¿Por qué la obra del Observatorio de La Plata tardó 130 años? La historia real

En una Ciudad que sufre horrores por el descuido de su valiosísimo patrimonio arquitectónico, histórico y cultural, la pasión y perseverancia de un estudiante universitario y una docente completaron uno de los más emblemáticos edificios fundacionales un siglo y treinta años después de su inauguración

Treinta y un días antes de la fundación de la ciudad de La Plata, el 18 de octubre de 1882, mediante la Ley Nº 1.579 la Legislatura bonaerense autorizó al Ejecutivo provincial, encabezado por Dardo Rocha, a invertir hasta la suma de “sesenta millones trescientos cincuenta mil pesos moneda corriente” en la construcción de edificios públicos. El listado incluía desde la sede de las cámaras de diputados y senadores hasta la “Casa de Gobierno, Casa municipal, Templo católico”, ministerios y un largo etcétera. Doscientos mil pesos -y esto es lo que nos ocupa- estaban destinados al Observatorio Astronómico.

Su edificación había sido decretada por el gobernador el 7 de mayo de 1881, apenas seis días después de asumir el cargo. Lo cierto es que la piedra basal se colocó el 22 de noviembre de 1883, y ese mismo día se puso al frente de las obras y del futuro complejo científico al ex marino francés y ex director del Observatorio Naval de Toulon, Francisco Beuf.

El diseño corrió por cuenta del Departamento de Ingenieros de la Provincia, bajo la batuta de Pedro Benoit. El edificio que con el tiempo albergaría a la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas se ideó y se construyó con seis hornacinas (cavidades en las paredes exteriores) destinadas a otras tantas esculturas de ilustres científicos.

Sobre cada hornacina se grabó, en aquellos años de finales del siglo XIX (el inmueble principal se terminó en 1889), el nombre del científico cuya escultura cobijaría. Benoit y su equipo dibujaron en los planos dos huecos en el frente del edificio para las figuras de los matemáticos y astrónomos François Arago y Urbain Le Verrier, y cuatro en el contrafrente destinados a las de sus pares Johannes Kepler, Pierre-Simon Laplace, Isaac Newton y Galileo Galilei.

Observatorio de La Plata

Contrafrente del edificio principal con las esculturas de Kepler, Laplace, Newton y Galileo Galilei (Proyecto Beuf)

Francisco Beuf entabló una fluida relación con los responsables del Observatorio Astronómico de París y, específicamente, con el prestigioso escultor francés Henri Allouard, quien le envió los bocetos de las seis esculturas. Con el tiempo, no se saben los motivos, Le Verrier fue reemplazado por otro matemático y astrónomo, pero ya no francés, sino alemán, Wilhelm Bessel.

Allouard fue quien diseñó y esculpió nada menos que la estatua del General José de San Martín que, el 24 de octubre de 1909, se emplazó en Boulogne-sur-Mer, la ciudad francesa donde el Gran Jefe pasó sus últimos años.

Todo lo dicho no figura en un libro de historia. Fue narrado a 90lineas.com por Nicolás Salerno y Ángeles Muñoz Ojeda. Pues lo cierto es que hasta 2013, es decir, 130 años después de la inauguración oficial del Observatorio del Bosque, las hornacinas estuvieron vacías. ¿Por qué?

Una cruzada maravillosa

Varias leyendas rellenaron esos seis huecos durante mucho más de un siglo. Pero lo cierto es que desde fines de 2008, el entonces estudiante de Astronomía y la profesora de Historia del Arte y Museóloga platense se unieron en una cruzada hermosa que, por un lado, reveló la verdad sobre las esculturas ausentes y, por el otro, completó finalmente el diseño que Pedro Benoit realizó en las calurosas tardes de finales de 1883.

Observatorio de La Plata

Cartas originales que intercambiaron Francisco Beuf y Henri Allouard

La visita guiada

El ciclo lectivo 2008 estaba en su tramo final, y la profesora Ángeles Muñoz Ojeda llevó a sus alumnos de la Escuela Media Nº 15 de City Bell a conocer el Observatorio. Poco tiempo antes, el alumno de la carrera de Astronomía, Nicolás Salerno, se había incorporado al equipo que realizaba las visitas guiadas.

“Les conté las versiones sobre la ausencia de las esculturas. Las más difundidas eran dos. Una aseguraba que el barco que las traía de Francia naufragó. La otra, que encalló en Uruguay y fue saqueado. Lo cierto es que no había una sola prueba de una cosa ni de la otra”, afirmó Nicolás.

Como buena museóloga, Ángeles se quedó aquel día observando esos huecos perfectos con los nombres de los científicos grabados sobre cada uno, al estilo de las construcciones de finales del siglo XIX.

“Si estaban los nombres de los científicos tenía que haber más información, me dijo, y me sugirió que algo se podía hacer. Yo le respondí: decime qué y empezamos mañana. Porque el tema también me desvelaba”, añadió Salerno.

Así, empezaron a recorrer un camino que en los 125 años posteriores a la edificación del magnífico inmueble fundacional nadie más había desandado. Y la respuesta la encontraron en el Museo del propio Observatorio. No fue sencillo. Se trata, como es de imaginar, de un archivo inconmensurable donde cada papel vale su peso en oro.

Lo cierto es que Ángeles y Nicolás encontraron la correspondencia entre Francisco Beuf y el escultor parisino Henri Allouard. “Estaba en francés, claro, de manera que la hicimos traducir. Allouard detallaba cómo pensaba llevar a cabo el trabajo, así como hablaba del precio del mismo. Evaluaban dos posibles materiales para hacer las esculturas, el bronce y el mármol”, apuntó Nicolás.

Pero hubo otro descubrimiento. Increíble. Que hasta el día de hoy le pone “la piel de gallina” cuando recuerda el día en que, con el invalorable apoyo del encargado del Museo, Sixto Giménez Benítez, dieron con los bocetos originales que Henri Allouard le envió a Francisco Beuf.

¿Y las esculturas? Más increíble aún. La correspondencia entre el director del Observatorio y el escultor francés se interrumpe en 1890, y como Francisco Beuf murió el 26 de agosto de 1899, Nicolás y Ángeles pensaron por un momento que seguirían contando leyendas.

No hay fondos. Archívese

Pero no. “A Beuf lo reemplazó en el cargo Porro de Somenzi, y éste reinició el contacto con París. Dimos entonces con una brevísima misiva del director del Observatorio en la que, con fecha 9 de marzo de 1909, dice textualmente ‘no disponiéndose de fondos para el objeto expresado, archívese’”.

Observatorio de La Plata

Cartas originales que intercambiaron Francisco Beuf y Henri Allouard

Proyecto Beuf

Ni un barco hundido en el Atlántico ni encallado en Uruguay donde unos malhechores se robaron las esculturas. Estas jamás se hicieron por falta de fondos. Entonces, para Nicolás y Ángeles empezó otra parte de su proyecto, denominado Proyecto Beuf: convencer a la comunidad académica del Observatorio de completar la obra de Benoit 130 años después.

“Hubo mucho debate y distintas posturas. Y estuvo muy bien que así fuese, ya que los huecos vacíos, en cierta medida, formaban parte de la historia del complejo académico y científico. No obstante, armamos una gran presentación para toda la comunidad, que democráticamente eligió hacer las esculturas y completar la obra”, narra Nicolás. Tuvieron el apoyo incondicional del decano de entonces, Adrián Brunini, y el compromiso de la Universidad de costear el 50 por ciento de los trabajos.

Allí comenzó el último tramo del proyecto. Nada sencillo por cierto. Debían hallar a un escultor figurativo (que hiciese figuras humanas realistas, una especie en extinción). Y además, dispuesto a respetar a rajatabla los bocetos que hizo Allouard en 1880 y tantos. ¿Entonces? Cayó del cielo un ángel llamado Xavier Barrera Fontenla, quien se sumó al proyecto con el mismo entusiasmo de Nicolás y Ángeles.

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La docente Ángeles Muñoz Ojeda, el escultor Xavier Barrera Fontenla y Nicolás Salerno, los que completaron la obra del Observatorio 130 años después de su inauguración (Proyecto Beuf)

“Antes averiguamos en Europa. Un escultor italiano, por ejemplo, nos pidió 50 mil euros por cada escultura en bronce y 60 mil si las queríamos en mármol”, ríe Nicolás.

Con una mezcla de resinas y polvo de mármol muy utilizada en Italia, Xavier realizó las esculturas “a medida” del decimonónico escultor parisino Henri Allouard. El estudiante y la profesora supervisaron cada paso.

Finalmente, las figuras de Arago y Bessel ocuparon las hornacinas del frente del edificio el día 20 de junio de 2013. En tanto, las cuatro del contrafrente fueron colocadas para el gran acto por el 130º aniversario del Observatorio, llevado a cabo el 22 de noviembre del mismo año. Rocha, Benoit, Beuf y Allouard pueden estar tranquilos: la obra fundacional se completó tal cual fue pensada un siglo y treinta años después, merced a la vocación y el amor por el patrimonio de un entonces estudiante y una docente.

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Xavier Barrera Fontenla dándole forma a los diseños que el escultor parisino Henri Allouard (el creador de la estatua francesa de San Martín) realizó a finales del siglo XIX (Proyecto Beuf)

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Frente del edificio, con las esculturas de los científicos Bessel y Arago (Proyecto Beuf)
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