Los golpistas están a la vuelta de la esquina

Las imágenes fueron impactantes. Ver carros de asalto y fuerzas federales de seguridad en el mismo lugar donde, hace apenas siete días, casi medio millón de personas montó una fiesta para acompañar la asunción de Lula como presidente de Brasil, trajo horribles recuerdos y un frío recorrió millones de espaldas que cargaron con la dictadura. Pero la radicalización de la derecha no empezó ayer ni es sólo brasileña, sino regional. El capítulo nacional de la mano de una justicia colonizada y de proscripciones al estilo del 55

Los ultraderechistas querían un golpe militar para que regrese Bolsonaro al gobierno (crédito imagen: DW)

golpistas Brasil

En 90 Líneas venimos advirtiendo sobre el crecimiento de la ultraderecha en la Región desde hace aproximadamente dos años. Lamentablemente, no nos equivocamos. Este domingo 8 de enero, a tan solo siete días de que Lula da Silva asumiera la presidencia, una horda de ultraderechistas seguidores del ex mandatario Jair Bolsonaro tomaron la Casa de Gobierno, el Congreso y el Palacio de Justicia en Brasil. Provocaron graves destrozos y robaron armas, al tiempo que pedían por un “golpe militar”.

Lula se encontraba en una región del estado de San Pablo, hasta donde llegó para observar en primera persona las consecuencias de una grave inundación. Luego de ordenar la intervención federal de la capital del país, lo que implica que las fuerzas de seguridad nacionales se hacen cargo de la situación en lugar de la policía local -sospechada de connivencia con los golpistas-, volvió a Brasilia y comenzó a recorrerla. Para entonces, los uniformados ya habían recuperado el control del Congreso y comenzaron a acorralar a los sediciosos. Sobre la medianoche habían detenido a unos 500.

El presidente de izquierda ya había hablado con la prensa, ante la cual dijo que iría a fondo con la investigación sobre el financiamiento de quienes definió como “terroristas” y “fanáticos fascistas”. En ese contexto apuntó al agronegocio y a la minería ilegal, dos actividades que tuvieron su época dorada en los cuatro años de Bolsonaro y que ahora quedaron contra las cuerdas tras los decretos que firmó el líder obrero el mismo 1º de enero.

Lula firmó trece decretos el mismo día de su asunción. Apuntó contra la tenencia de armas por parte de los ciudadanos (liberada durante el bolsonarismo), la deforestación del Amazonas y la minería extractivista ilegal, a la vez que dio marcha atrás con la privatización de 8 empresas públicas, entre ellas Petrobras, Correos y los medios de comunicación estatales. Evidentemente, tocó muchos intereses económicos desde el vamos.

Afirman que el intento de golpe comenzó a prepararse el pasado 3 de enero (Crédito imagen: Diario Época)

Sobre las intenciones de los ultraderechistas, si bien algunos medios de derecha hablaron sin vergüenza de “manifestantes”, fueron calificados como “golpistas” hasta por la poderosa red de comunicación O Globo, promotora en su momento de la prisión de Lula y hoy “deseosa” de terminar con la pesadilla de su Frankestein: Jair Bolsonaro.

Un fenómeno latinoamericano

“Veníamos del golpe en Honduras, un golpe grosero, al estilo de la década del 70, donde apresaron al presidente electo sacándolo de su casa. (Es decir que) el golpe en Paraguay no fue aislado, a punto tal que no terminó en Paraguay: siguió el golpe a Dilma en Brasil y luego el de Evo Morales en Bolivia”.

Así habló el 22 de junio de 2021 Fernando Lugo, el derrocado presidente de Paraguay en 2012, al cumplirse 9 años del “golpe guaraní”.

El primer golpe del siglo XXI en América Latina fue, en efecto, el de Honduras en 2009, cuando se tumbó a Manuel Zelaya. Un año después, lo que en principio pareció un motín policial terminó siendo un intento de golpe de Estado en Ecuador, donde el entonces presidente Rafael Correa se vio obligado a esconderse para no ser asesinado. En 2012 fue el turno de Lugo. En 2019, a la vieja usanza como en Honduras, fue depuesto Evo Morales en Bolivia. Y este domingo 8 de enero de 2023 se dio el golpe fallido en la mayor economía de Latinoamérica, Brasil. En 2016 se había perpetrado el “golpe blando” contra Dilma Rousseff en la principal nación del subcontinente.

En 2021, el avance ultraderechista en la Región, que ya tenía en Brasilia al neofascista Bolsonaro, tuvo dos capítulos centrales. Uno en Chile, donde el pinochetista y ultraconservador católico José Kast ganó las presidenciales en primera vuelta, aunque luego fue derrotado en el balotaje por el izquierdista Gabriel Boric. En tanto, la hija y ex primera dama del dictador peruano Alberto Fujimori, Keiko Fujimori, sobre la que pesa un pedido de 30 años y 10 meses de prisión por lavado de activos, organización criminal y obstrucción a la justicia, perdió en la segunda vuelta contra el maestro rural Pedro Castillo por sólo 40 mil votos. Keiko contó con el apoyo público del Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, quien el año pasado también llamó a votar a Bolsonaro contra Lula y cada vez que puede sponsorea al argentino Mauricio Macri.

Los fanáticos derechistas tomaron la sede de los tres poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Las fuerzas federales recuperaron primero el Congreso (foto). Crédito imagen: Ámbito.

Toma del Poder Judicial, intento de asesinato y proscripción

En nuestro país hay demócratas y no demócratas. En 2015, Daniel Scioli perdió por medio voto el balotaje contra el candidato de gran parte del poder económico, Mauricio Macri, y salió a reconocer la derrota antes de que terminara el escrutinio. Cuatro años más tarde, Macri perdió las PASO ante Alberto Fernández por 4.100.000 votos, y al día siguiente provocó la enésima devaluación de su gestión como inicio de la campaña para las elecciones generales. El mensaje era “¿ven qué pasa si ganan los otros?”. Una actitud democrática y otra no democrática.

Hace rato que es hora de llamar a las cosas por su nombre. La imposición de un relato falso desde 2008 en adelante por parte de los medios hegemónicos de comunicación -que incluyó tantos y tan burdos capítulos que bien valen otra nota- ya cansa. Demasiado.

Lula firmó trece decretos el mismo día de su asunción. Apuntó contra la tenencia de armas por parte de los ciudadanos (liberada durante el bolsonarismo), la deforestación del Amazonas y la minería extractivista ilegal, a la vez que dio marcha atrás con la privatización de 8 empresas públicas, entre ellas Petrobras, Correos y los medios de comunicación estatales. Evidentemente, tocó muchos intereses económicos desde el vamos

Como el gerente del grupo Clarín, Héctor Magnetto, le dijo en 2007 a Néstor Kirchner “Cristina no” y éste le respondió “Cristina sí”, convirtiéndose la mujer platense en la primera presidenta/presidente sobre quien el todopoderoso socio de la dictadura cívico-militar no tenía injerencia, comenzó el “periodismo de guerra”, como le confió Julio Blanck, jefe de redacción de Clarín, a un periodista de La Izquierda Diario poco antes de morir: “¿Si hicimos periodismo de guerra? Sí. Y eso es un muy mal periodismo. ¿Si lo volvería a hacer? No, de ninguna manera”, se sinceró.

«Terroristas» y «fanáticos fascistas» los llamó Lula, quien dio orden de investigar la fuente de financiamiento de los golpistas (Crédito: A24)

Pero como con tapas de diarios y canales de noticias parece que no alcanza, entre 2015 y 2019 ese vasto sector del poder económico argentino se dedicó a colonizar a la justicia, incluyendo a la mismísima Corte Suprema. Hoy, esa Corte de apenas cuatro miembros, dos de los cuales en su momento habían aceptado ser nombrados por Macri mediante un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU), tiene un pedido de juicio político elevado por la Presidencia de la Nación y 11 gobernadores, un hecho sin precedentes. Desde los medios hegemónicos hablan de “ataque a la Corte” y lo hacen sin vergüenza, porque no tienen.

Tomado el poder judicial, uno de los hechos más graves de toda la historia argentina, el intento de asesinato a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, está literalmente cajoneado; el Consejo de la Magistratura está freezado; y la vicemandataria fue proscripta de por vida por dos fiscales ignotos a raíz de una causa judicial donde hay de todo menos pruebas (como no había pruebas para encarcelar a Lula, pero lo encarcelaron).

Así, el poder aquel se aseguró que la dirigente política con más votos propios entre los argentinos y argentinas; dueña de ideas de cambios socioeconómicos que tocan muchos intereses (como los tocó Lula cuando fue presidente y ni bien asumió nuevamente el 1º de enero de 2023), y quizás la única que podía generar una corriente de esperanza en el futuro en gran parte de una sociedad fuertemente desilusionada, quedara fuera de la cancha con vistas a las presidenciales de este año (en la mesa del poder manejan encuestas y estudios de opinión pública que le daban a Cristina Fernández grandes posibilidades de llegar a la Rosada por tercera vez).

En tanto, la ultraderecha nativa, que funciona con un pie en el Pro (Macri-Bullrich) y otro por fuera pero eventual socio a futuro (Milei-Bussi-Espert), se preparan para hacer una campaña al estilo de Carlos Menem en 1989, es decir, buscando generar cierto consenso entre algunos sectores populares amigos del orden y la mano dura para luego aplicar las más recocidas recetas liberales. De hecho, Bullrich hará campaña yendo a todos los festivales tradicionalistas que se hacen en las provincias entre enero y marzo.

Lula se encontraba recorriendo una zona inundada de San Pablo. Al enterarse ordenó la intervención federal de Brasilia y regresó para recorrer la ciudad (Crédito imagen: BBC)

Por su parte, el (supuesto) mediocentro de JxC, Horacio Rodríguez Larreta, hace lo que puede, con la inestimable ayuda mediática, para despegarse del mayor escándalo empresario-político-judicial que se recuerde. El pornográfico nivel de connivencia entre popes de los grandes medios, fiscales y jueces federales y funcionarios porteños que se revelaron mediante los chats de Lago Escondido y del ministro de Justicia de Larreta, Marcelo D’Alessandro, con la mano derecha del presidente de la Corte Suprema, Silvio Robles, recuerdan a la Década Infame; literalmente.

Tiempos durísimos se viven en la Patria Grande. Y por si algo faltaba, ahora los golpistas están a la vuelta de la esquina.

 

El lunes 9 de enero por la noche, tras salir de una reunión con todos los gobernadores del país, el presidente Lula y los mandatarios estaduales marcharon al edificio del Palacio de Justicia junto con legisladores, jueces y ministros. Fue un hecho inédito que fortaleció a la democracia y al líder del PT, al tiempo que acorraló a los golpistas, a quienes en el estadio donde estaban detenidos les informaron que se los juzgará por terrorismo: varios y varias se pusieron a llorar. En tanto, el gobierno brasileño recibió fuertes apoyos desde distintos países de Europa, la Unión Europea, EEUU y toda América Latina

Lula, los gobernadores de todo Brasil, jueces y legisladores marcharon juntos este lunes 9 de enero al Palacio de Justicia en un hecho inédito de reafirmación de la democracia (Crédito imagen: Ámbito)
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