Uno de los mayores desafíos de los historiadores es “ponerle fecha” al nacimiento de un proceso político, movimiento social, fenómeno cultural. Es por ello que casi siempre se echa el ancla en un acontecimiento puntual, siempre y cuando sea una mayoría la que coincide en considerarlo lo suficientemente trascendente.
Por ejemplo: ¿Cuándo nació el heavy metal? Si se consulta a cien musicólogos se obtendrán respuestas dispares. Pero “los más” acuerdan en que la fecha de publicación del tema Black Sabbath, del grupo británico homónimo, es la que debe figurar en el DNI de ese género como la de su alumbramiento.
¿Y el rock nacional? Sin entrar en el eterno debate entre aquellos que dicen que el rock es rock y, por lo tanto, no existe uno argentino, otro francés, otro mexicano y así sucesivamente, y quienes afirman que sí reviste la categoría de, al menos, subgénero (“Yo soy un músico de rock nacional. El rock no lo inventé, pero mi música es nacional porque está fabricada acá”, sentenció Pappo con su entrañable estilo directo y simple), digamos que hay tantas “teorías” sobre su nacimiento como grupos y canciones a lo largo de la década de los ’60 (eso nadie lo discute; nació en ese decenio).
Que Johnny Tedesco. Que Sandro y Los de Fuego. Que Tanguito cantando Mi Pancha con el grupo Los Dukes. Que Los Gatos Salvajes. Y un larguísimo etcétera. No obstante lo cual, la mayoría de los musicólogos argentos coinciden en que el 3 de julio de 1967, fecha en que salió a la venta el disco sencillo que contenía en el lado A el tema La Balsa (de Tanguito y Litto Nebbia) y en el lado B la canción Ayer nomás, de Moris, ambas “piezas” interpretadas por el “quinteto” Los Gatos, fue el pistoletazo de largada del rock argentino. Y por varios factores.
El factor principal tiene un número, o dos: 200.000 para algunos, 250.000 para otros. Lo cierto es que, mil más o mil menos, esa es la cantidad de copias que vendió el disco. Una cantidad astronómica para la época, y más aún si se trataba de un grupo nacido en La Cueva, el nocturno reducto bohemio que congregaba a quienes, con el tiempo, serían bautizados como “los pioneros” del rock nacional.
El éxito de ese sencillo fue tan grande que el hasta entonces minoritario rock en castellano se volvió masivo; al menos entre todos los que no se sentían representados por la música comercial que tuvo como plataforma de despegue el programa de TV El Club del Clan, reciclado desde 1970 bajo los nombres de Música en Libertad y Alta Tensión.
La balsa y Ayer nomás (disco sencillo del 3 de julio de 1967)
Recital en el Gran Rex al cumplirse 40 años de la creación del grupo (2007)
La Cueva y el rock eran una combinación explosiva para los complejos años ‘60. Y mucho más desde que en 1966 se adueñó del gobierno el general Juan Carlos Onganía.
Ser rockero y frecuentar ese reducto eran motivos más que suficientes para que los mismos bastones largos que una noche dieron inicio, a fuerza de una feroz represión a estudiantes, profesores y científicos de la UBA, a la mayor fuga de cerebros que conoció nuestro país, dos por tres descargaran toda su ignorancia en forma de golpes sobre los jóvenes que se reunían en el sótano ubicado en avenida Pueyrredón 1723 de la Ciudad de Buenos Aires.
Siempre es interesante recordar esa época a través del relato de Valeria Lynch, entonces una actriz hippie y asidua concurrente a La Cueva, que con el tiempo se convirtió en la voz por excelencia de la música melódica. “El rock en castellano era marginal y estaba prohibido. Nos metíamos en los sótanos, único lugar donde podíamos cantar, con Horacio Fontova, con el Negro Rada, con un montón de gente que estaba dando sus primeros pasos, como yo. (Luego) pasé a hacer un género más internacional, porque el rock seguía en los sótanos y me moría de hambre”, dijo entre risas, para concluir: “No era fácil vivir acá en la época del hippismo y el flower power”.
The Wild Cats, Los Gatos Salvajes, Los Gatos
En 1963, en la ciudad de Rosario, un tecladista de 19 años llamado Ciro Fogliatta formó el grupo The Wild Cats, nombre que pronto fue traducido por sus miembros al castellano: Los Gatos Salvajes. Y es que esa banda fue la primera en grabar un disco con la mayoría de los temas cantados en español (Los Gatos Salvajes, 1965).
La primera formación contaba con Ciro en teclados; Juan Carlos Pueblas en guitarra; Ricardo Bellini en batería; Guillermo Romero en bajo, y Rubén Rojas en voz. Pero en 1964, un chico de 15 años llamado Félix Francisco Nebbia Corbacho -Litto Nebbia “para los amigos”-, reemplazó a Rojas como voz líder, al tiempo que pronto se convirtió en el principal compositor del grupo.
Cuando salió el álbum -que llevó el nombre de la banda-, Basilio Adjaydie se había hecho cargo de los palillos en lugar de Ricardo Bellini. Harás lo que te pida, La respuesta, Dónde vas, Quién vendrá por mí, fueron algunos de los doce temas del LP, que contenía en lengua inglesa la canción Little red rooster del blusero y boxeador estadounidense William James “Willie” Dixon, así como una versión de Under the boardwalk, el clásico de The Drifters traducido al castellano (Bajo la rambla).
Tras unos shows en Buenos Aires, tres integrantes del grupo se volvieron a Rosario. Hasta allí llegaron Los Gatos Salvajes. En cambio, Ciro Fogliatta y Litto Nebbia se quedaron en la Capital Federal y comenzaron a frecuentar La Cueva, donde tomaron forma Los Gatos. “Para llenar toda la noche, de las diez a las cuatro, teníamos un repertorio de más de 100 canciones, además de lo que se improvisaba en el momento. Tocábamos mucha música de relleno, rock, blues, todo tipo de cosas. Y, en medio de todo eso, tocábamos canciones mías que estábamos ensayando con la idea de grabar un disco algún día”, contó Nebbia (Tanguito y los primeros años del rock argentino – Víctor Pintos)
El grupo, tanto en su primera etapa (1967-1968), como en la segunda (1969-1970), fue una pequeña selección de músicos que a la postre terminarían siendo medulares en la evolución del rock nacional.
Por caso, el baterista fue Oscar Moro (luego miembro de La Máquina de Hacer Pájaros y Serú Girán, entre otros); del bajo se hizo cargo un pibe de 18 años oriundo de Dock Sud, Alfredo Toth (quien más tarde integraría Nito Mestre y Los Desconocidos de Siempre, tocaría con León Gieco y Raúl Porchetto, y sería parte del mejor grupo de Charly García solista junto con Fito Páez en teclados, Daniel Melingo en saxo, Willy Iturri en batería, Pablo Guyot en guitarra y Fabiana Cantilo en coros, para después conformar el trío GIT, siglas de Guyot-Iturri-Toth), mientras que el dueño de la viola fue Kay Galifi, quien en 1968 se mudó a Brasil. ¿Quién lo reemplazó? Pappo Napolitano.
«Conjunto es una palabra sagrada»
“Preferí el cambio porque esto es otra cosa, puedo hacer más lo que yo quiero”, comentó el Carpo en enero de 1970 durante una entrevista publicada en la revista Cronopios. “Conjunto es una palabra sagrada. Y yo no estaba en Conexión (por el grupo Conexión Nº 5 liderado por Carlos Bisso). No iba a comer con ellos, para mí fue un trabajo solamente. En cambio aquí me dedico a Los Gatos. Estoy muy contento porque somos todos iguales. Estamos todos cortados por la misma tijera”, subrayó.
Del beat al rock and roll
El sencillo que contenía La Balsa y Ayer nomás lo grabaron en los estudios RCA el 19 de junio de 1967 y, como dijimos, salió a la venta el 3 de julio. La Balsa figura a nombre de Litto Nebbia y Ramsés, otro de los apodos que usaba Tanguito, mientras que Ayer nomás pertenecía a Mauricio Birabent (Moris), creador de El oso, uno de los mayores himnos de la música nacional.
El segundo disco sencillo contenía las canciones El rey lloró y Ya no quiero soñar, que junto a La Balsa y Ayer nomás fueron parte del primer álbum, Los Gatos, de 1967.
La forma en que nació La Balsa, hasta hoy considerado por músicos, productores, arreglistas y periodistas especializados como el mejor tema de la historia del rock argento, seguido por Muchacha ojos de papel (Almendra, 1969), da una idea sobre cómo eran aquellos primeros tiempos.
Pajarito Zaguri (Los Beatniks, Los Náufragos, La Barra de Chocolate), uno de los mejores amigos de Tanguito junto con Javier Martínez, baterista de Manal, contó que “una vez estaba con Tango en su casa de Caseros y me empezó a cantar un tema que decía ‘estoy muy solo y triste acá en este mundo de mierda, me quiero ir a naufragar en mares de locura’, y cosas así. Yo le dije ‘te la van a censurar por todos lados, pero dale que está buena’”.
Cierta madrugada, luego de salir de La Cueva, Tanguito se la hizo escuchar en el baño de la confitería La Perla del Once a Litto Nebbia. El rosarino terminó de darle forma, y así nació La Balsa. Recordó Zaguri: “Yo me había ido de La Cueva a mi casa. A la mañana volví al bar y vi todas las tazas y botellas en las mesas, pero no había gente. Le pregunté al mozo qué pasó y me dijo ‘los tuvimos que echar a todos, eran como veinte en el baño cantando que se querían ir a navegar a la mierda’”.
La Cueva, La Perla del Once, Plaza Francia
La Cueva, La Perla del Once (donde no los dejaban tocar pero sí componer mientras “entre veinte pedíamos cuatro cafés”, como rememoró una vez Oscar Moro) y Plaza Francia formaban el “triángulo” en el que solían moverse los pioneros del rock argentino y sus más fieles seguidores. En Plaza Francia, por ejemplo, Tanguito solía dar largos recitales para decenas de chicos y chicas solamente acompañado por su guitarra; Miguel Abuelo acostumbraba a dormir en algún banco, y “Geniol” (coautor en los ’80 de La rubia tarada con su amigo Luca Prodan) tenía una feria artesanal.
En el LP Los Gatos II, de 1968, grabaron uno de los mayores éxitos de la historia del género -o subgénero-, Viento dile a la lluvia. Ese mismo año salió el tercer álbum, Seremos amigos, que fue una suerte de transición hacia un estilo un poco más rockero; el mayor éxito del disco fue La chica del paraguas.
El rey lloró (LP Los Gatos – 1967)
Viento dile a la lluvia, en vivo (LP Los Gatos II – 1968)
Entre 1968 y 1969 hubo un parate. Kay Gailifi, para sorpresa de todos, se fue a Brasil, se casó y se quedó haciendo música en aquel país. Entonces se hizo cargo de la guitarra Pappo Napolitano. Así las cosas, en el tercer disco, Beat Nº 1, ya se sintió la influencia del Carpo en el tema El hogar. En 1970 llegaría el quinto y último LP. Originalmente se llamó Rock de la mujer podrida, pero, censura dictatorial mediante, terminó siendo Rock de la mujer perdida. Fue el álbum más rockero de Los Gatos y, no para pocos, el mejor. Va en gustos.
En cuanto a la “pareja fundadora” de la icónica banda, luego de su disolución Litto Nebbia inició una tremenda carrera solista que llega hasta nuestros días. En tanto, Ciro Fogliatta formó Sacramento (donde tocó el bajo Alfredo Toth); integró uno de los grupos más virtuosos de la historia del rock argentino, Espíritu, cultor del rock sinfónico y de muy breve duración; también junto con Toth fue miembro de Nito Mestre y Los Desconocidos de Siempre, y participó del súper rockanrolero Polifemo con David Lebón, Juan Rodríguez y Rinaldo Rafanelli. En el año 1979, emigró a España.
La chica del paraguas (LP Seremos amigos – 1968)
Rock de la mujer perdida (LP homónimo – 1970 – con Pappo en guitarra)
*Esta nota está dedicada a Ariel Perera, uno de los mayores admiradores y seguidores de Litto Nebbia