La Planta de Bartolo y el joven Wichí, o sálvese quien pueda

“En la fábula La Planta de Bartolo se refleja un mensaje de solidaridad, dignidad, amistad y acción colectiva, incentivando a los niños a la libertad, la utopía y a la lucha por un mundo mejor” (El Universal, 24/02/2020). En el pobrísimo norte salteño no se escribió una fábula sino una historia real protagonizada por el adolescente wichí Maximiliano Sánchez, con muchos puntos en común con el cuento en cuestión. Historias que merecen conocerse en medio de tanto mensaje de odio y tanta apología del ultraindividualismo

Crédito imagen: Listen Notes

“El buen Bartolo sembró un día un hermoso cuaderno en un macetón. Lo regó, lo puso al calor del sol, y cuando menos lo esperaba, ¡trácate!, brotó una planta tiernita con hojas de todos colores. Pronto la plantita comenzó a dar cuadernos. Eran cuadernos hermosísimos, como esos que les gustan a los chicos (…)”

“Bartolo palmoteó siete veces de contento y dijo: ahora, ¡todos los chicos tendrán cuadernos! ¡Pobrecitos los chicos del pueblo! Estaban tan caros los cuadernos que las mamás, en lugar de alegrarse porque escribían mucho y los iban terminando, se enojaban y les decían ‘¡ya terminaste otro cuaderno, con lo que valen!’ Y los pobres chicos no sabían qué hacer”.

Así comienza el bellísimo cuento La Planta de Bartolo de la escritora y docente argentina Laura Devetach, incluido en su libro La Torre de Cubos. Quienes hicimos los primeros años de la primaria en la escuela pública de comienzos de los 70 y con buenas maestras, tuvimos el privilegio de crecer con esos maravillosos cuentos que nos marcaron a fuego. Desde el 24 de marzo de 1976, la obra de Laura Devetach estuvo prohibida.

¿Cómo sigue La Planta de Bartolo? Bueno, el Vendedor de Cuadernos del pueblo se enojó muchísimo porque los chicos ya no le compraban sus cuadernos carísimos, entonces tentó a Bartolo con todo lo que un niño puede querer y más también para que le vendiese su planta, y como no logró convencerlo lo fue a buscar con la policía… El resto, se puede leer en Internet. No lo vamos a spoilear.

Lo cierto es que las historias de Laura Devetach, con el tiempo reconocida y multipremiada a nivel nacional e internacional, para las pequeñas mentes dictatoriales eran socialistas o comunistas o algo por el estilo, de modo que sus libros fueron prohibidos de toda prohibición.

La planta de Bartolo

Laura Devetach, la escritora, poeta y docente prohibida por la dictadura (crédito foto: La Nación)

Maxi, la (no) conectividad y su netbook

¿Alguien se preguntó alguna vez qué hubiese ocurrido con las clases pandémicas a distancia si el plan Conectar Igualdad se hubiera mantenido y profundizado en los años 2016, 2017, 2018 y 2019? ¿Y si en una suerte de utópica política de Estado en ese tiempo se hubiese extendido la conectividad a las zonas marginadas del país?

Son preguntas contrafácticas. Pero no caben dudas de que, aunque no habríamos evitado retrocesos, las cosas hubieran sido mucho más sencillas para millones de niños, niñas y adolescentes.

“¿Por qué cree que fue prohibido su libro La Torre de Cubos? – Y… porque por ahí desnuda algunos mecanismos sencillos del sistema capitalista. Como que contárselos a los chicos está mal. Pero los chicos viven eso todos los días” (Laura Devetach, Infobae, 07/10/2017).

En contexto de plena pandemia, Mario Maximiliano Sánchez (17), integrante de la comunidad Misión Wichí de General Mosconi, un marginado municipio del departamento salteño de San Martín, le contó a la periodista Laura Urbano del suplemento Salta/12 (del diario Página/12) que “la falta de conectividad fue un problema para las comunidades durante la pandemia” y que él no pudo continuar sus estudios con normalidad, por lo que terminó adeudando algunos trimestres (que luego recuperó).

Pero Maxi no se quedó de brazos cruzados. Inventó una App que traduce su lengua natal al español y viceversa, sin necesidad de utilizar internet. Merced a esa creación, fue uno de los 50 estudiantes de todo el mundo nominados por la Fundación Varkey para el Global Student Prize (otro postulado por Argentina fue Lisandro Acuña, del porteño colegio ORT).

La planta de Bartolo

Maxi con su netbook de Conectar Igualdad en su vivienda de General Mosconi, Salta (crédito foto: Los Andes)

El Global Student Prize es un premio de 100.000 dólares que entrega Chegg, una empresa estadounidense de tecnología educativa con sede en Santa Clara, California, a estudiantes “excepcionales” que hagan desarrollos con “un impacto real en el aprendizaje, la vida de sus compañeros y en la sociedad”, según cuentan en su Web.

Maxi vive con su abuela y su hermana. La mujer lo crió desde los cuatro años. Ella tiene 60 y no puede acceder a la pensión «porque siempre le dicen que le faltan papeles”, le contó el joven a Salta/12.

También hizo notar que su aplicación, durante el desarrollo, encontró los impedimentos de las desigualdades: donde vive Maximiliano no hay acceso a la conectividad, y si la hubiera “no podríamos pagarla tampoco”, dijo.

Consustanciado con su comunidad y sus compañeros, la mayoría de los cuales abandona los estudios al finalizar la primaria y el resto tiene que desandar más de 5 kilómetros para llegar a la escuela, Maxi comentó que su principal anhelo es transformar la realidad que provoca la enorme deserción escolar en la Misión Wichí y que su pueblo sea entendido.

El joven tiene una netbook del plan Conectar Igualdad, y lejos de pensar en sí mismo y en su logro personal, como una suerte de Bartolo real, quiere que todos puedan acceder a la escuela y a las oportunidades que la educación abre.

¿Cuántas plantas de Bartolo y cuántos Bartolos le estarían faltando a la Argentina actual?

La planta de Bartolo

Maximiliano Sánchez (crédito foto: Salta 12)

Esta nota fue publicada originalmente el 22 de septiembre de 2021.

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