La historia oficial, es decir, la historia liberal, se ha encargado de elevar el cambio de nombre de la ciudad de La Plata por el de Eva Perón entre 1952 y 1955 a la categoría de “herejía imperdonable del régimen autoritario (o dictatorial) liderado por Juan Domingo Perón”, tal como el más acérrimo antiperonismo definió a un gobierno surgido de las urnas con el 63,5% de los votos, al tiempo que “olvidó” que fue derrocado por las armas en nombre de “la libertad y la democracia” con 400 civiles muertos en la Plaza de Mayo y alrededores. Todo depende del color del cristal con que se mire, ¿no?
Coincidimos en que no tenía ningún sentido el cambio de nombre. Pero creemos necesario empezar a poner algunos hechos históricos en contexto o, más bien, a darles su real dimensión.
El cambio de nombre sucedió exactamente el 8 de agosto de 1952
Por ello es que consultamos al doctor en Historia (UNLP), profesor e investigador de Historia Argentina y ex director del Archivo Histórico de la provincia de Buenos Aires, Claudio Panella, quien dejó una reflexión a tener muy en cuenta: “La imposición de nombres a las provincias y ciudades siempre es un acto político, y a través del tiempo hubo muchísimos cambios de denominación en el país en general y en la Provincia en particular. El de Eva Perón por La Plata hizo mucho ruido por la importancia de la ciudad y por el nombre elegido. Pero fue un caso más entre miles”.
Ya iremos con los ejemplos que demuestran que lo que ocurrió en agosto de 1952 no fue una excepción “herética”, sino que más bien atendió a una regla en la historia nacional. Pero este punto de partida es muy interesante para, como dijimos, poner los hechos en contexto.
Y el contexto, el mes siguiente al que María Eva Duarte falleciera, era el de una sociedad profundamente dividida entre peronistas y antiperonistas, donde estos últimos (minoritarios respecto de los primeros como habían demostrado los resultados electorales del 11 de noviembre de 1951, pero con un sector de ellos dueño del poder real en la Argentina) tenían a la mayor lideresa social de la historia latinoamericana como origen y destino de todo su odio.
Por cierto, Evita no andaba con rodeos, ni hacia afuera ni hacia adentro del peronismo, motivo por el cual muchos integrantes del movimiento nacido el 17 de octubre de 1945 tampoco querían saber nada con ella. “Eva fue revolucionaria, Eva fue más peronista que Perón”, repetían no pocos sindicalistas combativos durante la larga resistencia que inició en el ’55 y culminó con el triunfo de Héctor J. Cámpora en las elecciones del 11 de marzo de 1973.
Ni hablar hacia afuera del Partido Peronista. Evita era vista como la enemiga pública número uno por los sectores del poder. Su inmensa y siempre creciente popularidad entre los trabajadores y trabajadoras y en los sectores más humildes, su juventud y sus posturas sin medias tintas la convertían en una mujer de temer para los eternos “dueños de la Argentina agroexportadora”.
El Partido Peronista Femenino estuvo muy lejos de ser un hecho político simbólico. Se extendió rápidamente por todo el país, independizó a la mujeres de los hombres al punto de tener sus propias unidades básicas, y en los comicios de 1954 ya contaba con el 33% de los cargos electivos.
Otro dato, no menor: en las elecciones de 1951, primeras en las que votaron las mujeres, la fórmula Perón-Quijano obtuvo más apoyo entre el electorado femenino que entre el masculino. Evita tenía una proyección que hacía temer a los ajenos y a no pocos “propios”.
Así las cosas, se comprende que el nombre de Eva Perón para la capital de la provincia de Buenos Aires, ciudad fundada por Dardo Rocha como símbolo de la Argentina liberal de finales del siglo XIX, era el más irritante para el antiperonismo. Que, además, en La Plata había protagonizado hechos muy relevantes en la jornada fundacional del 17 de octubre.
Autor del libro “La Plata, ciudad Eva Perón”, el profesor de Historia Gustavo Walter Rodríguez resaltó en una entrevista con Fabricio Moschettoni que “la confrontación peronismo-antiperonismo” adquirió en nuestra región características de una “confrontación de sectores sociales”.
“Por ejemplo, el 17 de octubre de 1945 un grupo de obreros de Berisso arrojaron piedras a la (sede de la) Universidad y al (edificio del) Jockey Club. Allí surge la frase ‘alpargatas sí, libros no’”. El antiperonismo la utilizó para decir que el peronismo estaba contra la educación, cuando en rigor fue una expresión que representó el desprecio por los sectores sociales altos y medio-altos que se oponían a todo lo que significaba Perón, que para los trabajadores era un cambio radical de vida. De hecho, los hijos de esos obreros con el tiempo accedieron a la escuela y a la universidad de la mano del justicialismo.
La ley 5685 del 8 de agosto de 1952
“Senadores provinciales del Partido Peronista presentaron en la Legislatura bonaerense un proyecto de ley para cambiar el nombre de la ciudad y del partido de La Plata por el de Eva Perón. Se trató sobre tablas y se aprobó. Luego pasó a Diputados y se convirtió en ley”, describió Claudio Panella, para hacer notar que el trámite fue rápido y sencillo porque tras las elecciones de 1951 el peronismo tenía mayoría absoluta en ambas cámaras.
En efecto, en los comicios del 11 de noviembre del ’51, la fórmula para la Gobernación bonaerense del PP y del PPF (Partido Peronista Femenino), conformada por Carlos Vicente Aloé y Carlos Antonio Díaz, obtuvo el 63% de los votos, seguida por la fórmula radical encabezada por Crisólogo Larralde, que consiguió el 33 por ciento.
La ley llevó el número 5685 y fue promulgada el 8 de agosto de 1952. Tras el golpe militar mal llamado “Revolución Libertadora”, fue derogada por el decreto 17/55.
“Se creó el escudo de la ciudad Eva Perón, que tenía la silueta de Eva Duarte detrás de las manos estrechadas del clásico escudo peronista. Y casi todas las instituciones cambiaron el nombre, destacándose, también por lo que representó desde un comienzo como núcleo del antiperonismo platense, el caso de la Universidad Nacional Eva Perón”, subrayó Panella.
“Otro caso emblemático fue el de los principales clubes de fútbol. Gimnasia pasó a ser Club de Gimnasia y Esgrima Eva Perón, y Estudiantes fue Club Estudiantes de Eva Perón”, añadió, para recordar que todos los documentos -en aquel entonces libretas cívicas para las mujeres y de enrolamiento para los hombres- se imprimían con el nuevo nombre de la ciudad, así como la totalidad de la papelería de los ministerios, municipios y demás.
¿Todo ello implicó un gigantesco trabajo burocrático? “No”, dijo Claudio Panella. “La burocracia siempre fue una enorme maquinaria impersonal que funcionó automáticamente”.
Entre mitos y verdades
Dicen que la resistencia de los antiperonistas se expresó de mil maneras. No obstante, nadie ha reportado conflictos importantes. “No los hubo”, afirmó Panella. Sí existieron actitudes más bien individuales. Y las principales se dieron, claro está, en el seno de la Universidad.
No fue la primera ni la última, ni muchísimo menos
Como se dijo, el caso de La Plata hizo mucho ruido por la ciudad a la que se cambió el nombre y por el nombre que se le puso. Pero “a lo largo de la historia, en la misma provincia de Buenos Aires hubo numerosos casos que no tuvieron tanta repercusión”, contó el profesor Panella. Y no la tuvieron porque se trató de municipios más chicos, por un lado, y porque -sobre todo- los nuevos nombres fueron afines a la ideología de los gobiernos aristocráticos y/o dictatoriales de turno.
“Por ejemplo, en 1901 se impuso a la ciudad de Arrecifes el nombre de Bartolomé Mitre, cuando éste aún estaba con vida (falleció el 19 de enero de 1906). En 1973, cuando asumió el peronismo tras la larga proscripción de 18 años, se le devolvió el nombre de Arrecifes. Pero a partir de 1976, la dictadura cívico-militar otra vez la nombra Mitre. Hasta que en 1997, finalmente recupera su denominación original hasta hoy”, describió Panella.
Mitre fue un acérrimo antirrosista, que “tras el triunfo de Caseros, en 1852, fundó Los Debates, diario desde el que fijaría su postura en defensa de los intereses porteños frente al proyecto de Urquiza”, contó el historiador Felipe Pigna, para añadir que “el 11 de septiembre de aquel año, los sectores porteños opuestos a la nacionalización de las rentas aduaneras (…) organizaron un movimiento que tuvo en Mitre y en Valentín Alsina a sus principales referentes. La ‘revolución’ del 11 de septiembre produjo la separación de la provincia de Buenos Aires del resto del país, con Valentín Alsina como gobernador y Mitre como ministro de Gobierno y encargado de las relaciones exteriores”.
En buen criollo: Mitre dividió al país en defensa de los intereses porteños-unitarios en detrimento de todas las demás provincias, en línea con lo que ya había comenzado a suceder en 1810 (Puerto de Buenos Aires contra resto del ‘país’) y que tuvo nada menos que a San Martín, Belgrano y Güemes entre sus principales opositores.
Tampoco levantó polvareda “el hecho de que a Zárate le cambiaran el nombre por José Félix Uriburu, militar y dictador que lideró el primer golpe de Estado de la historia argentina, perpetrado contra el presidente constitucional Hipólito Yrigoyen el 6 de septiembre de 1930”, puntualizó el investigador e historiador de la UNLP.
¿Otros casos? “Tras el golpe de Estado de 1930, la ciudad de Morón pasó a llamarse Ciudad 6 de Septiembre, en homenaje a la fecha en que se interrumpió la democracia. Y Salto pasó a llamarse Marcelino Ugarte, gobernador conservador de la provincia de Buenos Aires entre 1902 y 1906 y desde 1914 hasta 1917”.
La “mentirita” de La Pampa
No son pocos los que creen que a la provincia de La Pampa, al igual que a la ciudad de La Plata, se le cambió el nombre por el de Eva Perón. Falso. Aunque nadie del antiperonismo se encargó de corregir ese error tan común, por supuesto.
“Antes de 1951, La Pampa y Chaco no eran provincias, sino territorios nacionales: se llamaban territorio nacional de La Pampa y territorio nacional de Chaco. Ese año se crean las provincias. Así las cosas, una nace como Provincia Eva Perón y la otra como Provincia Presidente Perón. Estas fueron sus denominaciones originales. Después del golpe de 1955, la dictadura les cambia el nombre y pasan a llamarse Provincia de La Pampa y Provincia de Chaco”, aclaró Claudio Panella.
También se podría recordar que el nombre original de la Fragata Libertad fue Fragata Eva Perón, así como que el nombre con que se bautizó al crucero USS Phoenix que el gobierno argentino le compró a los Estados Unidos en octubre de 1951 fue Crucero ARA 17 de Octubre, y que la dictadura del ’55 lo cambió por Crucero General Belgrano.
¿Quién puede tirar la primera piedra?
En fin, que las denominaciones de ciudades, provincias, calles, plazas, edificios importantes y demás, son cuestiones políticas. “En la provincia de Buenos Aires hay 135 distritos y muchos (17) llevan nombres de generales. Algunos participaron de la guerra por la independencia, pero otros lo hicieron en las guerras civiles del lado de los unitarios”, concluyó Panella… Y sí, de tanto en tanto es necesario poner las cosas en contexto.
La Plata ciudad Eva Perón