Desde agosto del año 2020 se supo que la inmunidad conferida por la infección natural de SARS-CoV-2 es transitoria y limitada, por lo cual la única esperanza de generar una inmunidad protectiva duradera en el tiempo que nos proteja de COVID-19 sintomática sería únicamente a través de la vacunación. A partir de ese momento se replantearon cuestiones regulatorias y se aceleraron los cortes interinos en las fases 3 en curso y así el 9 de noviembre de 2020 se anunció el primer dato de eficacia en la protección de contraer COVID-19 para la vacuna de Pfizer/BioNtech, y luego para la de Moderna. Esto marco un hito en la historia de la vacunología porque se trataba de dos nuevas plataformas de vacunas, a base de RNAm, que se estaban usando por primeras vez en humanos. Al mismo tiempo, y llamativamente, fueron valores insospechadamente elevados de eficacia de protección que ni los más optimistas esperaban (superior al 90%).
La rápida autorización para el empleo de vacunas en la población en el mes de diciembre llevó a que se comience a aplicar estas vacunas en el mundo por primera vez para contener la infección por SARS-CoV-2. Rapidamente, en el mes de febrero comenzamos a vislumbrar que las vacunas son seguras y efectivas para empezar a contener la pandemia.
A 7 meses de iniciado este proceso histórico en la historia de la Medicina, se han aplicado más de 3,5 billones de dosis (lo que equivale a la administración de una dosis en casi la mitad de la población del planeta) y estamos en condiciones de afirmar que la vacunación es la única herramienta con capacidad de controlar la pandemia y permitir retomar hábitos de vida similares a los pre-pandémicos en muchos países en los que se ha superado la vacunación del 60% de la población.
Pero al mismo tiempo, la vacunación masiva y simultánea en numerosos países comenzó a mostrar que no todos responden de la misma manera frente a la vacuna, que existe una heterogeneidad individual, pero que alcanzando valores de porcentaje de la población vacunada superiores al 40% ya es posible que las curvas de contagios puedan ser “achatadas”.
Sin embargo el principal dato es que la severidad de la enfermedad en vacunados, hospitalizaciones y fallecidos son controlados a través de la vacunación con una eficacia muy importante en todas las vacunas. Esto abrió una puerta de esperanza sobre la posibilidad de disponer de una herramienta para contener la pandemia y retomar hábitos de vida más normales o humanizados. Por otro lado, la gran demanda de vacunas por numerosos países generó un déficit en el abastecimiento de vacunas en numerosas regiones.
La aparición de variantes virales allá por septiembre de 2020 en Inglaterra, y luego en diciembre en otros países encendió una alarma en el mundo. La gran transmisión viral que ocurre en ciertas poblaciones puede dar origen a nuevas variantes virales de SARS-CoV-2 con mayor capacidad de transmisión, mayor poder replicativo en un infectado y probablemente la posibilidad que generen enfermedad pulmonar más severa incrementando las hospitalizaciones y la taza de fallecidos.
Este alerta ha generado incertidumbre por un potencial fracaso de las vacunas, en el sentido que se ha visto que alguna de ellas mostraron eficacia muy reducidas para evitar la enfermedad. El ejemplo más claro es la variante B1.351 o de Sudáfrica o Beta con la vacuna de AstraZeneca/Oxford. Más recientemente, con la aparición de la variante B1.617 o de India o Delta, que ha invadido más de 70 países en un muy corto plazo, las curvas de contagios han re-surgido en países como Inglaterra, Israel o España. Sobre esta variante se sabe que se transmite con el doble de velocidad que la variante original de Wuhan y que sólo un vacunado estaría protegido si tiene las dos dosis de vacuna.
ESTRATEGIAS DE VACUNACIÓN
Por lo tanto, esta situación ha determinado que, en muchos países entre ellos el nuestro, las estrategias de vacunación deban modificarse y adaptarse a este nuevo contexto mundial: es imperioso tener a la mayor parte de la población vacunada y con las dos dosis. Esto planteó recientemente la necesidad de diseñar e implementar en forma inmediata una plan de combinación de vacunas de manera de permitir: i) completar la vacunación de aquellos que sólo han recibido una sola dosis, ii) reemplazar el segundo componente de la vacuna Sputnik ante la menor disponibilidad del mismo, iii) obtener información local para la implementación de la tercera dosis al año de haber aplicado el esquema completo de vacunación (refuerzo vacunal para mantener la inmunidad adquirida).
Obviamente que esto sólo es posible frente a disponibilidad de vacunas y en ese sentido la mayor intensidad de llegada de vacunas y vacunación en nuestro país ofrece una oportunidad importante para comenzar este estudio que permita luego implementar esta estrategia de vacunación en forma masiva en nuestra población.
El análisis de los datos generados en estudios similares realizados en otros países muestra que la combinación de vacunas para COVID-19 no genera mayor toxicidad o reacciones adversas, y que se pueden alcanzar datos eficacia superiores a los obtenidos por las vacunas en forma individual. Inclusive se ha observado que la combinación de plataformas resultaría ser la forma más eficiente para lograrlo. De manera que en este momento en Argentina estamos ante dos carreras contra el tiempo: retrasar la transmisión comunitaria de la variante Delta y tener la mayor cobertura posible con esquema completo de vacunación para hacer frente a la exposición a la variante Delta.
Para esto, el Ministerio de Salud de Nación ha convocado a referentes nacionales y autoridades de Salud de diferentes provincias, y de CABA, para coordinar un plan estratégico de combinación de vacunas de manera de tener, en el menor tiempo posible, información sobre la combinación de vacunas. Esto permitirá definir una estrategia nacional de vacunación sobre la base de información local y con vacunas disponibles actualmente en nuestro país, para su implementación en lo inmediato.
Luego, con la llegada de nuevas vacunas y probablemente de una nueva plataforma (RNA con Pfizer y Moderna) las opciones de combinación se enriquecerán y eso seguramente redundará en mejores eficacias de protección. Por lo tanto, generar información del desempeño de vacunas en nuestra población nos permitirá tomar decisiones sanitarias más concretas sobre la base de datos locales.
Esta nueva propuesta de combinación de vacunas es algo voluntario, como lo es la vacunación para COVID-19, y cada uno decidirá si recibe un esquema de vacunación homólogo (dos dosis de la misma vacuna) o heterólogo (combinación de vacunas para las dos dosis).
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