Con el techo de un aula caído y sin baños, la Escuela Primaria 61 de Etcheverry no puede iniciar las clases

Un grupo de ex alumnos está movilizado para emprender las tareas que debería hacer la dirección de Escuelas bonaerense. Las gestiones de la directora no alcanzaron y ya se suspendieron las clases porque el edificio está prácticamente inhabitable

Algunas tejas que se cayeron fueron recuperadas y apiladas, pero la obra de reparación del techo nunca llegó

Nada alcanzó para persuadir a las autoridades educativas bonaerenses ni tampoco de la Ciudad de La Plata, sí también de la Municipalidad  (los funcionarios están muy bien entrenado en mirar para el costado cuando algo «le corresponde al otro») de que en las paupérrimas condiciones en que se encuentra la única escuela primaria pública de Angel Etchverry, la número 61, no iba a poder iniciarse el ciclo lectivo luego de un año de pandemia que imposibilitó la presencialidad.

No alcanzaron las advertencias y presentaciones de la directora Mariana Calantoni ni el justo reclamo de los padres de los alumnos. Tampoco fue suficiente un minucioso proyecto elaborado por la propia directora para construir establecimientos en tierras del ferrocarril sabiendo que lo inevitable iba a suceder. Y sucedió sin que nadie mueva un pelo:

La directora del establecimiento informó a docentes y alumnos que las clases no pueden comenzar porque todavía no se arregló el techo del aula que se vino abajo el 1° diciembre del año pasado y a eso se suma que los baños están a la miseria e inutilizables.

«Así no empezamos y ya fueron notificados los padres», señaló Calantoni a 90lineas.com y agregó que «lamentablemente no empezaron ninguna obra y seguimos esperando, las clases no arrancan a pesar de tener algunos espacios acondicionados porque no tenemos baños disponibles». Con respecto al techo que se cayó en diciembre «lo único que se hizo es juntar los escombros».

En medio de esta decepción de la comunidad educativa porque esperaban que sus chicos pudieran concurrir a las aulas luego de un año donde todo fue virtual, reencontrarse con sus maestras y sus compañeros, un grupo de exalumnos y alumnas del establecimiento comenzó a movilizarse para ayudar con materiales y mano de obra ante la quietud de los funcionarios de turno.

María Luz Bohares es una de las impulsoras de esa movida por amor a la escuela. En diálogo con este diario sostuvo: «Decidimos formar un grupo de exalumnos de la institución, no todos tenemos hijas o hijos que concurren al colegio pero nosotros nos formamos allí, le tenemos mucho aprecio y cariño a la escuela y nos da mucha pena lo que está pasando. El objetivo es apoyar al grupo humano que trabaja, tanto directivos como docentes y no docentes que son quienes se están moviendo para que la escuela vuelva a ser lo que era y que se resuelvan todas las dificultades, no sólo lo del techo sino otras cosas que ya existían anteriormente».

«Vamos dando ideas, opiniones y próximamente nos vamos a reunir para poder visualizar mejor el problema e informarnos todos de la misma manera y poder tomar medidas al respecto para colaborar», expresó Bohares.

Más de allá de la buena voluntad de padres o exalumnos que siempre es bienvenida en los establecimientos públicos, como por ejemplo con las tareas que desarrollan las cooperadoras, lo concreto es que las autoridades provinciales que ya conocen la situación nada hicieron para evitar lo que finalmente sucedió, que las clases no pueden comenzar. Tampoco hicieron nada desde el Municipio. Quizás algún funcionario de segunda línea salga a decir ahora que en su momento se acercó a hablar  con las autoridades del colegio, miró el desastre y puso los oídos. Pero lo que es seguro es que se fue sin volver con las soluciones concretas.

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