La Patagonia trágica.- Durante el primer gobierno del radical Don Hipólito Yrigoyen y mediante una porción del ejército comandada por el entonces coronel Héctor Benigno Varela, fueron fusilados más de 1.500 peones rurales de las grandes estancias del sur, escrituradas a nombre de terratenientes nativos e ingleses. ¿La razón? Haberse declarado en huelga por las pésimas condiciones laborales y los peores salarios que les pagaban por jornadas de trabajo extenuantes, y tener la osadía de presentar resistencia ante los primeros y “tibios” intentos represivos; “tibios” en comparación con lo que les caería encima poco más tarde.
Se enfrentaron peones rurales con la Sociedad Obrera de Río Gallegos y FORA a la cabeza y los terratenientes, la fascista Liga Patriótica y el gobierno provincial; luego, también el nacional.
El gobernador del Territorio Nacional de Santa Cruz entre 1921 y 1923 fue el militar Ángel Ignacio Yza. Pero su predecesor, Edelmiro Correa Falcón (1918-1921), político y estanciero designado como mandatario interino por el presidente Hipólito Yrigoyen, fue un hombre clave en la masacre. Presidente de la Sociedad Rural, se erigió en una pieza vital de la brutal represión al oficiar como nexo entre la oligarquía terrateniente bonaerense y sus pares europeos de la Patagonia austral.
«No estamos aquí hablando de pasado, estos son temas de una actualidad estricta. El problema fueron y siguen siendo los intereses económicos, la propiedad de la tierra» (Adolfo Pérez Esquivel)
Afirman los sureños que han estudiado el tema que los fusilados fueron “muchos más”, pues a los 1.500 que reconstruyó el historiador y escritor Osvaldo Bayer tras realizar un brillante trabajo de investigación conocido como Los vengadores de la Patagonia trágica -que debería formar parte de los programas de estudio en todas las escuelas secundarias y universidades del país-, hay que sumarles las víctimas invisibilizadas de los pueblos originarios.
Por ese trabajo, Bayer fue perseguido y amenazado por la Triple A y se exilió en 1975.
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UN FESTEJO PORNOGRÁFICO
La descripción del festejo de la oligarquía terrateniente y sus políticos lacayos se la robamos a Ricardo Ragendorfer, porque nos da una idea cabal, sin una coma de más ni de menos, del país que en los años ‘20 aún saboreaba las galas del Centenario.
“El festejo tuvo lugar a fines de 1921 en la Sociedad Rural de Río Gallegos. Su instante más emotivo fue cuando los presentes -estancieros ingleses y criollos, junto a muchachos de la Liga Patriótica- entonaron a viva voz un cántico muy simpático: “For he’s a jelli good fellow” (“Porque eres un gran camarada”). Al homenajeado se le humedecieron los ojos por la emoción. Se trataba del teniente coronel Héctor Benigno Varela, quien al mando del Regimiento 10 de Caballería acababa de fusilar a 1.500 obreros rurales. Tal faena se desató el 7 de diciembre de 1921 en la estancia La Anita, extendiéndose a campos aledaños durante varios días” (La Patagonia rebelde – Ricardo Ragendorfer, Caras y Caretas).
“Hay un fusilado que vive”, le dijo un hombre a Rodolfo Walsh una calurosa noche de diciembre de 1956 en el bar Rivadavia de La Plata. Se refería a que una de las víctimas de los fusilamientos clandestinos que la dictadura instaurada en 1955 había ordenado contra peronistas rebeldes en José León Suárez, en realidad sólo había muerto en los papeles de los dictadorzuelos: él logró escapar en la profunda oscuridad de la noche. Ese dato fue el inicio del libro que marcaría la fecha de nacimiento del periodismo de investigación en la Argentina, Operación Masacre.
Hoy, teniendo en cuenta que «Cuando no recordamos lo que nos pasa, nos puede suceder la misma cosa», quizás debamos decir que hay 1.500 fusilados que viven para siempre en nuestra memoria.
El 24 de diciembre de 2021, la senadora por Santa Cruz Ana Ianni (FdT), el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla, y Esteban Bayer, hijo de Osvaldo, presentaron un proyecto de ley en el Congreso para que una de las mayores (y silenciadas) masacres de la historia argentina sea declarada Delito de Lesa Humanidad, es decir, delitos imprescriptibles.
Los peones rurales tenían jornadas de trabajo eternas, vivían hacinados, les pagaban miserias y hasta con vales que podían cambiar por comida en los almacenes de ramos generales de los propios estancieros. Tras el regreso de la democracia en 1983, políticos de todos los signos, fiscales y jueces ayudaron a que se olviden los más de 1.500 fusilamientos
¿Para qué remover el pasado?, cuestionará algún “contento”. En la presentación del proyecto, Pérez Esquivel respondió sin que le pregunten: «No estamos aquí hablando de pasado, estos son temas de una actualidad estricta. El problema fueron y siguen siendo los intereses económicos, la propiedad de la tierra».
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“EL ESTADO PREFIRIÓ CALLAR Y OLVIDAR”
Pietragalla fue al hueso. El tratamiento de los tremendos sucesos ocurridos en el sur entre 1920 y 1922 -ni un culpable, ni un preso, ningún juicio, nada de nada pese a 1.500 fusilados- siguen agigantando la grieta argentina. «Cuando quedan millones de hectáreas en manos de extranjeros, nadie se horroriza; cuando vemos una comunidad originaria que toma parte de sus tierras en base a un reclamo histórico, son delincuentes», disparó.
La promotora del proyecto, la senadora nacional por Santa Cruz, Ana Ianni, escribió en Hoy Día Córdoba: “Cuando comenzamos a trabajar en la visibilización del centenario de los acontecimientos ocurridos en el marco de las huelgas patagónicas surgió la necesidad de que la premisa Memoria, Verdad y Justicia fuera cumplida. La Memoria viene siendo rescatada a través del trabajo que desde la provincia de Santa Cruz han realizado en las Mesas de las Huelgas y la Comisión Provincial por la Memoria. La Verdad fue esclarecida por el brillante trabajo realizado por el escritor Osvaldo Bayer. Pero nunca hubo Justicia para los fusilados, perseguidos y desaparecidos, víctimas de la violencia institucional de un Estado que prefirió callar y olvidar”.
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LOS “DEMÓCRATAS” DEL SILENCIO
“Los que estamos en los medios de Santa Cruz sabemos sobradamente las ocasiones en las cuales Osvaldo Bayer llegaba en silencio, asistido por un escaso núcleo de adherentes a su obra, y hasta ignorado por las autoridades de turno. En la década del 80, con el retorno de la democracia, la legislatura de Santa Cruz sancionó la obligatoriedad de incluir en la currícula escolar la historia de las Huelgas Rurales Patagónicas, norma que fue vetada por el Poder Ejecutivo que entonces ejercía Arturo Puricelli (PJ)”, resaltó Mario Novack en el diario Nuevo Día de Santa Cruz (4 de julio de 2021).
«Cuando quedan millones de hectáreas en manos de extranjeros, nadie se horroriza; cuando vemos una comunidad originaria que toma parte de sus tierras en base a un reclamo histórico, son delincuentes» (Horacio Pietragalla)
La película basada en la investigación de Osvaldo Bayer, La Patagonia rebelde, fue filmada con enormes problemas entre 1973 y 1974. Los sectores del poder sureño pusieron todas las trabas y más también, acompañados por la derecha peronista como a principios de siglo por la Liga Patriótica.
Pero el gobernador peronista Jorge Cepernic (mayo de 1973 – octubre de 1974) fue el mejor “productor” del director Héctor Olivera. Cuando necesitó extras para su ejército fusilador, tuvo a disposición a la policía santacruceña. Aún faltaban muchos extras para las movilizaciones y asambleas de obreros… Estaba la Juventud Peronista. Fue así que un joven e ignoto militante de la JP, Néstor Kirchner, actuó como extra. Pero la película en sí, que tuvo un antes, un durante y un después imperdibles, será abordada por el especialista en cine y columnista de 90lineas.com, Mauricio Vallejos.
Lo cierto es que por aquella colaboración con el film, Cepernic fue preso tras el golpe del 76 y le quitaron todos sus bienes.
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LA FAMILIA DE MARCOS PEÑA BRAUN
En su trabajo “Obreros y huelgas patagónicas: representaciones en publicaciones santacruceñas de las primeras décadas del siglo veinte”, la docente e investigadora de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, Betina Ferrante, puntualizó que “el grupo económico hegemónico en la Patagonia argentina y chilena estaba constituido por los fundadores de la Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia. “La Anónima” se había constituido en 1908 a partir de la unión comercial de José Menéndez y Mauricio Braun, representantes de los dos grupos empresariales más importantes, con objeto de comercializar las lanas del sector argentino de la Patagonia”.
Siguió. “Ante este enorme poderío comienzan los reclamos de los peones rurales a partir de 1920, pidiendo reivindicaciones mínimas como cobrar en moneda nacional y no en vales o cheques”.
“El conflicto puede dividirse en dos partes: en una primera parte el gobierno yrigoyenista envía al ejército a cargo del Coronel Benigno Varela, quien ante las condiciones en que viven los peones solicita a los estancieros que firmen el pliego de requerimientos. Los hacendados se muestran indignados con el ejército y el gobierno, y algunos se niegan a firmar. Se suceden entonces más levantamientos, los estancieros presionan al gobierno, que vuelve a enviar a Varela, quien esta vez -y en el transcurso de conflictos que duran hasta 1922- reprime a los obreros y fusila aproximadamente a 1.500”.
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Los almacenes de ramos generales creados por Mauricio Braun y José Menéndez en 1908 -ancestros directos del ex jefe de Gabinete de Cambiemos, Marcos Peña Braun, y del ex secretario de Comercio Interior de la misma administración nacional, Miguel Braun– se convirtieron en supermercados y hasta hoy se encuentran entre las principales empresas formadoras de precios en la Argentina. Los dueños del país no han cambiado. Por ello, sobre la masacre de 1920-1922 dijo Pérez Esquivel: “Estos son temas de una actualidad estricta porque el problema fueron y siguen siendo los intereses económicos ligados a la propiedad de la tierra”.
A falta de justicia, los hechos de la Patagonia conocieron venganzas cruzadas; justicia por mano propia. El 27 de enero de 1923, un anarquista alemán de nombre Kurt Wilckens ultimó al fusilador Héctor Benigno Varela. El 15 de junio de ese año, el joven fascista de la Liga Patriótica Argentina y ex policía de Santa Cruz, Ernesto Pérez Millán Temperley, le disparó a Wilckens mientras dormía en su celda.