Nunca Los Gladiadores tienen partidos fáciles y menos a este nivel, donde están las mejores selecciones ecuménicas de este lindo deporte. Y este partido contra Bahréin no fue la excepción porque en un luchado y sufrido encuentro, que fue de momentos, Argentina supo cerrar mejor el juego de la mano de un inmenso Sebastián Simonet, que tomó el comando del equipo ante la sentida ausencia del “Messi del handball”, que no es otro que su hermano el “Chino”.
Era el partido a ganar, por el arrastre de puntos para la próxima etapa y se logró el objetivo. Analizar como se lo obtuvo quedará para el cuerpo técnico encabezado por el español Manolo Cadenas y lo que será el cierre de la participación en la zona ante nada más y nada menos que la “campeonísima” Dinamarca. Si se “levanta el pie del acelerador” pensando en lo que vendrá o si sale a tratar de hacerle partido a los nórdicos. Eso será el martes a las 16.30, pero forma parte de otra historia.
En esta segunda presentación de Los Gladiadores tuvo un comienzo parejo, de aciertos y errores compartidos, pero siempre con una luz de ventaja para nuestra selección. Baréin, como se esperaba, planteó una dura defensa con infracciones constantes, lo que valió cinco salidas de sus jugadores por dos minutos. Así culminó la primera etapa 12 a 10 a favor del equipo nacional.
En la segunda parte Bahréin salió a quemar las naves y en un momento de confusión de Los Gladiadores, no solo a los 10 minutos llegó a igualar en 15 tantos, sino que en la mitad de la etapa pasó al frente por primera vez en el partido. Llegó hasta el 19 a 17 y ahí reaccionó Argentina. Entraron a los 10 minutos finales igualados en 20 tantos, coincidiendo con el ingreso de Juancito Bar a defender la valla y vaya si lo hizo bien porque fue fundamental para que solo Bahréin le hiciera un solo gol. En el minuto 57, Argentina pasó al frente 22 a 21 y de allí al pitazo final estiró la diferencia, hasta el 24 a 21 final.