Entre esos límites a ser respetados a rajatablas por todos -más allá de los distintos enfoques y análisis sobre la realidad del país- no se debería jugar con la vida de las personas, pero tampoco con la salud institucional del país.
Y en ese sentido para nada ayuda una proclama de un grupo de autodenominados “intelectuales” científicos, artistas y referentes de la cultura y la sociedad que en un duro texto sobre las próximas elecciones advierten sobre los “riesgos” que tendría para el país un triunfo del Frente de Todos, en un documento titulado: “La democracia argentina en la encrucijada: neogolpismo o progreso”.
El pronunciamiento promovido por el filósofo y escritor Juan José Sebreli, lleva las firmas de la ensayista Beatriz Sarlo, la científica del Conicet Sandra Pitta, y el actor Alfredo Casero, entre otros reconocidos opositores al gobierno de Alberto Fernández. También se suman el historiador Luis Alberto Romero, Santiago Kovadloff, Maximiliano Guerra, Marcelo Birmajer, Marcos Aguinis, Daniel Sabsay, Marcos Novaro, María Sáenz Quesada, José Emilio Burucúa, Marcelo Gioffré, Miguel Wiñazki, Jorge Sigal, Sabrina Ajmechet, Federico Andahazi y Osvaldo Bazán.
Más allá del contenido, repudiado por sectores cercanos al oficialismo, el tema da lugar a algunas reflexiones. También cabe destacar la decisión adoptada por el presidente Alberto Fernández de iniciarle juicio a la titular del PRO, Patricia Bullrich por haber denunciado un presunto pedido de “retorno” que habría impedido la llegada de la vacuna de Pfizer al país. Se trata de una reacción que tendría en lo sucesivo otros acusados, como Elisa Carrio o Graciela Ocaña en esos caso por el supuesto “envenenamiento” de la vacuna Sputnik V denunciado por la primera y el sobreprecio ahora descartado en el plan “Qunita” que impulsó la segunda.
EL ESPIRITU DE 1983
Si algo entusiasmaba en el ahora reivindicado «pacto del Nunca Más” a los jóvenes que masivamente se alinearon a la Juventud Radical y a la Coordinadora en el regreso a la vida institucional, fue la defensa de la democracia y el rechazo a los sucesivos golpes de Estado iniciados en 1930 y que se extendieron a través de los años, hasta la llegada del primer peronismo al gobierno y lo sucedieron hasta la trágica dictadura que encabezó Jorge Rafael Videla.
Ese clima de época acompañó a Raúl Alfonsín no sólo en las urnas, sino también en el rechazo a los sucesivos alzamientos “carapintadas”, en especial el de Semana Santa de 1987, que fueron derrotados por las masivas manifestaciones populares donde confluyeron los distintos partidos político y quedó inmortalizada en la histórica foto de Alfonsín junto al entonces líder de la renovación peronista y gobernador bonaerense Antonio Cafiero, artífices de la firma del Acta de Compromiso Democrático a la que también adscribió el combativo líder cegetista Saúl Ubaldini -siempre crítico a la gestión económica del oficialismo-, junto a empresarios y representantes de los distintos credos que se profesan en el país.
Según el analista Edgardo Mocca, esas épicas jornadas de la Semana Santa de 1987 señalan “el final de un ciclo en la democracia argentina recuperada cuatro años antes. El que se cierra entonces es el ciclo de lo que podría llamarse ‘la inocencia democrática’, la ilusión de un cambio automático y raigal de nuestra cultura política a partir de la reinstauración del estado de derecho”.
Pero si ese enfoque “inocente” quedó de lado con la consolidación de la vida institucional del país, lo que era invalorable y definitivamente en estos casi 35 años se degradó, fue la coexistencia democrática entre los sectores políticos.
LA CARTA PELIGROSA
La advertencia sobre “un grave peligro que se cierne sobre la democracia argentina” del grupo congregado bajo el auspicio de Sebrelli, muchos de los cuales ejercen el periodismo en un mismo grupo empresario, no deja de llamar la atención
“No (es) el peligro de un golpe militar como los que conocimos en el pasado, sino otro mucho más sutil que se enmascara bajo la retórica del altruismo y la solidaridad”, se lee en el primer párrafo.
En el texto, además los firmantes advierten que “con la retórica del altruismo y de la solidaridad”, el Frente de Todos está usando el poder “para corroer el sistema” desde adentro a través de distintos mecanismos que ponen “en peligro la democracia argentina”. Además advierten a Juntos por el Cambio que: “No es hora de especulaciones. La oposición debe deponer las mezquindades y los personalismos estériles”.
La carta también señala que: “Antes, los autoritarios se levantaban en armas y gobernaban con los fusiles. Eso ya no existe. Ahora llegan al gobierno con el voto popular y usan el poder para corroer el sistema desde adentro hasta convertirse en autócratas. Nepotismo, colonización del Estado, acoso a los contra-poderes, desprotección de amplios sectores de las capas medias y bajas y fraude electoral. Esas son las tácticas del golpismo del siglo XXI. Nicaragua y Venezuela son casos paradigmáticos” (atención, estas últimas aseveraciones son decididamente peligrosas y es en parte lo que sufre Pedro Castillo en Perú, a quien le están haciendo la vida imposible para que no pueda asumir como presidente, algo que se ganó en las urnas con el voto del pueblo).
Así, fuera de todo contexto se quiere parangonar a los gobiernos de esos dos países con la situación argentina, más allá de las consideraciones que merezca a cada uno el sandinismo o el chavismo, o bien el voto de campesinos a favor de Castillo. Pero son traídos como ejemplo de “sello distintivo del autoritarismo populista, que se repite en Rusia, Filipinas, Bielorusia y Hungría, es que destruye la democracia desde adentro, convirtiendo el gobierno por la mayoría en el gobierno petrificado y hegemónico de una mayoría”.
“El cambio de régimen no se produce de un día para otro, sino mediante una estrategia progresiva, que prepara el terreno con violencia discursiva, narrativas épicas y ofrendas simbólicas, para luego pasar, en su etapa de metástasis, a proscripciones, encarcelamientos y expropiaciones”, señala el pronunciamiento en otro párrafo donde también se afirma que los gobiernos populistas requieren enemigos para fortalecer su propia estructura maniquea, por lo cual aíslan a sus países del mundo y claman por una unidad que aniquila el pluralismo, la disidencia y la diversidad”.
“Mientras nos mantienen en guardia contra peligros inexistentes -las dictaduras militares, los “poderes concentrados”, los “holdouts”, el campo, la “prensa hegemónica”- desarman uno a uno los resortes de la democracia republicana hasta convertirla en un mero membrete y una cáscara vacía. Lamentablemente, cuando los abusos se vuelven evidentes siempre es tarde: el nuevo orden ya está consolidado y las denuncias resultan infructuosas.” “Fue siguiendo esta lógica que en sus gobiernos previos el kirchnerismo intentó apropiarse de la prensa, colonizar la justicia y perpetuarse en el poder mediante la alternancia familiar. Ese plan fracasó por la resistencia de la sociedad civil, las sentencias de la Corte Suprema y la derrota electoral que sufrieron en 2015”, afirman los verdaderos golpistas en otros párrafos.
Y agregan: “Pero en este cuarto mandato el kirchnerismo volvió a la carga con dispositivos aún más extremos y de una inusual gravedad institucional: presión sobre jueces y fiscales, muchos de ellos desplazados de sus cargos, impunidad y liberación de políticos, empresarios y sindicalistas condenados (en rigor las enorme mayoría fue liberado por falta total de pruebas) por varias instancias o bajo procesos gravísimos por delitos contra el Estado, desmantelamiento sistemático de las causas por corrupción y la amenaza latente de reducir el Ministerio Público a una dependencia sujeta al Poder Ejecutivo. El plan avanza a la vista de todos. Un trágico síntoma de la descomposición democrática que vivimos fueron las severas restricciones de las libertades fundamentales durante la cuarentena (¿y la salud?), picos de violencia estatal nunca vistos en democracia y, muy especialmente, la clausura de la escolaridad que abandonó a los sectores más vulnerables de la sociedad”.
“También el manejo opaco en la compra de vacunas, con sospechas de un intento de imposición de ‘socios locales’ bajo los eufemismos de la ‘soberanía sanitaria’ y la ‘transferencia de tecnología’, dejaron al descubierto la paradójica ficción de un gobierno que se presentaba como adalid de la vida: hoy somos uno de los países con más contagios y muertes por habitante del mundo. Y también somos uno de los países que más pobreza generó mediante el brutal y precipitado cierre de su economía. La cuarentena hizo un gran aporte al programa autoritario, dejando a miles de familias completamente subordinadas al clientelismo y la ‘ayuda’ del Estado”, insisten los golpistas.
“Por eso creemos necesario advertir sobre el peligro que nos acecha mientras estemos a tiempo. Los renovados ataques al periodismo mediante causas judiciales armadas desde los sótanos del poder, el intento de desplazar al Procurador General de la Nación, la amenaza constante de avanzar sobre la Corte Suprema, reformar la Constitución e imponer un ‘nuevo pacto social’, la destrucción de la matriz productiva, el apoyo directo o indirecto a las dictaduras de Venezuela y Nicaragua y a la organización terrorista Hamas, y cierta retórica del Presidente sobre una presunta senilidad del capitalismo (cuando en rigor con algunos capitalistas negocia abiertamente y a otros los mantiene alejados de los beneficios de la relación presidencial), son obvios indicios de un camino que podría no tener regreso”.
Y concluyen: “El famoso apotegma ‘Vamos por todo’ cobró una inquietante actualización. En vista de lo anterior, las próximas elecciones tienen una importancia trascendental. Si el kirchnerismo suma nuevas bancas vaciará hasta la última gota de esa democracia que trabajosamente construimos con el pacto del ‘Nunca Más’ de 1983. No es hora de especulaciones”.
ENÉRGICO RECHAZO
Desde un grupo de pensadores cercanos al oficialismo se puso especial énfasis en el rechazo a la comparación del peronismo con una enfermedad que “en su etapa de metástasis” deriva en “proscripciones, encarcelamientos y expropiaciones”, porque de esta comparación con una enfermedad se justifica su “extirpación”.
Así una vez más, con el mismo argumento de casi todos los golpes militares, buscan escudarse en la defensa de la democracia, para atentar en su contra y hasta minimizan la más reducida convivencia o el diálogo con el oficialismo y entre sectores políticos
Es decir, una radicalización que respalda a las posturas más extremas de Juntos por el Cambio que una vez más convierte en “plan autoritario” cualquier visión distinta de su “país deseable” con ”una democracia liberal”, “propiedad privada”, “respeto a las minorías” y “apertura al mundo” y que considera “peligros inexistentes las dictaduras militares, los poderes concentrados, los holdouts, el campo y la “prensa hegemónica”.
Así una vez más hacen oídos sordos a los pronunciamientos del papa Francisco que tras considerar a la “propiedad privada”, como un derecho secundario al destacar su función social ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en sintonía con la Doctrina Social de la Iglesia, pero que en Argentina despertó cuestionamientos de ciertos sectores políticos y de los medios de comunicación (ver nota «La Iglesia que molesta»).
«Invertir en el bien común, no esconder la plata en los paraísos fiscales. Invertir», pidió el Pontífice en un videomensaje que fue difundido este miércoles a la mañana durante la apertura del XXIV Encuentro Anual de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (Acde), bajo el lema «Hacia un capitalismo más humano».
«Seamos realistas, la economía últimamente, en los últimos decenios, engendró las finanzas y las finanzas tienen el riesgo de terminar como la cadena de San Antonio, ¿no?, que creemos que hay mucho y al final no hay nada” y reclamó «volver a la economía de lo concreto, no perder lo concreto. Y lo concreto es la producción, el trabajo de todos, que no haya falta de trabajo, las familias, la patria, la sociedad. Lo concreto».
«En una sociedad donde haya un margen de pobreza muy grande, uno se tiene que preguntar cómo va la economía, si es justa, si es social o simplemente busca intereses personales. La economía es social», sostuvo el Pontífice. Además, Francisco pidió al mundo «salir de la polarización» y apostar al «diálogo» para «mirar la realidad de una manera nueva».
Claro, se trata de una tarea casi ciclópea con una oposición que hizo de la denuncia hueca su forma peligrosa de hacer política.
UNA ESTRATEGIA OPOSITORA QUE SE DERRUMBA
Casi a diario se vienen abajo distintas causas iniciadas contra funcionarios del kirchnerismo, la última la denuncia contra el Plan Qunita, cuyos pack que ahora la fiscal Gabriela Baigún considera no contenía sobreprecios, intentaron ser quemados por una orden judicial nunca oficializada
Para los “intelectuales” convocados por Sebrelli, la falta de mérito de estas causas “se debe a la presión sobre jueces y fiscales” y se advierte sobre la “amenaza latente de reducir el Ministerio Público a una dependencia sujeta al Poder Ejecutivo”, cuando precisamente el actual procurador interino fue designado tras el desplazamiento compulsivo de la titular legalmente elegida, Alejandra Gils Carbó.
Si se quiere recrear el clima fundacional de la democracia del “Nunca Más”, no es válido considerarse los últimos reservorios de un sistema que nadie, salvo en la imaginación de algunos afiebrados, intenta petardear.
Pero esas mismas acusaciones que formulan como su forma de hacer política obturan el debate sobre temas trascendentales, como ser la búsqueda de acuerdos públicos y privados sobre el rumbo del país pospandemia.
Y en ese sentido la decisión presidencial de enjuiciar a Patricia Bullrich por sus acusaciones sobre el “retornos” en los picos más complejos de la pandemia, o las casi seguras acciones contra Lilita Carrio sus denuncias sobre envenenamiento y a Graciela Ocaña por el plan Qunita que ya aseguró iniciará Aníbal Fernández son pasos en la dirección correcta.
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