René Girard -crítico literario y filósofo francés- desarrolla en su obra de gran vuelvo teórico “El Chivo expiatorio” (no excenta de polémica) su teoría sobre cómo en determinadas sociedades se pone en cabeza de un sujeto la culpabilización de todos los males de una comunidad. En nuestro país y en otros países de América Latina, se viene desarrollando un proceso constante y sistemático de persecución judicial y demonización política de líderes populares que representan y llevan adelante políticas en favor de los intereses del pueblo.
Estas políticas entran en colisión con los intereses económicos y políticos del llamado poder real. Este poder está representado por el capital financiero internacional y sus medios de comunicación que ofician como voceros de esos intereses.
La persecución penal que en su momento padeció Lula en Brasil y la que se desató contra la actual vicepresidenta Cristina Fernández durante el gobierno de Cambiemos y que sigue hoy vigente en Argentina, son los dos ejemplos más paradigmáticos de esta cuestión.
La idea en Girard de la existencia de un chivo expiatorio que debe sacrificarse para retomar a la paz social, adquiere hoy (en clave metafórica obviamente) una notable vigencia en la política argentina. ¿Acaso no vemos una y otra vez en los grandes medios de comunicación una permanente demonización de Cristina Fernández? ¿Acaso no nos bombardean mediáticamente con la idea de culpabilizar como causante de todos los males las ideas de Cristina?.
El poder real eligió a su propio chivo expiatorio y su sacrificio hoy en términos de metáfora quizás sea la ilusión de su proscripción por medio de las causas judiciales.
Girard explica que la persecución al chivo expiatorio (del cual podemos leer no sólo en términos de un sujeto particular sino también respecto de un grupo, clase o de determinada ideología) ha sido la piedra fundamental de determinadas sociedades en momentos de crisis. Hoy en Argentina esta idea también adquiere cierta relación cuando vemos que políticos de derecha y sus medios de comunicación hablan de la necesidad de “acabar con la grieta” para la cual se debe retirar del mapa político a Cristina Fernández (con Lula la derecha brasileña lo logró parcialmente en su momento mediante su encarcelación).
Edipo es expulsado de Tebas como responsable de la epidemia que azotó la ciudad. Su culpa radicaba en que había cometido incesto y asesinato. El chivo expiatorio inexorablemente supone la ilusión persecutoria y los verdugos creen en su culpabilidad. Por eso, la caza de brujas implicó tanto que jueces y acusados creyeran en la eficacia de la brujería.
La crisis de legitimidad del poder judicial y de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que implica su activa participación en esa persecución, es la que hace posible que en un estado de descomposición del estado de derecho, la derecha avance en la demonización de las políticas populares. Pero citando a otro filósofo francés, Michel Foucault, donde hay poder (real) también hay resistencia.