Orquesta Escuela: la historia de un proyecto educativo extraordinario

Si la llegada de un violín, una viola o un cello a una escuela pública ha elevado a miles de niños y niñas, ¿por qué no llenan los colegios de instrumentos musicales y de profesores de música, de maestros de teatro, de pinturas, pinceles, lápices, crayones y miles de hojas en blanco, de talleres, de computadoras, de mucho espacio y mucha luz, de narradoras de cuentos? Que se lea mucho, se escriba más, se provoque la imaginación de los chicos y chicas... ¡Cuánto para hacer!

Orquesta Escuela

Orquesta Escuela, el proyecto que convirtió a la "inclusión" y la "educación de calidad" en una realidad diaria

El lunes 19 de septiembre del 2005, un grupo de profesores de música entró a la Escuela Primaria Nº 25 del populoso y humilde barrio berissense de El Carmen. Las maestras les habían avisado a sus alumnos y alumnas que, quienes quisieran, podían ir a escucharlos al hall de entrada. La idea era formar una orquesta. Muchos niños y niñas se entusiasmaron con una batería, una guitarra eléctrica quizás. No. Un violín, una viola, un violonchelo, una flauta traversa. La inmensa mayoría no conocía los nombres de esos instrumentos ni su sonido.

¿Se desilusionaron? Todo lo contrario. Quedaron fascinados. Una veintena se anotó para tomar clases. Nadie lo sabía, pero acababa de nacer el más maravilloso e inclusivo proyecto educativo que en años conoció nuestra región.

Hace poco cumplió 18 años con más de 700 alumnos de 5 a 22, quince centros formativos y un currículum vitae que incluye viajes y presentaciones por el país y el extranjero, performances junto con los más destacados músicos nacionales, premios, niños, adolescentes y jóvenes que han llegado a la Universidad, que han ganado becas para perfeccionarse en Europa y Estados Unidos, que se han incorporado a prestigiosas orquestas sinfónicas. Y quizás lo más importante: todos ellos siguen unidos a la OE de Berisso como docentes de los más pequeños.

Los más «viejitos» se transforman en docentes de los peques que recién se incorporan a la Orquesta. Así se ha ido generando un círculo virtuoso y, a la vez, un sentido de pertenencia pocas veces visto en el ámbito educativo

VIDEO: INTERVENCIÓN «VIRTUAL» DE INTEGRANTES DEL CORO JUVENIL

Brian Montoya era uno de esos niños de El Carmen. “Estaba en sexto grado. Me encantó lo que vi y escuché y me anoté en flauta traversa, aunque en realidad no conocía ningún instrumento”, contó a este cronista. Hoy, Brian está a un paso de graduarse como licenciado en Música Sinfónica y de Cámara en la Universidad Nacional de Lanús, da clases a los más pequeños en seis extensiones y es co-coordinador de la orquesta, mano derecha de uno de sus creadores, el enorme Juan Carlos Herrero.

Inclusión, inclusión, inclusión, inclusión… ¿Cuántas veces escuchamos casi a diario y en distintos ámbitos esta palabra? ¿Cuántas veces, lamentablemente, es cáscara vacía? “Yo definiría a la orquesta escuela como el proyecto educativo donde la inclusión pasó del discurso a la realidad efectiva”, subraya, con un marcado poder de síntesis, la secretaria de la OE, Cecilia Palazzo.

Ensayo general de la orquesta inicial, integrada por los más pequeños (año 2021)

POR UNA CABEZA (CAMERATA DE CUERDAS DE LA ORQUESTA ESCUELA DE BERISSO)

Nos contó hace años Juan Carlos Herrero que a los niños y niñas, desde la primera clase, se les da el instrumento. Y que no pasa mucho tiempo hasta que participan de algún concierto, aunque más no sea tocando cuatro notas… ¿Cuánto le levanta la autoestima eso a un pequeño o pequeña que vive en una barriada vulnerada? Imposible de mensurar.

Una idea nos la dan las maestras de las distintas escuelas, quienes no dejan pasar la oportunidad para contarles a los profesores (actualmente y en su mayoría, ex alumnos) que los chicos y chicas que van a la orquesta se superan muchísimo en el grado.

Concierto al aire libre, año 2019

Lucas Vega conoció a la orquesta en la Escuela 22 de Berisso promediando sus estudios primarios. Hoy, con 19 años, ya es parte de la Camerata, además de “tallerista de cuerdas altas”. Al mismo tiempo se está capacitando en Método Suzuki junto a dos compañeros de ruta.

Jonathan Miranda Figueroa quería estudiar música, pero sus padres nunca tuvieron la posibilidad de mandarlo a un conservatorio. A los 18, mientras cursaba el último año en el industrial Albert Thomas, unos amigos lo invitaron a un ensayo general de la orquesta en la Primaria 25 de El Carmen. Lo que se venía para él, en ese momento ni se le cruzó por la cabeza.

“Descubrí instrumentos y sonidos que jamás había visto o escuchado”, comentó. Eligió el violonchelo. Tres años más tarde dio el examen para ingresar a la carrera de Música de Cámara en la Universidad Nacional de Lanús. Aprobó. ¿Después? ¡Qué importa el después, si fue becado para tomar clases magistrales en el International Cello Institute de Minnesota (EEUU); para estudiar en el Mozarteum Argentino, que funciona en el Teatro Colón, con el maestro José Araujo, solista de la Filarmónica de Buenos Aires; si fue invitado a perfeccionarse en Europa! ¿Actualmente? Sí, es profesor en la OE mientras sigue con su carrera.

Orquesta Escuela, el proyecto que convirtió a la «inclusión» y a la «educación de calidad» en una realidad diaria

Candela Gómez, por caso, concursó en su momento para llegar a un lugar que en el universo de la música es algo similar a tocar el cielo con las manos: un cargo permanente (de viola) en la Orquesta del Teatro Argentino. Es la misma Candela que, en épocas de pandemia muy fiera, conducía las presentaciones virtuales que realizaban los alumnos y alumnas desde sus casas. Porque, hay que subrayarlo, el coronavirus complicó a todo el mundo y la OE no fue la excepción, pero la garra que pusieron todos para conseguirle un instrumento a cada niño y para continuar con las clases y los recitales vía Internet, fue un fiel reflejo de la vocación y el sentido de pertenencia que subyace en cada uno de los que forman parte de este proyecto.

AZABACHE (FORMACIÓN INICIAL DE LA ORQUESTA ESCUELA)

TANGOS (FORMACIÓN INICIAL DE LA ORQUESTA ESCUELA)

A sus 5 años, Evelyn Ruarte iba al Jardín de Infantes 904 del Barrio Obrero de Berisso. ¿Y un día qué pasó? ¡Claro que sí! Entraron unos profesores con instrumentos musicales. Siete años más tarde, Eve rió al comentar que no recordaba muy bien lo que hicieron esos profesores, pero lo que jamás olvidó fue que quedó maravillada con el sonido del violín. En septiembre de 2019 fue elegida entre todas las orquestas escuela del país -junto con Pilar, otra niña de 12 años oriunda de Lanús- para tocar en el Teatro Colón el “Concierto para dos violines y cuerdas” de Antonio Vivaldi. Debajo del escenario había más de 3 mil personas. Las ovacionaron de pie.

Estos casos se dan. Hay chicos y chicas que sobresalen. Y en la OE se los impulsa y acompaña. Pero representan apenas la punta del iceberg. Un iceberg de casi 700 alumnos y alumnas desde jardín de infantes hasta el nivel terciario y universitario a quienes, en mayor o menor medida, literalmente les cambió la vida. No fueron pocos los que contaron que la experiencia les dio el empujón que les faltaba para seguir estudiando, algo que antes de pasar por la orquesta no estaba en sus planes.

Ensayo de la Formación Prejuvenil

El compañerismo; el avanzar en equipo; la disciplina que requiere la música y que después se traslada, como vimos, a la escuela de todos los días; el sentido de pertenencia a la orquesta y a la propia escuela; el mundo que se abre de par en par a partir de tener entre las manos un instrumento musical tan maravilloso como el violín, el cello, la flauta traversa, o uno de percusión, o la propia voz que se expresa en un coro.

Todo ello y mucho más se empieza a construir sobre sólidas bases desde el día uno, mediante el estudio musical y el imprescindible seguimiento que realizan los y las trabajadoras sociales. Porque de eso se trata: de que la escuela contenga a los niños y niñas y que los eleve. ¿O acaso no es eso la Educación?

VIDEO INSTITUCIONAL (2005-2021)

(Que llenen las escuelas de instrumentos musicales, de profesores y profesoras de música; que las llenen de maestros y maestras de teatro; de pinturas, pinceles, lápices, crayones y miles de hojas en blanco; de talleres de carpintería; de talleres de bicicletas; de computadoras; de mucho espacio y mucha luz; de narradoras de cuentos; que se lea mucho y se escriba más; que se provoque la imaginación, que a los niños y niñas les sobra… Tanto hay por hacer… ¡Pues que se haga de una vez!)

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