Industrial Albert Thomas, un colegio de otra galaxia

Alumnos de la especialidad Técnico en Electrónica de la histórica escuela platense de avenida 1 diseñaron “dos sistemas completos” que mejoraron el funcionamiento del emblemático Instituto Argentino de Radioastronomía (IAR), uno de los primeros del Conicet y cuyo campo de estudio es de los más complejos. Un mensaje directo al corazón de quienes tienen el deber de diseñar políticas de Estado en el ámbito educativo, científico y tecnológico

La escuela pública Albert Thomas y el emblemático Instituto Argentino de Radioastronomía (IAR) realizaron una articulación inédita (crédito imagen: Agencia XFoto)

“Nosotros buscamos permanentemente que los alumnos de séptimo año puedan hacer prácticas profesionalizantes de calidad”. Así explicó el profesor Alejandro Lorenzut cómo los estudiantes del último curso del Industrial Albert Thomas, tanto del ciclo lectivo 2020 como del 2021, terminaron diseñando sistemas que les solucionaron problemas al Instituto Argentino de Radioastronomía (IAR), uno de los centros de investigación más antiguos del Conicet y, sin lugar a dudas, uno de los que tiene un campo de estudio más complejo.

Empezar contando cómo se estableció la articulación entre el histórico colegio platense y el emblemático instituto enclavado en el Parque Pereyra Iraola nos parece indispensable. ¿Para qué? Para demostrar que a veces existe un desconocimiento incomprensible entre los actores del sistema de educación, ciencia y tecnología que, demás está decirlo, nada tiene que ver con sus miembros, sino con la falta de políticas de Estado en ese campo; políticas públicas de largo plazo. Un punto sobre el cual en 90lineas.com, el diario digital de La Plata, venimos insistiendo desde el minuto uno.

El profesor Alejandro Lorenzut, en su incansable búsqueda de “prácticas profesionalizantes de calidad” para los chicos y chicas que están a punto de egresar y, por lo tanto, de enfrentarse al mundo laboral, a fines de 2019 tuvo una larga charla con el entonces director del Albert Thomas, Sergio Figueiredo. “¿Por qué no vas al IAR?”, le planteó. Y Lorenzut no lo dudó.

De izquierda a derecha: Iván Carbone, Germán Pascual, Maia Páez, Valentín Antonini, Mateo Terpolilli, Damián Lafranconi y el profesor Alejandro Lorenzut, artífices, junto a otros alumnos y alumnas, de unas prácticas profesionales «de lujo» (crédito imagen: Agencia XFoto)

A sabiendas de que era una apuesta muy fuerte, pues pondría a prueba como pocas veces los conocimientos de los estudiantes, se fue hasta el Parque Pereyra. Allí les explicó a los responsables del instituto qué eran las prácticas profesionalizantes. Mantuvieron más de un encuentro -entre los cuales se topó con un ex alumno del colegio trabajando allí-, hasta que los ingenieros le plantearon sus necesidades: las dos antenas “gigantes” con las cuales “se comunican con el universo” tenían movimientos limitados para lo que necesitaban estudiar; además precisaban desarrollar un sistema para medir en tiempo real las variables que afectan a esas antenas (tensión, temperatura, corriente), y mejorar la sincronización entre los equipos internos.

¡Madre mía! El instituto que casi nació con el Conicet y que estudia los “objetos existentes en el universo”, esos que los humanos no podemos de manera alguna imaginar para “dibujarlos” en nuestras mentes, acababa de poner en manos de un grupo de docentes y alumnos del colegio de 1 y 58 un enorme desafío; chicos y chicas que sin dudas tuvieron que interiorizarse sobre qué era el IAR.

A manera de síntesis, sobresalen dos testimonios. El del alumno Damián Lafranconi, de la promoción 2020, que estuvo a cargo con otros compañeros de optimizar el movimiento de las antenas, y el de ingenieros del IAR al finalizar la exposición de los estudiantes del trabajo que habían realizado. “Profesor, sinceramente pensé que no iba a estar a la altura de este desafío”, le confió Damián a Lorenzut cuando todo finalizó. “¿Estos son chicos de secundaria? ¡Tienen nivel profesional!”, le expresaron al docente los ingenieros del centro de investigación cuando concluyó la “excelente presentación del trabajo que llevaron a cabo”, tal como lo definió el propio IAR en su cuenta oficial de Facebook.

El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) fue creado por el decreto ley Nº 1291 del 5 de febrero de 1958, mientras que el IAR nació en 1962 a partir de un convenio entre el Conicet, la CIC, la UNLP y la UBA. Hoy depende de las tres primeras instituciones

Sí. Un instituto de triple dependencia (Conicet, CIC y UNLP) reconocido a nivel internacional y una histórica escuela pública habían encastrado a la perfección. Para resaltar.

HABLAN LOS CHICOS… Y MAIA

Mientras cinco alumnos y una alumna preparaban el proyector para explicarnos qué hicieron y cómo lo hicieron, Lorenzut resaltó que “todo este trabajo, además, se realizó en contexto de pandemia. Hicimos contacto con el IAR a fines de 2019 y en marzo de 2020 se vino la noche. Pero no íbamos a perder de ningún modo semejante oportunidad para capacitar a los chicos. De manera que el año pasado realizamos una veintena de videoconferencias entre los ingenieros del instituto, los estudiantes, los profesores y hasta directivos de la escuela”, narró Alejandro.

Del proyecto de “Control de motores de antenas” participaron Franco Aybar, Uriel Callizo, Joaquín Conde, Iván Carbone, Valentín Diego, Augusto Ferreyra, Joaquín Lamadrid, Damián Lafranconi, Felipe Rosales y Axel Tantalean.

Mateo Terpolilli muestra el módulo de telemetría que diseñaron. Se coloca en la punta de las antenas y posibilita monitorear en tiempo real, desde una computadora, variables como tensión, temperatura y corriente. Algo con lo cual el IAR no contaba…hasta ahora. “Eso les indica a los científicos si las antenas radiotelescópicas están funcionando correctamente”, explicó el estudiante junto a Germán Pascual, Maia Páez y Valentín Antonini (crédito imagen: Agencia XFoto)

Damián nos contó que “básicamente, la astronomía estudia el sistema planetario mediante telescopios, mientras que la radioastronomía llega más allá a través de dos gigantescas antenas radiotelescópicas. Y éstas tenían movimientos limitados para el tipo de investigaciones que necesitaban encarar”.

En un lenguaje extremadamente sencillo -a pedido de los cronistas-, Damián y dos compañeros de la promoción 2021, Maia Páez y Valentín Antonini, contaron que “las antenas se manejaban desde un panel analógico, lo cual limitaba ciertos movimientos, por lo que diseñamos un sistema de control digital que amplía sustancialmente esos movimientos”.

“Por ejemplo, si una antena estaba orientada al oeste y tenían que desplazarla al noreste, necesitaban dar varios pasos: primero colocarla en posición norte, luego en posición este, y recién entonces orientarla al noreste”, detallaron, para indicar que el panel digital, que se controla desde una computadora, posibilita ese pasaje de una sola vez, pues se le incorporó, entre otras cosas, el “movimiento en diagonal”. Esos movimientos se realizan a través de cuatro motores a los que se envían señales desde el control y viceversa.

En el año de la pandemia, el 2020, todo quedó plasmado en un amplio trabajo que fue elogiado por los profesionales y técnicos del IAR.

Maia Páez explica a 90lineas.com cómo funciona el módulo de telemetría que les pidieron los investigadores del IAR para medir las variables de las enormes antenas radiotelescópicas del observatorio enclavado en el Parque Pereyra Iraola (crédito imagen: Agencia XFoto)

LOS DESARROLLOS DE ESTE AÑO

“Este año fue más complicado”, dijo entre risas el docente, en referencia a que empezaron las clases a distancia, luego pasaron a un régimen de semipresencialidad, y finalmente a uno de presencialidad “pero con burbujas” que no podían mezclarse.

Así y todo, los alumnos “diseñaron dos sistemas completos que serán utilizados por el IAR. Uno, ya en funcionamiento, se aplica a la distribución de señales de sincronismos de los GPSs que se utilizan en el observatorio del instituto. El segundo diseño se aplicará en la telemetría de distintos parámetros y control de los receptores instalados en los radiotelescopios del IAR”.

«Traducción». “La distribución de señales de sincronismos de los GPSs que se utilizan en el observatorio del instituto”: implicó adaptar los “idiomas” en que se comunican distintos dispositivos. ¿Más sencillo aún? “Si yo tengo un equipo que funciona con 110 voltios y en la casa hay 220, necesito adaptarlo… Bueno, aunque no se trata exactamente de eso, más no se puede simplificar”, señalaron entre risas el profesor y los estudiantes. Lo cierto es que las plaquetas que diseñaron los alumnos ya se mandaron a fabricar por parte del IAR y se están utilizando.

“Nosotros buscamos permanentemente que los alumnos y alumnas de séptimo año puedan hacer prácticas profesionalizantes de calidad” (Profesor Alejandro Lorenzut – Escuela de Educación Secundaria Técnica Nº 6 Albert Thomas de La Plata)

Maia, la mujer del grupo, Mateo Terpolilli, Iván Carbone y Germán Pascual explicaron el segundo proyecto 2021: el diseño de un módulo de telemetría para que, desde una PC, se puedan monitorear en tiempo real variables de las antenas, como la tensión, la temperatura y la corriente. “Eso es lo que les indica a los investigadores si las antenas radiotelescópicas están funcionando correctamente”, puntualizó la estudiante.

Iván Carbone, Mateo Terpolilli, Damián Lafranconi y Germán Pascual en el salón donde trabajan los estudiantes del 7º año de la especialidad Electrónica (crédito imagen: Agencia XFoto)

Mateo, por su parte, mostró la plaqueta y explicó que “hasta ahora, si una antena tenía un problema debía ir un técnico en persona, subirse, fijarse qué pasaba y solucionarlo. Con este desarrollo, desde una computadora se observa todo. No sólo eso. Ahora existe una base de datos que les permite a los científicos archivar toda la información y, además, saber qué ocurrió mientras ellos no estuvieron en el instituto”. ¿Dónde van ubicados los módulos? En la parte superior de las antenas, que se encuentran a 30 metros de altura.

Del proyecto de “Sincronismo de señales” y “Telemetría en antenas” participaron Valentín Antonini, Carlos Benítez, Emanuel Bulus, Braian Coppa Gañas, Matías Fernández, Maia Páez, Facundo Palavecino, Germán Pascual, Valentín Ponce de León, Mateo Terpolilli y Lisandro Zubeldía.

“La Radioastronomía estudia los objetos existentes en el Universo por medio del análisis de las ondas de radio que los mismos emiten. Algunos de los problemas que esta rama de la astronomía estudia (regiones de formación estelar, estructura del medio interestelar, púlsares, sistemas binarios, cuásares y radiogalaxias), no pueden ser estudiados en los laboratorios terrestres”, se detalla en el sitio web del IAR. ¿Complejo? Sin dudas. Los estudiantes del Albert Thomas estuvieron a la altura. Y un poco más allá también. Para que tomen nota los funcionarios.

Damián Lafranconi trabajando. “Profesor, sinceramente pensé que no iba a estar a la altura de este desafío”, le confió el alumno a su profesor Alejandro Lorenzut cuando todo finalizó (crédito imagen: Agencia XFoto)
Creado en 1962, el Instituto Argentino de Radioastronomía (IAR) cuenta con dos antenas radioastronómicas de 30 metros de diámetro cada una, que fueron bautizadas con los nombres «Dr. Carlos Varsavsky» y «Dr. Esteban Bajaja», destacados directores de dicha institución (crédito imagen: Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la UNLP)
Salir de la versión móvil