Si bien es cierto que el desfile de comparsas de la región -organizado por distintas agrupaciones tamboriles de La Plata, Berisso y Ensenada- había regresado en noviembre del año pasado, la pandemia y el aislamiento obligatorio hizo esperar tres largos años su vuelta a la fecha constitutiva. Tanto la primera como la segunda cuarentena estricta, en 2020 y 2021, había coincidido con el tradicional desfile de fines de mayo y la “Llamada del 25” no se organizaba en las puertas del invierno desde 2019.
“Pero la vuelta, vuelta, es esta tarde”, me decían ayer, remarcando la fuerza del 25, mientras nos mezclábamos con el necesario calor que despedían las maderas al fuego de los templados de los tambores.
Decíamos el año pasado, en noviembre, cuando reseñamos el regreso de los tambores a las calles tolosanas, que no era casual la fecha elegida desde 2004 por este variopinto grupo de jóvenes platenses con iniciativas y amantes de la cultura candombera. 2004 fue el año del primer encuentro –contracultural, sí- de comparsas de La Plata, el primer llamado del popular “Candombe del 25”, una de las expresiones culturales más reconocidas y ya masivas de la región. El encuentro, al llamado del tambor, para conmemorar el icónico 25 de mayo de 1838, “fecha patria” durante los años rosistas, cuando se autorizó oficialmente el desfile de comparsas y cuerdas de negros y mulatos por las calles de Buenos Aires. El dato no es menor y configura una manera históricamente de habitar y gobernar una nación; ésta, claro, la nuestra: la población negra representaba, en ese entonces, casi el 25% de la densidad poblacional de la hoy capital argentina…
La tarde de ayer fue de reencuentro y celebración para la cultura del candombe de la ciudad y la región. No sólo por el regreso al tradicional desfile del 25, trasladado al sábado 28 como es habitual, sino por la cantidad de comparsas que asistieron al grito de la “Llamada”. Casi 30 para copar las calles de Tolosa: Lonjas 932, que abrió el desfile pasadas las 14.30, Influencia Negra, Aibá, La Cuerda, La Cumbre, Candombe del Parque, La Minga, Tambores Tintos, Idilé, Chirivá, Fuego Negro, La Caracol, Onda Verde, Gurindombe, La 62, Iroko, Yumba, Kimba, Candomgluck, el Colectivo Candombero de Buenos Aires, Orun, Africandombe, Raíces del Sur, Candombe del Encuentro, Lonjas del Bosque, Guariló, Barrio y Tambor y Herencia Ancestral.
Hubo más, como para pintar el sentido de unión y compañerismo de la movida: el Colectivo Prendides Fuego organizó, durante toda la jornada, una original encuesta anónima para que se pudiera contar, a modo de denuncia, casos de violencia personal y grupal contra personas o grupos afines por reivindicaciones políticas contra el machismo. Todo es político, claro…
Historia candombera
Un candombero de Lonjas 932 me hace una mueca irónica y ríe, mientras me explica la diferencia entre murga y candombe y se entrelazaba una cintas blancas, desde el tobillo hasta la pantorrilla –referencia directa a los latigazos con que se sometía a los esclavos- sobre unas calzas negras que le cubren ambas piernas.
Sobre la ancha vereda de calle 3, altura 523, del lado de los viejos galpones ferroviarios de Tolosa y la guarda del FFCC Roca, nos rodean innumerables tambores, cada uno con los colores característicos de las agrupaciones. Hace frío y el nublado del cielo se impone, pero hay parrillas con chorizos y hamburguesas –“no carnívoras” y de las otras- y un sinfín de termos, mates y botellas varias de cerveza, fernet y agua. La fiesta no ahorra condimentos.
Las comparsas se agrupan en tandas, de 522 a 524, sobre el paredón, para compartir los fuegos y el templado. Hay mucha madera, palets, cajones y leña. Ese llamador del alma que siempre es el fuego envuelve la ronda de tambores para templar las lonjas –los cueros- y lograr el punto justo de afinación antes de colgarse el instrumento.
La cuerda de la comparsa, decíamos, se compone del “chico”, el “repique” y el “piano”, del registro más agudo al más grave y se completa con personajes ancestrales como el “gramillero” o curandero con sus yuyos; la “mama vieja”; el “escobero” que barre las malas vibras y las mufas; y las “vedettes” como cuerpo de baile, símbolos que representan el origen de esta música de ineludible resistencia contracultural. Se suman los portaestandartes y los banderilleros, que encabezan y abren la calle para que cada comparsa desfile.
Cae la noche y, otra vez, en el patio del Club Villa Rivera, suena Jaime Ross, como aquella vez de noviembre. “No hay que olvidarse… el tambor”, se escucha resumir al uruguayo en su popular oda al candombe. Que así sea, siempre: Tolosa, empedrado y la vuelta del Candombe del 25. El barrio del tambor.