El pasado 7 de octubre, un terrible suceso cambió para siempre la vida de una familia platense, cuando Néstor Ramón Costilla, un joven de 28 años que se dedicaba a repartir comida a domicilio para darles un plato de comida a sus cinco hijos, murió de manera trágica en Tolosa. De inmediato, los jefes policiales de aquel momento se esforzaron en aclarar que el deceso fue producto de un lamentable accidente de tránsito cuando iba en su moto Honda Wave a “alta velocidad”, y continuaron bajo esa línea pese a la serie de irregularidades que fueron surgiendo de la causa. Los allegados de “Lito”, como conocían al delivery, no dudan en que lo mataron, y en que lo mató la policía en el marco de una persecución injustificada que “ni siquiera fue modulada y no quedó registrada”, de acuerdo a los parientes de la víctima.
Claro que la familia no apunta contra la cúpula de la fuerza aleatoriamente, sino que cuenta con sobradas pruebas para creer en su directa responsabilidad. Esas evidencias las fueron presentando en la Justicia y forman parte del expediente, y su mayor anhelo hoy en día es que la causa pase del fuero penal culposo (como está ahora, por haber sido catalogada como un accidente) al doloso, por entender que se trató de un asesinato. Cuando eso ocurra, los tres agentes que participaron del suceso podrían terminar tras las rejas.
Un festejo que terminó de la peor manera
Daiana, hermana de “Lito”, accedió a charlar con 90líneas.com para explicar por qué ellos no tienen duda alguna de que se trató de un homicidio y para brindar los detalles del aberrante episodio.
Narró que ese 7 de octubre Néstor estaba celebrando su aniversario de casado y, tras el festejo familiar y con los cuidados necesarios debido a la pandemia del coronavirus, llevó a un amigo a la casa para después volver a la suya. Sin embargo, “no llegó porque fue brutalmente asesinado en 524 entre 120 y 121. Cuando llegamos allí quisieron hacernos creer que murió porque agarró un pozo a alta velocidad, y no es así. Por las cámaras de seguridad vimos que lo venían persiguiendo tres efectivos en dos motos de la Policía. Lo mataron”. Además, para los amigos del damnificado es poco probable que un pozo haya sido el causante de la desgracia, pues él era repartidor y conocía a la perfección el barrio y sus baches.
“La Policía dijo que manejaba rápido, pero los peritos que analizaron el caso lo desmintieron y dijeron que iba a 20 ó 30 kilómetros por hora, y que hubo una fuerza externa contundente que hizo separar el cuerpo de la moto”, aseveró Daiana, y expuso que, por otra parte, “no coincide” cómo quedó el cadáver con el rodado de haberse tratado de un accidente.
“Quedó a siete metros de la moto y si venía a 30 kilómetros máximo es imposible que vuele tan lejos. Para terminar así tuvo que haber caminado o tuvieron que correrlo y acomodarlo como estaba”.
Otros puntos que le hicieron ruido (a ella y todos los allegados) es que el joven “tenía las costillas derechas fracturadas y él estaba desparramado en forma fetal del lado opuesto. Si voló y fue un golpe seco que lo mató en el acto, es inexplicable que se haya roto las costillas derechas y no las izquierdas con las que cayó. Además la ropa estaba intacta, como si nunca hubiera tenido un accidente. Se supone que si rodó debía estar rasgada, mientras que tenía el tabique roto pero el tapaboca intacto. ¿Cómo pudo haberse golpeado contra el asfalto sin que se le mueva? Y si cayó contra el pasto debería tener barro, o estar manchado al menos, pero no tenía nada”.
Puntualizó que de los tres peritos que revisaron el caso uno fue el oficial puesto por la fiscalía, otro fue de parte y el restante lo contrataron ellos para hacer una interconsulta. Lo importante es que “los tres coincidieron en que a ‘Lito’ lo golpearon y que tuvieron que acomodarle el cuerpo porque jamás pudo haber terminado como quedó en relación a la moto. No coincide. Es imposible”.
Persecución fatal
La principal hipótesis que maneja la familia, en base a las imágenes de cámaras de seguridad, es que a “Lito” comenzaron a seguirlo en diagonal 74. Dos motos de la Policía, con tres agentes a bordo, cruzaron una rotonda en contramano (escena que se ve en un video), cuando Costilla lo hizo bien.
“Ellos iban detrás, a cierta distancia para que él no sospeche nada y ya en 525 le pegaron la moto. Apagaron las luces y lo cruzaron en 524 y 121. Nunca hubo una modulación de que venían en persecución”. Separados los ciclomotores por pocos centímetros, llegaría el desenlace de la historia: “Un testigo vio cuando una moto de la fuerza se puso atrás de la de mi hermano y otra al costado. Desde esta última le pegaron una patada, creemos que en las costillas. Se agarró por el dolor, soltando el volante. Se cayó, se levantó, hizo unos pasos y le dieron un tonfazo o un culetazo con la escopeta en la cabeza, con lo que lo terminaron de matar. Por eso caminó y el cuerpo no coincide con dónde estaba la moto”.

A partir de ese momento, los tres oficiales (cuyas iniciales de sus apellidos son A., R. y M.) intentaron cubrir su accionar: “R. y M. dieron una vuelta manzana, donde, según dijeron, un transeúnte los paró para decirles que había un chico sin vida. No hay ninguna cámara donde se vea esa escena. Por su parte, A. se fue de la escena del crimen y llegó hasta 527, para después regresar. Los tres cometieron un montón de irregularidades, como cambiar el acta de procedimiento porque al principio aseguraron que el transeúnte les avisó en 524 y después lo modificaron para decir que fue en 525. Por otra parte, se pasaron de jurisdicción y ya no les correspondía estar donde estaban. Falsificaron el libro de guardia y pusieron que recién a las 23.38 salieron a recorrer, y el accidente fue 23.40. En dos minutos no pudieron hacer tantas cuadras y pasarse de jurisdicción”.
Daiana explicó que “lo único que hicieron todas estas mentiras, que fueron saliendo a la luz, fue acrecentar las sospechas de que ellos lo mataron. El jefe de la Policía Local de ese momento le confesó a mi madre que el personal de turno noche de la Motorizada (el grupo que intervino en el hecho) no se porta bien y suele hacer esas cosas. Ella se quiso morir al escuchar eso, cómo naturalizaba la situación siendo consciente de lo que había ocurrido”.
Para cerrar, contó que “estamos pidiendo que la causa pase de lo culposo a lo doloso y seguimos a la espera de los análisis de ADN de la sangre que se encontró en la moto de mi hermano. Hasta que no lleguen los resultados, el fiscal no puede hacer nada. Pero él mismo dijo que, ya teniendo el dictamen de los peritos, es motivo suficiente para trasladarla a doloso. Lo que nos juega en contra es que estamos denunciando a tres policías de la Local y al exjefe, no a cualquiera. No es fácil denunciar a toda una institución, nosotros también somos familia de policías y sabemos cómo es”.
