Fue idea de María Eva Duarte de Perón. La de emplazar en la actual esquina de Figueroa Alcorta y Austria, en la capital federal y frente a la torre de Canal 7 (hoy, TV Pública), una obra monumental en homenaje al trabajador argentino. Se llamaría Monumento al Descamisado y tendría 137 metros de altura, es decir, 44 más que la Estatua de la Libertad de Nueva York, en Estados Unidos, y 99 más que el Cristo Redentor de Río de Janeiro, en Brasil.
Sería el complejo escultórico más grande del mundo para su época, con una base de 100 por 100 metros (superficie similar al estadio de River Plate), un peso de 42.000 toneladas, tres niveles, 14 ascensores, un mirador en altura y una sala principal con 16 estatuas representativas de la independencia económica, la justicia social, la soberanía política, los derechos de los trabajadores, entre otras temáticas. Todo en mármol de carrara.
Sin dudas, además de generar inversiones y trabajo, la obra no era monumental por un capricho, sino que respondía a los cánones arquitectónicos de los años 50 en el mundo entero. Y a futuro, se convertiría en un atractivo turístico: ¿Quién se perdería el monumento más alto e imponente del planeta?
Eva Perón
“Que sea el mayor del mundo. Tiene que culminar con la figura del descamisado. En el monumento mismo haremos el museo del peronismo. Habrá una cripta para que allí descansen los restos de un descamisado auténtico, de aquellos que cayeron en las jornadas de la revolución. Allí espero descansar también yo cuando muera”, le dijo Evita al escultor.
El diseño del complejo fue encomendado al reconocido escultor italiano Leone Tomassi, por entonces radicado en la Argentina. La gigantesca base terminaba en la figura de un trabajador de 67 metros de altura. Un hombre “con gesto adusto, camisa abierta que dejaba ver el pecho, mangas arremangadas, puños apretados y la vista puesta hacia el Río de la Plata, como un ‘faro monumental’ para la Ciudad”, describieron los periodistas Alejandro Tejero Vacas y María Alicia Alvado.
El cáncer avanzaba sobre el frágil cuerpo de Eva Perón de manera inexorable. Fue entonces cuando se tomó la decisión de añadir al complejo una cripta subterránea donde descansarían los restos de la entonces Primera Dama.
¿Fue sólo un proyecto? En absoluto. Los trabajos comenzaron promediando el año 1951 con Evita en vida y avanzaban a muy buen ritmo, al punto que la base estaba casi terminada, al igual que varias de las 16 esculturas secundarias a la del “descamisado”.
Y LLEGÓ EL HURACÁN DE RESENTIMIENTO
El derrocamiento del gobierno democrático y popular mediante el sanguinario golpe de Estado de 1955 tras el bombardeo de la Plaza de Mayo y alrededores con un saldo de 355 civiles muertos -entre ellos, muchos niños y niñas de escuelas primarias-, el bombardeo de barrios de la Ensenada de Barragán y las cañoneras apuntando a la Destilería YPF de La Plata borraron de un plumazo toda la obra.
Los cimientos fueron sellados y las estatuas alegóricas de mármol de carrara que ya estaban terminadas fueron decapitadas, destruidas o tiradas al Riachuelo. Pero algunas se lograron preservar. Los asesinos dejaron sus huellas por todos lados.
Eva Perón
En 1983, tras el regreso de la democracia, operarios del ministerio de Obras Públicas que sabían dónde estaban los restos de las obras arrojadas al Riachuelo se lo contaron al entonces intendente de Lomas de Zamora, Eduardo Duhalde, a quien le solicitaron que se les permitiera sacarlos del fondo del agua.
Allí se recuperaron dos estatuas de 4,5 metros de altura y 45 toneladas de peso a las cuales les habían cortado la cabeza -una de Evita con el libro “La razón de mi vida” entre sus manos y otra de Perón con un obrero leyendo el decálogo de “Los derechos del trabajador” sancionados en 1947-, así como un bloque sin terminar del mismo tamaño. Se las guardó celosamente, y en 1996 se las trasladó a la Quinta 17 de Octubre de San Vicente donde descansan los restos de Perón.
Eva Perón
Eva Perón
El hijo del escultor Tomassi se ofreció a reparar las piezas vandalizadas, pero le dijeron que las dejara así “para que quedara registro del tremendo odio que motivó su destrucción”.
La escultura que representaba a la independencia económica, en tanto, fue guardada en un galpón del puerto de Mar del Plata hasta que en 1987 se la emplazó en la esquina de Martínez de Hoz y 12 de Octubre de esa ciudad bajo la leyenda “Monumento al hombre de mar”.
Se guardó durante 32 años a la “independencia económica” y luego se la colocó en una esquina de la calle Martínez de Hoz: si hubiesen querido ser más crueles, imposible.
EL DECÁLOGO DEL ODIO
Lo cierto es que los restos de Evita, en un país normal que hubiese respetado la democracia y las instituciones, hoy descansaría bajo la mayor obra monumental del mundo que, a su vez, sería un enorme imán turístico. Pero la otra historia, la del odio de clase que convirtió el cadáver de la lideresa popular en trofeo de una guerra que se declaró unilateralmente y en la que perdimos (casi) todos hasta hoy, es más conocida. No obstante, vale la pena repasarla.
1-María Eva Duarte murió el 26 de julio de 1952 a causa de un cáncer de cuello de útero
2-Se decidió embalsamar su cuerpo, el cual quedó en el primer piso de la sede de la CGT hasta que se terminara el Monumento al Descamisado y pudiera ser trasladada
3-Luego del golpe del 16 de septiembre de 1955, por órdenes directas del presidente de facto, general Pedro Eugenio Aramburu, un comando de marinos encabezado por el ultra-archi-antiperonista teniente coronel Carlos de Moori Koening secuestró el cuerpo. Ello ocurrió el 22 de noviembre. Antes de llevarlo, orinaron sobre el mismo
4-Moori Koening, evidentemente un hombre psiquiátrico, paseó a Evita en su camioneta durante días por la capital federal, hasta que la guardó en su despacho, donde acomodó el cuerpo “de pie”
5-El “comando necrofílico” de Aramburu estaba tan paranoico que una noche mataron a una embarazada que pasaba por el lugar creyendo que se trataba de un “comando peronista” que pretendía recuperar el cadáver
6-Parece ser que para Aramburu eso fue «demasiado» y reemplazó a Koening por el coronel Héctor Cabanillas. Se pensó en quemarla, en enterrarla en un lugar secreto, pero era tanto el temor que tenían de que se descubriese la verdad y se desatara una rebelión popular, que pusieron en marcha la “operación traslado”. El teniente coronel Alejandro Agustín Lanusse -quien en el futuro también sería presidente de facto-, con apoyo del cura Francisco Rotger -nexo de la dictadura con la jerarquía de la Iglesia Católica argentina y con el Vaticano-, armaron todo para sacarla del país
7-Abril de 1957. El cuerpo de Evita es embarcado con destino a Génova, Italia, bajo el falso nombre de María Maggi de Magistris
8-Fue enterrado con ese nombre en la tumba 41 del campo 86 del Cementerio Mayor de Milán. Durante 15 años nada se supo de su destino
9-En 1970 Montoneros secuestró al general Aramburu y pidió a cambio de su libertad la restitución de los restos de Eva Perón. Ello no ocurrió. Entonces, cuando fue presidente, Lanusse organizó la devolución de los restos. Se encargó Cabanillas, quien la entregó a Perón en España el 3 de septiembre de 1971. Le habían cortado un dedo y aplastado la nariz
10-El 17 de noviembre de 1974, muerto Perón, la presidenta Estela Martínez trajo los restos al país y los llevó a la quinta de Olivos (Perón quiso mantenerlos en Madrid para no empeorar la brutal interna de su partido en Argentina). Llegó la dictadura genocida del 76, lo sacó de Olivos y lo entregó a su familia. Desde entonces descansa en la bóveda Duarte del cementerio de la Recoleta
Eva Perón