La pregunta dice así: “Tras la eliminación de la selección nacional en un mundial, una revista especializada se refirió al número 10 en estos términos: le faltó algo que nunca puede faltarle a la estrella de un equipo, condición de líder y actitud de abanderado de una causa. ¿De quién están hablando?”.
¡Claro, hablan de Lionel Messi! No. De Diego Armando Maradona. Ayer, hoy y hasta que un nuevo planeta dé a luz a otro barrilete cósmico, si es que ello ocurre, el mejor jugador de la historia del fútbol mundial.
¡Ah!, pero debe tratarse de una revista inglesa… No. Bien argentina. Y no fue la única ni mucho menos, sin contar diarios y programas de radio y TV, que agotaron todos los diccionarios de sinónimos para encontrar palabras con las cuales destrozar a Maradona, 7 por 24, luego de que la selección campeona de 1978 quedara eliminada en España ’82.
“No llores por mí, Barcelona”, tituló la publicación Tal Cual de la editorial Perfil, para asegurar que Maradona “no fue la figura, no la reventó, está triste”. Y preguntarse “¿vendimos un paquete?”. Es que Diego, al finalizar el Mundial, comenzaría su andadura por el club catalán.
Sí, todo eso en la tapa. Pero, sin embargo, no terminaba ahí la lapidación de Pelusa, quien entonces tenía 22 años de edad. Al pie de una gran foto con su cara y con lágrimas falsas en sus mejillas, la sensacionalista revista de Perfil afirmaba entre signos de exclamación ¡tantos dólares al cuete! Y por si fuese poco, una leyenda rezaba “la historia de un pibe que fue de oro y hoy es un fracaso”.
Diego Maradona
“Fue” de oro y “hoy es” un fracaso. Es decir que para el semanario, la era dorada de Maradona ya era pasado, mientras que en el presente se estaba ante un fracasado definitivo.
Argentina estuvo en duda para España ’82. La etapa de preparación se llevó a cabo en el apogeo de la Guerra de Malvinas y el ánimo colectivo no era el mejor. Además, en ese momento nadie sabía cuándo finalizaría el conflicto.
“Argentina se presentará, salvo si decide lo contrario la Junta Militar”, anunció el presidente de la AFA, Julio Humberto Grondona, recién el 7 de mayo de aquel año.
No obstante, la posible no participación argentina fue tan tangible que la FIFA tenía anotados los nombres de los tres eventuales reemplazantes: Rumania, Portugal y Suecia.
La rendición en Malvinas se concretó el 14 de junio a las 23,59. La selección nacional había debutado el día anterior con una derrota contra Bélgica por 1 a 0 en el Camp Nou, el estadio del Fútbol Club Barcelona.
La formación del equipo albiceleste, dirigido como en el ’78 por César Luis Menotti, era un calco de la que enfrentó a Holanda en la final jugada en el Monumental. La gran diferencia es que con la 10 aparecía Diego Armando Maradona, hasta entonces jugador de Boca, y un también joven Ramón Díaz, quienes reemplazaban a Leopoldo Jacinto Luque y a Ortiz.
Fillol; Olguín, Galván, Passarella y Tarantini; Ardiles, Gallego y Maradona; Bertoni, Ramón Díaz (reemplazado luego por Jorge Valdano) y Kempes. Lo apodaban el equipo de lo sueños, entre otras frases grandilocuentes.
Pero como al parecer tenemos “una sociedad exitista, donde la opinión pública y el periodismo se encargan de criticar a todo aquel que no salga ganador”, con “periodistas deportivos (igualmente) exitistas, pues si el equipo gana es el mejor del mundo y si pierde quieren que renuncien todos”, la travesía española terminaría en “el más grande fracaso”, como tituló la revista El Gráfico luego de la eliminación con Brasil (3-1), en el Estadio de Sarriá, el 2 de julio.
Vale recordar que luego del fallido debut ante Bégica, la selección nacional goleó 4 a 1 a Hungría y venció 2 a 0 a El Salvador. De ese modo pasó a la siguiente fase como segunda de grupo.
En la Fase 2 enfentó a Italia y Brasil, perdiendo 2 a 1 y 3 a 1, respectivamente.
Para colmo, en el partido ante los brasileños Maradona recibió roja directa por una descalificadora patada a un rival. En ese momento, los amantes de pegarle a los ídolos cuando están en el suelo se habrán frotado las manos para empezar a escribir el réquiem maradoniano.
“El pibe de oro se derritió”; “todas las esperanzas sobre él se frustraron”; “dio mucha lástima”. Fueron apenas algunas de las frases que el periodismo escrito utilizó para hablar de quien poco después sería “la mano de Dios”, el autor del “mejor gol de todos los tiempos” y “el mejor futbolista de la historia”.
El Gráfico, en un título catástrofe a dos páginas, se preguntaba “Por qué decepcionó Maradona”. Y en una columna de texto que cortaba una enorme foto de un Diego de espaldas y cabeza gacha, hacía gala del mejor periodismo literario para lapidar al chico de Fiorito. “Este Diego de España fue un individuo sin motivación, sin candor, sin alegría. Cuesta admitirlo, dentro de un razonamiento simplista, pensando que hablamos del jugador más mimado y del que más dinero va a ganar entre sus pares de todo el mundo”, decía la nota.
Como se ve, ya en ese momento el dinero ganado o a ganar por un futbolista asomaba como motivo de reproche a sus actuaciones (vale aclarar que aún Maradona no había jugado en Europa y que, a fuerza de ser reiterativos, contaba con apenas 22 años).
Diego Maradona
“Todas las esperanzas sobre él se frustraron en este mundial. Dio mucha lástima”, fue otro título a dos páginas de los mismos que, sólo cuatro años más tarde, irían a comprar todos los diccionarios de sinónimos, pero entonces de México, para tratar de ser originales bombardeando de halagos a Diego Armando I.
Es que algunos tienen esa camaléonica capacidad de cambiar de opinión 180 grados sin apenas ruborizarse, desdecirse de todo lo dicho durante años y caer siempre parados, para lo cual cuentan con la inestimable ayuda de una sociedad con memoria de tiro corto (¡Vaya problema si la selección gana el próximo mundial con Messi de capitán! ¿No? Bueno, pueden apelar a la fórmula que utilizaron para crucificar a Diego en el quinto subsuelo del infierno en 1982 y elevarlo a la nube más blanca y alta del universo en 1986).
“No tiene condición de líder”
Hay más (muchísmo más, pero en una nota no entra todo). “El pibe de oro es un fracaso”, fue otro título. El ‘profundo’ análisis decía que “se resignó demasiado pronto a entrar en el plano de general mediocridad que mostró la selección. Le faltó algo que nunca puede faltarle a la estrella de un equipo: condición de líder, actitud de abanderado de una causa. ¿Es demasiado joven? ¿Le falta madurar? ¿Esperábamos demasiado de él? ¿Lo abrumó la carga de esa responsabilidad? Todos estos interrogantes admiten respuestas positivas. El hecho innegable es que su bajo rendimiento fue la mayor decepción que padecimos”. ¿No será mucho?
Si esta misma actitud no se hubiese tenido con muchos futbolistas o con figuras de otros deportes, se podría decir que la prensa estaba tapando el sol con las manos (Malvinas con la eliminación argentina en una competencia). Y algo de eso seguramente que hubo. Pero igualmente cierto es que ha sido una constante a lo largo de los años y décadas encumbrar a alguien y luego, si cae, pegarle hasta que no aguante más.
Fernando Signorini, el preparador físico de Diego y quizás una de las personas que mejor lo conoció, dijo cierta vez que vio “jugar mal muchas veces a Maradona. Y era normal. En el Nápoli me tocó ver partidos en los que ni siquiera tocaba la pelota. Me aburría mucho. El hecho de ganar el Mundial (de México ’86) le aseguró el cariño eterno de los hinchas”.
“A ellos no les gustaba Maradona” (Bilardo dixit)
Criticado hasta los huesos antes del Mundial azteca, el director técnico Carlos Salvador Bilardo también fue señalado por la prensa por darle a Maradona la cinta de capitán para aquella competencia.
Diego Maradona
“Los medios, especialmente Clarín Deportivo, me mataban. Si yo entrenaba a la mañana, me criticaban y decían que tenía que entrenar a la tarde. A ellos no les gustaba Maradona. ¡Pero no les gustaba eh! Eso está todo escrito”, puntualizó el entrenador durante una entrevista.
En fin. Quedémonos con las imágenes del último video. Esas imágenes de Diego Armando Maradona que los hinchas de verdad llevarán grabadas en sus retinas y guardadas para siempre en sus corazones.