Cecilia Giubileo: el mayor misterio de la historia policial

A las 00:15 del 17 de junio de 1985, tras realizar su ronda en el hospital psiquiátrico Colonia Montes de Oca de Luján, la doctora Cecilia Giubileo entró a la casa de los médicos, que quedaba a 500 metros del edificio central. Nunca más se supo absolutamente nada de ella. Luego se develó que en el nosocomio hacía años que funcionaba un aceitado y tétrico sistema de corrupción. ¿La hicieron desaparecer para que no lo denuncie? ¿Por qué venía recibiendo amenazas telefónicas que le advertían “no jodas más con el hospital”? Es uno de los mayores misterios de la historia policial argentina, que tuvo “demasiadas” similitudes con el accionar de la dictadura

De la Redacción de 90 Líneas.- El 16 de junio de 1985, a las 21:38, la médica Cecilia Enriqueta Giubileo firmó el libro de entradas a la guardia de la Colonia Montes de Oca, el hospital psiquiátrico de Luján, que funcionaba en la pequeña localidad de Torres. Poco más de dos horas y media más tarde, se convertiría en una “desaparecida en democracia”. La causa se cerró sin un solo imputado. Pero el caso reveló una antigua y oscura trama de corrupción en el centro de salud que impactó a la sociedad argentina de entonces.

La doctora, que en aquel despertar democrático del país contaba con sólo 39 años, había firmado el acta de defunción de una paciente de 23 años de nombre Patricia Villalba, y había atendido un caso de fiebre muy alta y una “urticaria gigante”, algo que no le correspondía por su especialidad.

Pero es que aquella fría noche de junio, en la Colonia se dio una situación sumamente sospechosa a la luz de lo que ocurrió después. Giubileo debía compartir la guardia con otra médica y con dos médicos. La otra médica, quien ingresó antes que ella, se retiró temprano, y los médicos faltaron al trabajo. ¿Más sospechoso aún? El hospital estaba incomunicado pues la centralita telefónica se había roto.

Minutos después de la medianoche, tras pasar por el pabellón 7, la doctora se fue a la llamada Casa Médica, un pequeño inmueble apartado 500 metros del edificio central, donde los profesionales descansaban hasta realizar otra ronda, o bien si eran llamados por alguna urgencia.

La acompañó Miguel Cano, uno de los pacientes internados en el psiquiátrico. En el camino se cruzaron con un enfermero de apellido Novello y con la supervisora Nélida Onjuez. El primero le preguntó si había “alguna novedad”, a lo cual Giubileo respondió que había atendido una “urticaria gigante”; la supervisora, de mala manera, le llamó la atención porque había ido al pabellón 7 sin avisarle, lo que generó un breve y poco amigable cruce verbal. Nada que no ocurra casi a diario en cualquier ámbito laboral.

Cano volvió al pabellón. La médica ingresó a la Casa Médica y cerró la puerta. Recién a las 8 de la mañana del lunes 17 de junio, un empleado la fue a buscar por orden del director. Entró y encontró la cama perfectamente tendida y un par de zapatos de mujer color marrón al costado. En la puerta de la Casa seguía estacionado su Renault 6 blanco tal como lo había dejado la noche anterior al llegar. Ni el más mínimo rastro de Cecilia Giubileo.

Muy lejos de denunciar la desaparición y sin siquiera intentar contactar a la profesional, la dirección del hospital inició de inmediato un sumario por “abandono de trabajo”.

La antigua Colonia Montes de Oca (Crédito imagen: Crónica)

Desde 1974

Cecilia Enriqueta Giubileo nació en 1946 en General Pinto, en el seno de una familia de clase alta. Vivió con su padre, su madre -María Lanzetti de Giubileo- y sus tres hermanos varones.

Estudió Medicina en la Universidad Nacional de Córdoba en los años ‘60, época en la que militó en agrupaciones de izquierda y en el “cristianismo revolucionario”. En esos ámbitos conoció al músico Pablo Chabrol, con quien se casó en 1972. Se fueron a España, donde se separaron en menos de un año. De vuelta en Argentina, Cecilia retomó sus estudios y se graduó en 1973.

Al año siguiente ingresó al Hospital Interzonal Neuropsiquiátrico Dr. Domingo Cabred (Colonia Montes de Oca) ubicado en la pequeña localidad de Torres, en el partido de Luján. Se mudó a esa ciudad. Puso un consultorio en Torres, mientras trabajaba en el nosocomio.

El hospital contaba con un edificio en ruinosas condiciones, donde la inmensa mayoría de sus 1.000 pacientes eran crónicos porque sus familias los habían abandonado.

La Casa Médica, último lugar donde se vio a la doctora Cecilia Giubileo (Crédito: TN)

Demasiado tarde

El 19 de junio, Beatriz Ehlinger, empleada de la Colonia y amiga de la médica, fue por iniciativa propia junto con su marido a denunciar el caso en la comisaría. Así se inicio una causa caratulada “averiguación de paradero”, que con el tiempo fue recaratulada como “presunta privación ilegal de la libertad”. Y así quedó hasta que se cerró en el Juzgado de Transición Nº 2 de Mercedes, nos cuenta el periodista Paulo Kablan, especializado en temas policiales.

En esos dos días, increíblemente, la dirección del hospital a cargo del doctor Florencio Eliseo Sánchez ordenó remodelar la Casa Médica. Se pintó el lugar por dentro y por fuera y se cambió el mobiliario. Más de 48 horas sin investigación y “borrón y cuenta nueva” en el último sitio donde había estado Giubileo.

La desaparición en la prensa (Crédito: Opinión Frontal)

El defensor de derechos humanos desde la época de la dictadura y cofundador del Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels), Marcelo Parrilli, fue el abogado de la familia Giubileo. En su momento declaró: “Esa demora (en la investigación) complicó el caso de entrada, porque dificultó luego la recolección de pruebas en el último lugar donde se la vio”.

El caso se manejó burocráticamente -subrayó-, esperando que las pruebas ‘llegaran solas’ al mostrador. No hubo una ofensiva investigadora. La policía caracterizó que ella se había ido por su propia voluntad y eso evitó haber podido recoger de entrada pruebas que a lo mejor existieron, a lo mejor no, nunca se pudo saber”, citó el periodista Juan Ignacio Provéndola cuando se cumplieron 25 años de la desaparición.

Cuando la policía fue a revisar el libro que firmaba el personal al entrar y salir del hospital, se encontraron con que justamente la hoja del día 16 junio había sido arrancada.

Asimismo, pese a que Cecilia Giubileo había llenado en Luján el tanque de su Renault 6 antes de ir a la Colonia, éste se encontraba totalmente vacío.

La teoría de “se fue por voluntad propia y viajó a otro país” que utilizaron muchos con Giubileo, una explicación usada hasta el hartazgo por los negacionistas para referirse a los desaparecidos de la dictadura cívico-militar, empezaba a chocar contra mil paredes: cuando revisaron su departamento en Luján encontraron 4.000 dólares guardados en una caja de cartón. Y en el banco dijeron que su cuenta “no había registrado movimiento alguno”.

Durante la investigación se hallaron cadáveres en el predio (Crédito imagen: infobae)

Con perros adiestrados y decenas de efectivos policiales y agentes judiciales, se barrió el predio de 160 hectáreas donde se hallaba el hospital. Sin embargo, no pudieron drenar la ciénaga “por falta de presupuesto”.

Dijo Marcelo Parrilli: “Si supuestamente la mataron en la colonia y querían ocultar su cuerpo, ése era el lugar ideal. Dijeron que no había fondos para el drenaje. Una barbaridad. Como también es una barbaridad que exista una ciénaga en un lugar donde hay desplazamiento de gente, más aún en un instituto de salud mental”. De hecho, en la ciénaga habían aparecido varias veces cuerpos de pacientes, mientras que durante el rastrillaje se hallaron cadáveres enterrados.

Corrupción total

“Obtener datos fue muy difícil porque, en general, la gente de la colonia no hablaba. Había muchos problemas de corrupción interna, de todo tipo, y se mantenía una suerte de equilibrio biológico en el cual ‘si me mandás al frente a mí, yo te mando al frente a vos, yo robé esto pero vos aquello, yo le pegué a este interno y vos a aquél, yo violé a esta interna y vos a la otra, cosas así’”, relató Parrilli.

Añadió: “Algunos empleados también estaban trastornados. Te daban datos según el humor con el que los agarrabas y, de esa forma, no tenías un punto de referencia en el cual hacer pie. En ese marco fue muy difícil establecer si las cosas sucedieron por un delito, falta de recursos, desidia, imprudencia, porque alguien quiso que ocurrieran de determinada forma. Todo era posible. Lo más ‘prolijo’ es que la hayan matado esa misma noche y la hayan tirado en la ciénaga. Pero… ¿Por qué? ¿Quién o quiénes? ¿Cómo? Imposible saberlo. Nunca pudimos encontrar nada”.

Paulo Kablan hizo notar un dato clave: A la supresión de pruebas por parte de las autoridades del nosocomio se sumó que los empleados que podían dar un testimonio válido, no hablaron, y quienes sí hablaron, dos pacientes, no fueron tomados en cuenta porque eran “insanos mentales”.

Uno de esos pacientes fue Miguel Cano, el que la acompañó hasta la puerta de la Casa Médica la noche del 16 de junio/madrugada del 17 y fue testigo del diálogo de Giubileo con el enfermero y la supervisora: dijo que había visto dos coches negros; uno podía ser el fúnebre que fue a buscar a la paciente fallecida, ¿y el otro?. Además, una interna que fue hallada durante el rastrillaje del predio desnuda en una casilla donde había sido violada afirmó haber visto a la médica “atada y golpeada” en ese mismo lugar.

¿Qué sabía Cecilia Giubileo?

Se tejieron mil hipótesis, algunas inverosímiles: se fue a otro país llevada por una secta; la atacó un paciente; la secuestraron para pedir un rescate (su familia no recibió ningún llamado); se trató de un homicidio común (sobre el que no había indicio alguno); una venganza de una empleada con la que mantenía una relación que se había roto (jamás comprobada). En cambio, sobre lo que había para sospechar, no se pudo o no se quiso investigar. La Colonia era un nicho de corrupción y Cecilia Giubileo recibía amenazas telefónicas donde le decían “no jodas más con el hospital”.

¿Estaba Giubileo investigando tráfico de órganos y sangre de pacientes? ¿O se encontraba tras los pasos de los dos hermanos desaparecidos de su ex marido, de quienes se decía que tras ser detenidos el 18 de octubre de 1975 fueron llevados a ese predio? ¿O sabía todo sobre la tremenda trama de corrupción que se terminó descubriendo en el lugar?

“Apareció una realidad que conmovió al país”

Dijo Kablan: “Cuando se disipó la disparatada pista de una posible fuga -donde analizaron hasta el cansancio, con un sesgo increíblemente machista, todos los detalles de la vida privada de la mujer- las hipótesis se encaminaron a hurgar en los posibles conflictos surgidos de su tarea profesional. Y apareció una realidad que conmovió al país: desde fraudes al Estado con compras inexistentes hasta el fantasma del tráfico de órganos y sangre de pacientes que, en el 85% de los casos, jamás habían recibido visitas de familiares.

Había una combinación de negligencias, complicidades y corrupción muy difícil de ocultar. En un rápido análisis de las cuentas, se determinó que el Estado había pagado 25.000 sábanas para la Colonia, aunque sólo habían entrado al hospital unas cuantas decenas. Se pudo probar que cientos de pacientes habían pasado por la Colonia sin que quedara registrada el alta médica ni la defunción. Se abrió un sumario y el director del hospital respondió que habían escapado, aunque se comprobó que entre los ‘fugados’ había un parapléjico”.

En 1992, a causa de los gravísimos hechos de corrupción hallados, el hospital fue intervenido y el director encarcelado. Murió en prisión. Si tenía alguna verdad, se la llevó a la tumba.

Cecilia Giubileo se casó en 1972 y se fue a España, pero se separó pronto y regresó para terminar la carrera de Medicina. En 1974 entró a trabajar a la Colonia Montes de Oca (Crédito imagen: infobae)

Fuentes consultadas: Opinión Frontal, P12, Infobae, Télam

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