Desde hace muchos años quienes consumimos las producciones hechas en nuestro país esperábamos una obra política, lo cual se podría pensar que es difícil en un contexto de grieta, pero eso es sólo una excusa para no hacer nada. Ahora bien, no es una tarea fácil analizar los puntos altos y bajos de una serie que a la larga es compleja, y que aborda temas sensibles como la religión y su relación con el pueblo y el poder.
La serie cuenta la historia de Emilio Vásquez Pena (Diego Peretti) un pastor evangelista candidato a Vicepresidente de la nación, y sobre todo lo que hay detrás de su estructura de poder basada en la fe de sus seguidores. No obstante, la muerte del aspirante a ser Presidente desencadenará una serie de sucesos que harán temblar a todos los personajes y darán inicio a una lucha por el dinero y el poder.
La serie está dirigida por Claudia y Marcelo Piñeiro, este último un verdadero realizador de culto en nuestro país con obras notables como Kamchatka (2002), Tango feroz (1993) o Plata quemada (2000). Cuenta con un reparto de primer nivel con nombres tales como Mercedes Morán, El chino Darín, Peter Lanzani, Sofía Gala o Joaquín Furriel, y cuyo guión estuvo a cargo de Claudia Piñeiro.
En cuanto a estructura la serie por momentos oscila entre ser una historia de resolución de un crimen y una verdadera trama de poderes. Aunque verdaderamente logra articular un producto que pareciera a la larga ser un llamado de advertencia hacía nuestro país y el resto de la región sobre la influencia del evangelismo en nuestras sociedades, y los riesgos que puede llegar a deparar su expansión.
Piñeiro utiliza el recurso de los simbolismos para comunicar la idea de la serie, en la primera escena se ve a un niño que tras bendecir a otro le da una cuchilla, la metáfora de la religión como un arma es constante. Del mismo modo, el culto es presentado desde un lugar que me parece acertado, como un ente de dos caras y que cada uno elija con qué quedarse. El personaje de Peter Lanzani parece el gran opuesto al pastor protagonista, es idealista y realmente cree en lo que el evangelio predica.
Además, hay un elemento clave. El conflicto se desata cuando el candidato a Presidente es asesinado de una puñalada, y eso posiblemente no sea una casualidad. Ya que si recordamos la historia reciente en la región fue un cuchillo lo que transformó en mandatario a Jair Bolsonaro, ese político que parece lograr que la realidad supere a toda ficción posible. Y para el cual el poder Evangelista, cada vez más fuerte en Brasil, ha sido clave para consolidad su poder.
En cuanto al guión, por momentos carece de diálogos realmente sólidos y por momentos utiliza palabras cuasi telenovelezcas. Dicho en su defensa, hay que considerar que la serie está hecha con el fin de ser vista en otros países de habla hispana, por lo cual esperar ver los diálogos realistas de obras como Okupas es por lo menos un riesgo que la producción posiblemente no acepte. Pero quienes amamos el cine nacional, lo sentimos como una debilidad que obras como Esperando la carroza jamás tuvieron.
Si bien la dirección es sólida, y logra poner en cámara una producción de gran escala, hay muchos momentos en que los propios actores sostienen la serie. Hay muy buenas actuaciones especialmente destaca a Peretti, Morán y Sofía Gala. Más teniendo en cuenta que muchos personajes tienen arcos que por ahora parecen más ligados al maniqueísmo, pero para sacar una conclusión sobre ello habrá que esperar si una segunda temporada profundiza los conflictos o no.
La serie posee un tono oscuro que hace que realmente la haya disfrutado por momentos, y muestra cómo se maneja el poder real e incluso sabe señalarlo bien, lo que está a la sombra es lo que posee el control. Si bien tiene sus baches, y un guión con puntos flojos, creo que logrará que los espectadores quieran una segunda temporada. Viendo en perspectiva siempre digo que nunca en una buena serie el primer acto es el mejor, y eso es un buen comienzo.