contagioso, pero que ya está entre nosotros: la ultraderecha”. Un mes y monedas antes, el 8 de julio de 2021 y a propósito de lo que estaba ocurriendo en Perú, publicamos otro artículo titulado, lisa y llanamente, “La ultraderecha ya está aquí”, en referencia no sólo al país andino sino a Sudamérica.

Lamentablemente, el tiempo nos dio la derecha (valga la expresión). El resultado de las elecciones celebradas en Chile el último domingo y el primer sondeo con vistas al balotaje del 19 de diciembre, más el escenario que le espera a Brasil para sus presidenciales de 2022, y varios signos que han dejado las campañas y los resultados de las primarias y las legislativas en nuestro país, confirman que la ultraderecha, que desde hace años desvela a Europa y que tuvo su era dorada en los EEUU con Donald Trump -fenómeno social que se mantiene intacto-, finalmente ha emulado el recorrido del virus SARS-CoV-2 y ha recalado con muchísima fuerza en América Latina.

“PINOCHET HUBIESE VOTADO POR MÍ

Si hasta hace nada (literalmente) nos hubiesen dicho que un pinochetista confeso como el dirigente político chileno José Antonio Kast iba a ganar las elecciones luego de ufanarse públicamente diciendo “si Pinochet estuviese vivo hubiera votado por mí”, nos hubiésemos reído (como a mi amigo se le reían cuando alertaba sobre Bullrich 2023).

Es más: si nos hubieran leído 5 ó 6 de las propuestas con las que Kast ganó este domingo la primera vuelta electoral al izquierdista Gabriel Boric (28% a 25,5%, centésima más, centésima menos), y en ese mismo momento hubiésemos recordado las multitudinarias movilizaciones de octubre de 2019 donde proliferaban carteles con la leyenda “el neoliberalismo nace y muere en Chile”, así como los resultados de la elección de congresistas constituyentes, gobernadores y alcaldes (ganadas en una proporción de 80/20 por independientes y fuerzas de izquierda), menos aún habríamos dado crédito a que un admirador del dictador genocida Augusto Pinochet, quien en los años 70 efectivamente puso a su país y a su gente como conejillos de Indias del ultraliberalismo ideado por el economista Milton Friedman, podría tener serias posibilidades de sentarse en enero próximo en el sillón presidencial del Palacio de la Moneda (la Casa Rosada chilena).

El programa del Partido Republicano de Chile contempla la obligación de que una menor de edad soporte un embarazo causado por una violación (crédito imagen: Dínamo de Chile)

EL CHILE QUE VOTÓ LA MAYORÍA (AL MENOS POR AHORA)

Repasemos el programa de Kast.

*Mano dura en las calles para garantizar el orden público (ya vimos, durante las movilizaciones de 2019, qué significa en Chile orden público: represión feroz, 31 muertos y una enorme cantidad de personas con un ojo menos pues los carabineros apuntaban a los ojos de los manifestantes)

*Orden en el sur, donde hay un conflicto con los mapuches

*Un zanjón (en lugar de un muro) en el norte para evitar el ingreso de inmigrantes, sobre todo de los venezolanos

*Un renovado “estado de emergencia” con amplias atribuciones presidenciales para allanar hogares e interceptar comunicaciones

*Obligación de que una menor de edad soporte un embarazo causado por una violación

*Cierre del Instituto Nacional de Derechos Humanos

*Asignaciones familiares sólo para familias casadas

*Aumento de jubilaciones sólo a ex miembros de las Fuerzas Armadas

*Coordinación regional para perseguir activistas de izquierda

*Prohibición del matrimonio igualitario

*Derogación de la ley de aborto

*Eliminación del Ministerio de la Mujer

*Privatización de la minera Codelco

*Bajada drástica de los impuestos (fundamentalmente a las grandes empresas y altas rentas)

Todo lo anterior no fue tomado del discurso del candidato de izquierda Gabriel Boric: figura en el programa del Partido Republicano de Kast y se lo puede encontrar en Internet (si es que lo volvió a subir, pues en plena campaña lo bajó debido a las fuertes críticas que lo asociaban con la dictadura).

José Antonio Kast es un católico devoto perteneciente al ultraconservador Movimiento Apostólico de Schoenstatt (que en La Plata tiene su santuario en 15 y 53, detrás de la Catedral), es padre de nueve hijos y cuenta además con el apoyo de grupos evangelistas. El domingo a la noche, en el festejo electoral que encabezó en un barrio acomodado de Santiago, agradeció a Dios por el triunfo. El mismo día, el Papa Francisco instó a los jóvenes a “ir contra la corriente como lo hizo Jesucristo”. ¿Qué opinión tendrá Kast del ideario del Sumo Pontífice?

¿Cómo se explica que la sociedad que estalló en 2019 al grito de “son 30 años de desigualdad social” y que luego votó a independientes y a partidos de izquierda en las elecciones de constituyentes, gobernadores y alcaldes (de hecho, la flamante alcaldesa de la capital, Santiago, es del Partido Comunista) pueda llevar a la presidencia a alguien que reivindica abiertamente a Pinochet? (Sería como que aquí tuviese posibilidad de arribar a la Rosada alguien que reivindica a Videla y la dictadura del 76 al 83).

Así lo ve la prensa europea. El diario El País de España destaca su reivindicación pública de Pinochet, y el británico The Guardian lo define como un «populista de extrema derecha»

“INVOLUCIÓN CIVILIZATORIA”

Uno busca la explicación en los analistas chilenos, pues no conoce la idiosincrasia del pueblo trasandino, pero… ni siquiera ellos han podido explicar en estos días qué está ocurriendo. Algunos ensayan hipótesis con gusto a poco. Otros no ocultan su desconsuelo.

“Esto es una involución civilizatoria, porque pasamos de discutir derecha o izquierda a discutir dictadura o democracia”, se sinceró, muy dolida, una colega chilena el domingo a la noche.

El creador del ultraliberalismo (o neoliberalismo), el economista estadounidense Milton Friedman (de traje oscuro) y el dictador chileno Augusto Pinochet, reunidos en Santiago en 1973. Chile fue el escenario donde se experimentaron las ideas ultraliberales que luego aplicaron Reagan en EEUU y Thatcher en Gran Bretaña. Aquí, Friedman es citado por Milei y Espert (crédito imagen: Economía y Negocios)

El científico social y economista Ramón E. López fue más duro aún: “Chile es un país en la búsqueda de su propia destrucción y la tendrá. Una amiga me dice que esto es un Síndrome de Estocolmo: el pueblo apañando a aquellos que lo están abusando y empobreciendo. Un país con la desigualdad social que ostenta Chile, no tiene buen fin (…) Este país se da el lujo de regalarle miles de millones de dólares a los explotadores de sus recursos naturales y a la oligarquía dueña de los monopolios que asfixian a los consumidores y a las pymes (…) En fin, la historia lo dirá claro, pero cuando ya sea demasiado tarde”, disparó (Juan Carlos Ramírez Figueroa – 22/11/2021 – P12).

Ayer, lunes 22 de noviembre, se conoció la primera encuesta de intención de voto para el balotaje del 19 de diciembre. Kast y Boric igualan con 39 puntos porcentuales cada uno. Según la consultora Cadem, un 22% de los encuestados dijo que no votaría, o que no sabe por quién lo haría, u optó por no responder.

EN ESTAS PAMPAS

El empate entre el izquierdista Pedro Castillo y la neofascista Keiko Fujimori en Perú (la elección se definió en favor del primero por ¡40.000 votos!, y hoy prácticamente no puede gobernar). El duelo de fondo que se espera en Brasil entre Lula y Bolsonaro (con quien dice estar de acuerdo el chileno Kast, además de nombrar al argentino Javier Milei) en las presidenciales del 2022, en las cuales ya se sabe que están jugando el asesor estrella de Trump, Steve Bannon, y el partido neofranquista español Vox, líderes de la “mundialización” de la ultraderecha. El duelo izquierda-ultraderecha que también se espera en Colombia. Y ahora el escenario chileno. Todos signos de que, como dijimos en 90lineas hace meses, la ultraderecha está aquí y llegó para quedarse.

Sólo unos tips de la Argentina. Si nos situamos en la Capital Federal, es interesante observar que en la lista que encabezó María Eugenia Vidal había una mujer, Sabrina Ajmechet, que además de considerar que las Islas Malvinas no son argentinas, justifica que La Noche de los Lápices fue un operativo contra los montoneros. También había un bussista, Pablo Walter (del genocida tucumano Antonio Domingo Bussi). Esa boleta ganó con el 47% de los votos.

Sabrina Ajmechet: “La Noche de los Lápices fue un operativo contra un grupo montonero”

Patricia Bullrich y su protegida, la negadora del genocidio Sabrina Ajmetech, electa diputada por la lista de Vidal (crédito imagen: P12)

La lista encabezada por Javier Milei (también un ex bussista), el político que promueve que la gente ande armada y que grita a los cuatro vientos “zurdos de mierda”, como los represores les gritaban a los secuestrados en la dictadura mientras los torturaban, tuvo en 2º lugar a la abogada Victoria Villarruel, defensora de los represores y negadora del terrorismo de Estado entre 1976 y 1983. Esa boleta obtuvo más de 17% de votos. O sea, sumada a la de Vidal, alrededor del 65%.

Desde la provincia de Buenos Aires, en tanto, al compás de “a los delincuentes, o cana o bala”, José Luis Espert y la platense Carolina Píparo lograron entrar a la Cámara de Diputados de la Nación. Por la lista de Juntos por el Cambio, en tanto, entre los 15 electos figura el ultramacrista Hernán Lombardi.

Macri, Milei, Espert, Patricia Bullrich, vienen coqueteando desde hace tiempo. La ex ministra de Seguridad, además, inició una campaña feroz contra lo que considera el ala moderada de JxC, centrándose en Vidal.

Hay ultraderecha en Argentina. Y la derecha liberal, que la contiene en gran parte, en las últimas cuatro elecciones nunca bajó del 40% de votos. Subestimar eso sería un error garrafal. Imperdonable.

Javier Milei y Victoria Villarruel serán diputados nacionales desde el 10 de diciembre. Niegan el terrorismo de Estado y el cambio climático, promueven que la gente ande armada, proponen eliminar el Banco Central y el peso, y que el dólar sea la moneda argentina (crédito imagen: Télam)
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