Eligiendo escuela: ni cajita de cristal ni la boca del lobo

A pesar de su aparente simplicidad, la elección de escuela es un tema atravesado por múltiples variables y dimensiones de análisis

Eligiendo escuela: ni cajista de cristal ni la boca del lobo (crédito imagen: Perfil)

Por Verónica Gottau*

En Argentina se puede elegir tanto escuela pública como privada, aunque son elecciones diferentes. El Estado asegura una vacante por alumno en el sector estatal, pero la escuela está asignada por zona de residencia. Hay una elección, pero está restringida. Puede suceder que exista una cierta flexibilidad en el cumplimiento de esta política, pero claramente se diferencia de la elección de escuela privada.

En ese caso, los padres eligen salir de la escuela estatal que ya tienen paga con sus impuestos y optan por pagar una escuela privada. Esta elección queda relegada al ámbito familiar. La única injerencia del Estado se refleja en los aportes estatales que reducen el arancel escolar y operan como incentivo a priori a la demanda. Esto nos lleva a pensar que no todos pueden elegir, sino sólo aquellos que pueden pagar el arancel escolar.

Sin embargo, hay escuelas privadas de todo tipo: están las escuelas confesionales o religiosas, con aranceles bajos merced a los aportes estatales que pueden llegar al 100%, y están también las más ‘jovencitas’ en el mercado educativo que son las escuelas laicas, con altos aranceles y sin aportes estatales.

Este contexto nos permite ver que los padres electores de escuela pueden fácilmente pertenecer a diferentes sectores sociales con diferente poder adquisitivo y, seguramente, amplios y variados consumos culturales y educativos. La pregunta que surge entonces es qué valores guían los procesos de elección de escuela.

Los padres con menores recursos ven en la disciplina y la obediencia un medio o una forma de salir adelante y de ascender. La escuela confesional vendría a ocupar ese lugar (crédito imagen: La Voz)

Sociedad industrial, sociedad postindustrial

Si analizamos la elección de escuela en términos de Inglehart (2018), podríamos argumentar que la transición de una sociedad industrial a una sociedad postindustrial también se ve reflejada en la provisión escolar y en los valores que guían este proceso.

Los resultados aquí expuestos son producto de un trabajo de investigación realizado en 2018, que incluyó entrevistas a 62 madres y padres electores de escuela pertenecientes a distintos sectores socioeconómicos.

Para el grupo de padres de sectores más vulnerables los procesos de elección de escuela están atravesados por una necesidad material, plasmada en la distancia del hogar a la escuela, el arancel escolar y un espacio donde estar y aprender mientras los padres-madres trabajan.

En este grupo de padres-madres parecieran emerger con mayor facilidad valores materialistas relativos a la supervivencia, la seguridad física y económica, y no se pudo observar que resaltaran la importancia de valores postmaterialistas relativos al desarrollo de la propia subjetividad o personalidad.

Esto implica, a su vez, una forma particular de concebir la educación de los hijos más centrada en el trabajo duro, el cumplimiento o la obediencia y el esfuerzo, valores marcadamente materialistas y muy lejos del fomento de la creatividad, bienestar o imaginación característicos de una cultura postmaterialista. Desde la perspectiva de Inglehart (2018), cuando el mundo se percibe hostil y peligroso, las personas tienden a aliarse detrás de un líder como forma de defensa.

Crédito imagen: World Education Blog

Escuelas protectoras

Desde la perspectiva de análisis de los padres entrevistados, estas escuelas ofrecen protección y cuidado respecto de la hostilidad que perciben en el mundo que está por fuera de la institución. Otro de los aspectos que los padres valoran de este tipo de colegios es que ‘los chicos están en la escuela’ y no en la calle, porque la escuela está siempre abierta, incluso los sábados cuando hay actividades para toda la familia. Su principal miedo es que su hijo o hija no termine la escuela. “Yo no quiero que mi hija termine como yo, limpiando casas”, afirmaba una de las mamás entrevistadas.

Los padres con menores recursos económicos tienden a quedarse en la escuela pública o a emigrar hacia escuelas confesionales o religiosas de bajo costo.

Para los padres con menores recursos, la escuela es un segundo hogar y esperan que los eduque. “Yo quiero que le digan qué está bien y qué está mal, que le digan qué tiene que hacer”, comentaba una de las madres entrevistadas. Los padres ven en la disciplina y la obediencia un medio o una forma de salir adelante y de ascender.

La escuela confesional vendría a ocupar ese lugar: alguien que los guía y los conduce hacia una mejor calidad de vida y los protege de una gran diversidad de riesgos asociados a la falta de estudio y trabajos mal remunerados, o, desde una visión temporal más inmediata, el riesgo de tener hijos adolescentes con mucho tiempo libre y sin clases.

Los padres de sectores medios y medios altos valoran el laicismo en las escuelas (crédito imagen: infobae)

Otras demandas

Por el contrario, los padres de sectores medios y medios altos valoran el laicismo en las escuelas. La primera elección que hacen es que sea una escuela laica, después viene el tema de si la escuela es pública o privada. Este grupo de padres espera que la escuela les dé a sus hijos un pensamiento crítico, una formación bilingüe, una sólida base para su futura carrera universitaria y un espacio donde puedan practicar deportes.

Para el grupo de padres de sectores medios y medios altos, la escuela representa un lugar donde se habla el mismo idioma y el universo de escuelas posibles pareciera estar representado por escuelas privadas laicas o confesionales, pero ambas de arancel escolar alto.

Las familias que conforman este grupo representan una cultura postmaterialista y tienen una visión del mundo que contempla el uso de la discrecionalidad y la capacidad de negociación para la toma de decisiones. Los padres de sectores medios y medios altos valoran la autonomía, la discrecionalidad y la libertad de elección. No esperan que la escuela les diga qué tienen que hacer, sino que ayude a sus hijos a desarrollar un pensamiento crítico y una formación de la personalidad basada en la autonomía, que les permita a ellos mismos discernir qué tienen qué hacer y qué está bien o mal. Tienden, por ende, a priorizar el bienestar de sus hijos y procuran no exponerlos a situaciones que ellos consideran de extrema exigencia o incomodidad.

Para la elección de colegio secundario, por lo general valoran la heterogeneidad en la composición socioeconómica de los alumnos. Por último, el prestigio y la distinción social se presentan como las principales motivaciones que guían el proceso de elección. Considerando que tanto el prestigio como la distinción social son fenómenos que no gozan de una medición cuantitativa, la representación social e institucional que los padres-madres se hacen de las escuelas actúa como motor de búsqueda en la complejidad del proceso de elección de escuela.

Algunas de las frases utilizadas por los padres para describir el proceso de elección son: ‘salir de la cajita de cristal’, aunque no tanto como para ‘meterse en la boca del lobo’ o terminar siendo ‘sapos de otro pozo’.

En los años 90, sobre todo luego de la reforma educativa de 1994, se profundizó la migración de la clase media hacia la escuela privada (crédito imagen: La Voz de Misiones)

Dos hipótesis

El análisis de las entrevistas de ambos grupos de padres y madres pareciera corroborar dos de las hipótesis planteadas por Inglehart (2018): (1) a mayor inseguridad mayor prioridad a valores materialistas asociados a la protección y seguridad y (2) la percepción de seguridad se da a través del desarrollo económico.

Con esto podríamos inferir que la elección de la escuela no es un privilegio de clase. Los sectores socioeconómicos de menores recursos también mostraron altos niveles de reflexividad y la capacidad de desarrollar estrategias que les permitan el acceso a la información que necesitan. La diferencia radica en los valores y racionalidades que guían el proceso y en las limitaciones del contexto social donde operan las elecciones.

*Magister en Políticas Educativas de la Universidad Torcuato Di Tella

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