Cuando el periodismo aún era un sano oficio, cuando los periodistas eran una suerte de artesanos que no tenían computadora ni, por ende, internet, redes sociales ni canales de noticias 7×24 en TV que les ahorraban una enorme parte del trabajo; cuando el periodismo no era una profesión viciada, cuando los periodistas hacían crónicas, notas elaboradas, contaban historias y reparaban en cada detalle, cada coma, cada punto, buscaban sinónimos, chequeaban la información dos o tres veces en vez de ser “operadores” en 140 caracteres… cuando el periodismo era de papel, la intuición jugaba un rol clave y la valentía era imprescindible para romper moldes. En esos tiempos no existían las famosas “placas de Crónica (TV)”, sino las tapas de Crónica. Y la visión de un hombre polémico para algunos, maestro de periodistas para muchos y emblema del oficio en Argentina para todos: el dueño y fundador del diario, Héctor Ricardo “el Gallego” García (18/11/1932 – 28/6/2019).
Demás está decir que la descripción comparativa entre “aquel” y “este” periodismo y entre “aquellos” y “estos” periodistas es, como todas las generalizaciones, tremendamente injusta. La inmensa mayoría sigue trabajando a conciencia. Lo que ocurre, lamentablemente, es que aquellos que deshonran este oficio maravilloso, que entre “todos los oficios terrestres” gracias a Dios eligió Rodolfo Walsh, son los que tienen cámara y micrófono todo el día, todos los días, en los medios hegemónicos que mienten, manipulan, ocultan y se mueven al compás de inconfesables intereses. Pero ese es otro tema.
Lo cierto es que “cuando el periodismo era de papel” y blanco y negro, allá por julio de 1963, un Héctor Ricardo García de sólo 31 años fundó el diario Crónica. Al principio fue un vespertino con dos ediciones, la 5ta y la 6ta, como se acostumbraba en aquellos tiempos. Básicamente, como el vértigo informativo se daba por la tarde, los periódicos sacaban a la venta “la quinta edición” después del mediodía y “la sexta” a la tardecita con una actualización de las noticias de la 5ta y nueva información.
“Crónica, La Razón, La Gaceta, diariooooooo!!!”, gritaban los vendedores de periódicos que en ese entonces caminaban las calles con los ejemplares bajo el brazo. Pocas cuadras, pues la gente se los sacaba de las manos.
A las ediciones 5ta y 6ta vespertinas que comenzó editando en aquel 1963, Crónica añadió luego una edición matutina. Las dos primeras dejarían de hacerse en los 90, cuando el periodismo empezó a dar vuelco al ritmo de nuevos canales de información que iban surgiendo. Sobre todo, los noticieros de la TV.
HEREDERO DE CRÍTICA
Cuando nació, Crónica vendía 5.000 ejemplares diarios. En 1974 ya estaba en torno a los 600.000 sumando sus tres ediciones. Una “locura absoluta” a la luz de los números que en marzo de 2020 dio a conocer el Instituto de Verificación de Circulaciones (IVC): en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) Clarín, el diario con mayor circulación del país, promediaba 130.000 ejemplares diarios. Ese informe, que más adelante veremos con cierto detalle, habla a las claras de la debacle del diario en papel (NdR. la venta de periódicos bajó todavía más durante la pandemia que comenzó, justamente, en marzo del año pasado).
Crónica abrió un año después del cierre de Crítica (1913-1962), un diario emblemático del periodismo argentino. Heredó no sólo a la mayor parte de su staff, sino a su estilo popular y sensacionalista. Aunque Héctor Ricardo García, con el tiempo, iría por más.
El 1º de julio de 1974 había muerto el mayor líder popular de la historia argentina, el General Juan Domingo Perón. El gobierno quedó en manos de su esposa, Isabel Martínez, o, más bien, de José López Rega, un personaje siniestro que manejaba a “Isabelita” a su antojo. Y su antojo se basaba, por ejemplo, en una sigla que marcó el camino de lo que sobrevendría el 24 de marzo de 1976: AAA (Alianza Anticomunista Argentina), una organización paramilitar que mataba a plena luz del día (entre muchos otros, asesinó al Padre Carlos Mugica, quien hoy da nombre a la ex Villa 31 de Retiro).
El clima en el país era intolerable, aunque las elecciones estaban a la vuelta de la esquina; elecciones que desde ya nunca se llevarían a cabo. El enfrentamiento armado entre la izquierda peronista identificada mayormente con Montoneros y la ultraderecha marcaban el ritmo cotidiano.
En ese contexto, el Gobierno nacional convocó a “todos” los medios de prensa a la Casa Rosada para el 31 de octubre de aquel 1974 porque la presidenta iba a realizar un “importante anuncio”. Todos fueron. Fallar a una convocatoria del Ejecutivo que, en rigor de verdad, estaba en manos de López Rega y la ultraderecha peronista implicaba un riesgo que nadie quería correr. O sí.
LA BELLA Y LA BESTIA
Ese “todos” fue, en realidad, todos menos uno. Cuentan periodistas que entonces trabajaban en Crónica que Héctor García, un hombre campechano al que le gustaba estar en la redacción y charlar con todos, dijo “no, a Casa Rosada no”. Y pidió que un equipo saliera de inmediato con destino al aeropuerto de Ezeiza. Le había llegado una información de muy buena fuente y, si se confirmaba, el diario ya tenía su tapa.
“Crónica imprimía tres ediciones diarias que en 1964 vendían 200 mil ejemplares, y el matutino, otros 100 mil. Entre 1968 y 1973 el diario alcanzó un promedio de ventas cercano a los 600 mil ejemplares diarios. Pero hubo dos ocasiones donde superó el millón”, reseñó la periodista Susana Ceballos en una extensa nota sobre García que se publicó el día de su muerte. Y añadió: “La primera, el 31 de octubre de 1974, con una tapa que anunciaba el explosivo romance entre la bella y el campeón, o sea, entre Susana Giménez y Carlos Monzón”.
Sí. Aunque hoy parezca increíble, Crónica vendió aquel día más de un millón de ejemplares. Más de 17 estadios de River total y absolutamente abarrotados. Fue la primera vez. Y fue por la visión periodística de su dueño y director.
La segunda vez que Crónica superó el millón de ejemplares vendidos fue cuando Argentina ganó el Mundial de fútbol en 1978.
Ahora bien, ¿qué sucedió con el diario? Fue sancionado y multado por el Gobierno nacional, quien lo puso en su mira. Pero lo que quedó para la historia y el estudio del periodismo fue aquella tapa, aquel récord de ventas y la jugada tan arriesgada como maestra de Héctor García.
El propio periodista contó en un programa de Susana Giménez cuáles fueron las dos tapas más destacadas de la historia del diario: la que mostraba a la diva viajando junto a Carlos Monzón hacia Venezuela y la del día que la selección nacional de fútbol salió campeona en el 78.
TAPAS QUE HICIERON HISTORIA
Crónica y sus tapas ya habían entrado en la historia del periodismo argentino. Por caso, la que sacó el día que falleció Juan Domingo Perón, simplemente con la palabra “murió” en mayúsculas y ocupando un espacio gigante, al menos hasta hace varios años se estudiaba en las escuelas de periodismo.
También destacaron la del desembarco en las Islas Malvinas, la dedicada a Robledo Puch, al asesinato de José Ignacio Rucci, la de la megamovilización popular contra la dictadura cívico-militar en diciembre de 1982, entre muchas otras.
En su primer número, Héctor García definió el estilo que tendría el diario: “Nada de eufemismos ni retorcimientos idiomáticos. La voz popular ha de recogerse para el mejor entendimiento de la información. El idioma argentino será nuestra manera de decir las cosas. A la verdad hay que gritarla en su mayor sencillez”.
Más adelante señaló que “la mejor definición (del diario) la hacen las agencias de noticias norteamericanas cuando mandan un cable y lo encabezan diciendo ‘según el diario populista argentino Crónica…”
LA DEBACLE
Como se dijo, el diario en papel arrastra una grave crisis que no reconoce fronteras. No obstante, como veremos, no todos los diarios fueron afectados de igual modo. Por ejemplo, el diario Clarín es el más afectado por la merma en las ventas pese a que sigue siendo el más vendido.
De acuerdo a datos del Instituto de Verificación de Circulaciones (IVC), las ediciones impresas de los principales diarios cayeron en promedio un 47% entre marzo de 2016 y marzo de 2020. Es decir que esa fuerte baja no incluye la caída que sobrevino con la pandemia.
En ese periodo y en el AMBA, Clarín pasó de vender 209.000 ejemplares diarios a 130.000 (-38%); La Nación, en todo el país, de 132.000 a 74.000 (-42%); La Gaceta de Tucumán de 47.000 a 26.000 (-45%); Los Andes de Mendoza de 21.000 a 14.000 (-34%); Río Negro de 20.000 a 9.300 (-54%); El Tribuno de Jujuy de 11.000 a 4.300 (-59%), para poner algunos ejemplos.
En abril de 2018, en un artículo publicado por el medio Letra P, el investigador del ICEP-UNQ, Martín Becerra, aseveró que “en los últimos 15 años Clarín perdió 50% de sus lectores, una caída muy superior al promedio de una industria cuesta abajo. La expansión del Grupo se consume un capital simbólico acumulado durante décadas”.
El fenómeno no es local ni mucho menos. El sitio El Español acaba de publicar que “el Estudio General de Medios (EGM) indicó que en la primera parte de 2021 sólo 6.618.000 personas leyeron un ejemplar de un periódico de media diaria. El dato supone un retroceso de más de 1,8 millones si se compara con la primera oleada de 2020, cuando los lectores llegaron a 8,4 millones. Esto significa que en el año de la pandemia (desde abril de 2020 a abril de 2021) la prensa ha perdido un 21% de los lectores que tenía hasta antes de la llegada de la Covid”.