A principios de febrero de 2020, cuando el Covid era materia desconocida para la inmensa mayoría del planeta, la Fragata ARA Libertad tocó puerto en Buenos Aires, concluyendo así su 48º viaje de instrucción. Había recorrido, con 26 oficiales, 191 suboficiales y casi medio centenar de guardiamarinas en comisión a bordo, 17 mil millas náuticas (una milla náutica equivale a 1.85 kms) y diez países de Europa y América, incluyendo Inglaterra tras 17 años, luego de que se limitaran algunos destinos por conflictos entre nuestra nación y bonistas internacionales.
Ese día, la emblemática fragata llegaba a puerto cargando una historia de 67 años. Es que el 11 de diciembre de 1953, faltando apenas cuatro días para que se cumpliesen seis meses del inicio de actividades del Astillero Río Santiago, el presidente Juan Domingo Perón visitó las instalaciones de la flamante empresa nacional para participar de la primera botadura de una embarcación -la Fragata ARA Azopardo- y para colocar en persona el primer remache de la Fragata ARA Libertad, tercera creación del Astillero.
Eran tiempos en que el gobierno estaba decidido a promover una industria naval de gran magnitud y, claro está, una flota mercante de gran relevancia. Los duros avatares políticos y económicos que sufrió el país de allí en más abortaron el proyecto (en rigor, una triste continuidad de tantas iniciativas que hubiesen cambiado nuestra historia, como las ideas proteccionistas que le amputaron a San Martín y Belgrano, el industrialismo de Carlos Pellegrini y de Exequiel Ramos Mejía, la continuidad democrática del radicalismo nacionalista de Hipólito Yrigoyen, y un larguísimo etcétera).
Hoy, cuando Argentina se debate entre una crisis económica provocada por una economía de especulación pura y dura (2015-2019), una pandemia mundial que no perdona absolutamente a nadie, y algunas políticas erráticas del Ejecutivo actual, vale recordar que más de una vez se pudo tomar el camino hacia una Nación desarrollada (la historia no es un cuento de niños, sino el sustento y el espejo de los países que quieren ser grandes).
Aquella primera y última visita
Desde la página del Museo de Ciencia y Técnica Naval del ARS, recuerdan el 11 de diciembre de 1953 como “un jalón histórico para el ‘astillero nuevo’. Ese día realizamos nuestra primera botadura (Fragata ARA Azopardo) e iniciamos las obras de la tercera construcción (Fragata ARA Libertad)”.
“Por tal motivo -cuentan -, el presidente de la Nación, Juan Domingo Perón, se hizo presente por primera y única vez en las instalaciones del Astillero Río Santiago, integrante de AFNE (entidad dependiente del ministerio de Marina, creada por el decreto 10.627 del 15 de junio de 1953 con carácter de empresa del Estado)”.
En la ocasión, Perón se refirió a la industria naval, un proyecto que sería medular en su (a la postre trunco) gobierno. “Me siento inmensamente feliz en presencia de esta obra que, siendo pequeña todavía, representa los prolegómenos de una gran acción confiada a la Marina de Guerra Argentina”, fueron sus primeras palabras.
Siguió: “Por ello es que hago llegar mi palabra de estímulo y aliento a los técnicos y a los trabajadores, que han puesto el cerebro y el músculo argentino al servicio de la patria, en esta obra directa y fehaciente de nuestra grandeza”.
Luego Perón apeló al humor, como solía hacerlo, pero con un fuerte mensaje de fondo. “Hace tiempo, un tanto risueñamente, se habló de algunos gauchos al timón. Han pasado desde entonces apenas cuatro años y no olvido, y nadie debería olvidar, que en las aguas de esta tierra fueron gauchos al timón los que obtuvieron las primeras glorias para nuestra Marina de Guerra, y no olvidaremos tampoco que la bandera argentina hoy pasea su soberanía y su gloria en todos los mares conducida por gauchos al timón”, dijo.
“Pedimos a Dios que proteja nuestras naves, producto de la inteligencia y del trabajo argentinos, y permita que surquen los mares de todo el mundo para que se vaya formando una nueva tradición que trasunte el espíritu grandioso de esos gauchos que, como en la pampa, harán en el mar la grandeza de Argentina”, remató.
Nacionalismo, desarrollo industrial, trabajo y conocimiento; algunos conceptos centrales que con el tiempo quedaron entre la espada y la pared.
Un diseño de vanguardia a nivel mundial
El casco de la Fragata ARA Libertad es “la obra maestra del Capitán D’Arcángelo”.
“Amelio Milo D’Arcángelo fue un marino e ingeniero naval argentino reconocido a nivel mundial por el desarrollo de técnicas innovadoras para la construcción y reparación de buques; fundador y docente de la carrera de Ingeniería Naval en varios países del mundo”, puntualizan en el Museo del ARS.
Y describen: “La pureza de las líneas de agua de nuestra querida fragata es reconocida mundialmente como el resultado de un diseño de excelencia. La construcción del casco, con uniones soldadas, es considerada como un anticipo fundamental para los cánones de construcción naval de su tiempo. Los resultados fueron excelentes, como lo demuestra su historial de records, premios y distinciones”.
La Eva Perón
En el Astillero nos dicen que “es tradición entre los trabajadores de la época recordar que la fragata (cuya construcción se iniciaba aquel 11 de diciembre de 1953) sería bautizada como Eva Perón, en recuerdo de la Primera Dama fallecida poco tiempo antes”.
Como la embarcación recién se terminó años después, tras el sangriento golpe de Estado de 1955, el nombre se cambió por el de Libertad.
Fue declarada “embajadora argentina en los mares del mundo” por decreto presidencial Nº 727 del 30 de mayo de 2001.
En rigor, fue “continuadora de una antigua tradición de la Armada nacional iniciada por Hipólito Bouchard, el primer patriota en dar la vuelta al mundo y hombre clave en el debilitamiento del imperio español en California, así como en la independencia de Centroamérica (ver nota Cuándo, cómo y porqué California fue argentina)”.
La fragata fue diseñada por un equipo de técnicos e ingenieros argentinos conducido por el contralmirante e ingeniero naval Antonio Marín, quien también dirigió su construcción. Su botadura se produjo el 30 de mayo de 1956. El entonces ministro de Marina, Teodoro Hartung, indicó en su discurso ceremonial: “la nave que hoy será botada al agua ha sido construida íntegramente en el país -excepto su aparato motor- por los Astilleros y Fábricas Navales del Estado (AFNE), ente autónomo dependiente del ministerio de Marina, y constituye una acabada manifestación de pujanza de nuestra industria naval”.
“En el Astillero Río Santiago, un núcleo de ingenieros navales, técnicos especialistas y obreros argentinos, han puesto todo su esfuerzo y su capacidad para construir este hermoso buque”, subrayó.
Primer buque escuela 100 por ciento nacional
En el sitio oficial de la Armada Argentina destacan que “desde los días de la independencia hasta la creación de la Escuela Naval Militar, en 1872, los aspirantes y guardiamarinas se formaron en la dura vida de los buques participando de los combates navales y expediciones a distintos escenarios”.
“A partir de la visionaria decisión del presidente Domingo Faustino Sarmiento de crear un instituto que preparase a los futuros jefes de la marina, casi todos los oficiales con mando en los buques de la Nación se graduaron en aquella escuela. Más tarde, en 1884, se dotó a la Armada de un embarcación expresamente construida con aquel fin: el Buque Escuela ARA La Argentina, trasladado desde los astilleros de Trieste (Italia)”, agregan.
Después se proyectó la construcción en Birkenhead, Inglaterra, de la Fragata Presidente Sarmento, que zarpó de Liverpool el 14 de julio de 1898 para iniciar, en enero de 1899, su primer viaje de instrucción.
La Presidente Sarmiento realizó en 1938 su última travesía de instrucción. Hoy es un buque-museo de la Armada y permanece amarrada en Puerto Madero, en Buenos Aires.
Continúan: “en 1946 se presentó un anteproyecto de nave mixta, con aparejo de bergantín goleta de tres palos y un desplazamiento aproximado de 2.500 toneladas, 80 metros de eslora y 4,87 metros de calado. El Comando de Operaciones aconsejó que se construya en el país, en el Astillero Río Santiago, una unidad a vela y con motor auxiliar. Su construcción comenzó entonces el 13 de noviembre de 1953, autorizado por el ministerio de Marina. Y el 11 de diciembre del mismo año se colocaron los primeros remaches en la quilla del nuevo buque-escuela”.