El domingo se juega mucho más que el futuro presidente

Mientras Milei se muestra triunfador, en el peronismo confían en estar remontando y Bullrich juega todas sus fichas a un feroz antikirchnerismo

presidente

Por Roberto Pascual.- Para cualquier observador internacional, poco acostumbrado a la realidad nacional, el actual proceso electoral argentino parece poco menos que inverosímil.

Que cualquier oficialismo con el récord de 12,7% de inflación en el mes previo a las elecciones, un acumulado en 9 meses del 103,2%, con precios de los alimentos subiendo por encima de este promedio al punto que una familia tipo necesitó $320 mil para no se pobre, un dólar desbocado y azuzado por especuladores financieros y políticos que se mueven en forma irresponsable con el objetivo de desestabilizar, con un ministro de Economía y candidato presidencial jaqueado por la falta de reservas internacionales y presiones del Fondo Monetario, pueda tener chances de entrar al balotaje e incluso ganarlo en noviembre parece una utopía.

Sin embargo bien viene a cuento el viejo dicho de Juan Domingo Perón ya recordado en estas mismas columnas: “No es que nosotros seamos tan buenos, sino que los demás son peores”.

¿De qué otra forma podría entenderse que los votantes -frustrados y agotados por promesas incumplidas, casos de corrupción reales o inventados y potenciados hasta el paroxismo por la prensa opositora y por parte de la oposición política que hace de la honradez su principal bandera, sin reconocer que la eficacia y la eficiencia en el manejo de la cosa pública suele ser tanto o más importante y además olvidándose de los propios trapitos sucios- podrían volver a inclinarse por el peronismo?

Resulta que la endeblez conceptual de Patricia Bullrich queda al descubierto en cada aparición pública y no logra enderezar un Carlos Melconian ungido para conducir la economía, pero que se presentaba como un virtual jefe de Gabinete, hasta que se debió apelar a Horacio Rodríguez Larreta para frenar parte de la fuga de sus votantes en una interna descarnada.

Para colmo el ex director del Banco Nación fue blanco de denuncias sobre abuso de autoridad y presuntos pedido de favores sexuales a cambio de cargos, que al economista le costó rebatir, al punto que la conductora del ciclo televisivo, Mirtha Legrand, lo increpó “¡Pero defendete Carlos!”.

Más allá de algunos enchastres a los candidatos que suelen acompañar cada una de las campañas electorales en Argentina, lo cierto que los sinsabores del proyecto de Juntos por el Cambio transita por otros caminos. Con Bullrich se consolidó el ala más dura de la coalición, que pregona a quien quiera oír que la única salida para la crisis argentina es un fenomenal ajuste que principalmente recaerá en los sectores más empobrecidos de la sociedad, a cuyas estructuras y sindicatos considera mafiosos o delincuenciales y, por lo tanto, son el posible blanco del accionar de las fuerzas represivas.

Las propuestas de Milei son aún peores. El objetivo de dolarizar a cómo dé lugar debido a su postura de que el peso es un “excremento” de los políticos argentinos, lo llevan a excesos programáticos y discursivos que lo ponen al borde de la ilegalidad y de promover consciente o no una corrida cambiaria y bancaria por el cual ya fue denunciado e imputado penalmente por la justicia federal.

El libertario y sus propuestas de convertir al circulante del país referenciado en una “canasta de monedas “, menos viable aún que la posible dolarización, y la destrucción lisa y llana del Banco Central además de ponerlo en la mira de la justicia, lo hace partícipe necesario de una de las tantas corridas cambiarias, frecuentes previa a cualquier elección, pero que en esta oportunidad tuvo alcances escandalosos, indudablemente vinculados a una desestabilización política.

Lo cierto es que lo disruptivo de su enfoque pasó de ser atractivo para un sector del electorado, en especial entre los más jóvenes a generar alarma incluso entre los factores de poder que indudablemente apoya, como ser el sector financiero del que proviene su ladero y candidato a jefe de gobierno porteño Ramiro Marra.

Que todas las cámaras que agrupan a los bancos del país, los gremios sin distinción de banderías y hasta la oposición de Juntos por el Cambio se hayan unido al oficialismo en advertir sobre los riesgos de profundizar la embestida contra la moneda nacional, que la propia manda constitucional reclama defender, pareció un exceso cuyas consecuencias electorales aún son difíciles de medir.

Además Milei y sus principales referentes abren a diario nuevos frentes complicados, como ser la propuesta de que los futuros padres deban dar la conformidad para asumir el pago de la cuota alimentaria de sus hijos o la iniciativa de romper relaciones con el Vaticano en el mismo momento en que un Papa argentino preside la Iglesia católica.

EL FACTOR DOLAR

Para Massa las cosas no son sencillas. A la suba desbordada de precios que siguió a la devaluación, se le sumó una corrida cambiaria que llevó al dólar blue por encima de los $1.000, hasta que retrocedió debido a una sumatoria de factores.

En principio rindió frutos las expediciones punitivas a las cuevas porteñas y en particular a la financiera Nimbus de Ivo Esteban Rojnica, a la que el titular de Aduanas, Guillermo Michel identificó como el mayorista de todas las cuevas que venden en forma ilegal la moneda estadounidense.

Además las fuertes intervenciones oficiales en los mercados MEP y Contado con liquidación también virtualmente congelaron las operaciones, logrando que en el caso del blue las cotizaciones cayeran hasta $150, pero a costa de perder algo más de 2.100 millones de dólares en lo que va de octubre. Claro como contrapartida, el presidente Alberto Fernández pudo anunciar la ampliación del swap con China por 6.500 millones de dólares y Massa asumir el compromiso de cancelar por anticipado los vencimientos del resto del año con el FMI, además de ratificar que el dólar oficial se mantendrá en $350 hasta el 15 de noviembre y a partir de esa fecha volver al esquema de las minidevaluaciones diarias.

Massa logró alinear detrás de sí a todas las vertientes del peronismo lo que hizo aumentar las esperanzas de entrar en el balotaje este domingo, con un hito significativo en la liturgia peronista, como fue el acto de Sarandí del 17 de octubre, pero además extendiendo una mano a la oposición en especial al radicalismo, como fue el cierre en el Luna Park para la jefatura de gobierno porteño.

Es claro que la propuesta de gobierno de unidad nacional que pregona el candidato oficialista tiende a seducir a parte del electorado que se inclinará por otras fuerzas políticas este domingo.

Para muchos analistas, el mayor riesgo es que Milei logre un triunfo en primera vuelta, hecho que desde los campamentos oficialistas consideran poco probable, en especial por el arrastre de los votos de Kicillof  en la provincia de mayor peso electoral. También estiman que después del domingo comienza otra carrera donde la imagen de un candidato mesiánico, que generó la advertencia del propio Francisco genera temor en amplias franjas del electorado, incluso entre aquellos que aborrecen al kirchnerimo.

Es claro que una vez más la moneda sobre la disputa electoral más importante de los últimos años está en el aire, pero en el oficialismo confían en que la imagen de hombre de acción y gobernante pragmático, capaz de buscar soluciones innovadoras que logró imponer Massa, pueda ser un activo frente al miedo a lo desconocido de una propuesta que promueve una Argentina que dejó de existir hace más de un siglo y a la que ni siguiera los votantes del libertario están dispuestos a adherir en todos sus alcances.

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