Las criaturas marinas que vivieron en la Patagonia

Mandíbulas gigantes. Predadores voraces. Reyes de un mar prehistórico. Investigadores de tres museos nacionales y el CONICET realizaron increíbles hallazgos

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Imagen gentileza para 90lineas.com del Conicet La Plata (Derecho de Autor: que prohibida su reproducción en otro medio)

Como si de una película de ciencia ficción se tratase, la realidad que ocurría en la prehistórica Patagonia argentina es fascinante. Viajemos por un momento a un mundo en el cual gigantes depredadores marinos dominan las aguas con la misma voracidad que los “mediáticos” tiranosaurios rex en tierra firme.

Es un estudio realizado en conjunto por investigadores de los museos de La Plata, Zapala y San Rafael, junto con el CONICET, el que ha permitido reconstruir cómo era la vida en el oeste argentino hace 150 millones de años.

Muy lejos del actual clima frío y la enorme cordillera, en lo que hoy es Neuquén y el sur de Mendoza existía un enorme golfo de aguas templadas. Así lo afirma Marta Fernández, investigadora del Museo de La Plata, que también habla de la fauna marina que gobernaba en el Jurásico más tardío: verdaderos “monstruos marinos” que promediaban los diez metros de longitud.

Las criaturas que reinaban los mares de ese entonces eran los ictiosaurios, unos enormes lagartos con forma de pez y que se asemejaban a los actuales delfines, los pliosaurios, una variante con cabeza más grande, así también como tortugas marinas y cocodrilos que, a diferencias los actuales, tenían sus cuerpos desnudos, es decir, sin escamas, y sus patas anteriores se habían transformado en aletas. “Estas formas no tienen parientes vivientes próximos”, cuenta Fernández acerca de la inevitable extinción que sufrieron.

Los ictiosaurios tenían la aleta de la cola en forma vertical, no horizontal, a diferencia de los delfines con los que se los asocia. Además, las investigaciones demuestran que no eran mamíferos, lo que hace suponer que nadaban de un modo más parecido al de un tiburón.

Los pliosaurios e ictiosaurios, a diferencia de la mayoría de los reptiles actuales, no se reproducían mediante huevos, sino que parían las crías vivas. Existen evidencias sobre los ictiosaurios descubiertas en Alemania, donde se hallaron fósiles de hembras preñadas que murieron en el momento en que estaban «dando a luz”.

Además, se encontraron ejemplares de plesiosaurios en la región norte neuquina. Una mandíbula de dos metros, lo que nos permite imaginar una bestia temible. “Tenían aletas. Ni manos ni patas como los reptiles que uno conoce. Algunas formas llegaron a medir hasta doce metros de largo”, apunta la investigadora.

Las investigaciones tienen lugar en Vaca Muerta, los conocidos yacimientos de hidrocarburos, y recientemente han descubierto dos nuevas especies de ictiosaurios en Neuquén, además de un cocodrilo marino al sur de Mendoza. Fernández destaca la participación de investigadores de tres museos diferentes, que con gran esfuerzo logran reconstruir lo que ocurría en estas tierras hace millones de años. “Los descubrimientos serían imposibles sin la ayuda de quienes buscan petróleo en esa zona”, destaca.

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Pero no hay que viajar tantos kilómetros para observar los restos de dichos depredadores. En el Museo de La Plata, en la sala curva, hay una réplica del hallazgo de un ictiosaurio. Un ejemplar impresionante que permite imaginar el tipo de criaturas que habitaban aquellos mares.

Los estudios sugieren que la mayor parte de la fauna prehistórica no vivía en el golfo, sino en mar abierto, y que se acercaban a esa región para alimentarse y reproducirse. “Imaginemos una península de Valdés donde por temporadas se acercan ballenas, delfines y orcas, pero ello no quiere decir que vivan allí. Son animales de mar abierto que llegan con propósitos concretos”, explica Fernández.

Imagen gentileza para 90lineas.com del Conicet La Plata (Derecho de Autor: que prohibida su reproducción en otro medio)

Por último, los investigadores lograron recientemente reconstruir, a partir de restos fósiles de unas glándulas ubicadas en la cabeza de un ejemplar, lo que ya habían confirmado como un hallazgo impresionante. Y es que, como especifica Fernández, a diferencia de los mamíferos actuales como las orcas o los delfines, cuyos riñones son muy eficientes para la filtración, absorción y reabsorción del agua, las criaturas prehistóricas precisaban de unos “falsos riñones” para complementar ese proceso. Las evidencias permiten suponer que dichas glándulas se encontraban presentes tanto en ictiosaurios como en plesiosaurios.

Una investigación que permite, sin dudas, imaginar los terrores que acechaban los mares hace millones de años y cuyos restos fósiles yacen en territorio argentino. Criaturas temibles que poco tienen que envidiarle a los grandes predadores terrestres “hollywoodenses”.

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