Por Mauricio Vallejos
La década del 70 es una de las más complejas de nuestra historia, no alcanzaría esta nota ni muchas más para abordar todos los pormenores de un tiempo convulsionado para nuestro país. Está claro que no hay testimonio más vivo para la posteridad que la cultura. En aquellos días turbulentos se estrenó, en el año 1974, la cinta La Patagonia rebelde, de Héctor Olivera, basada en los tomos de la obra homónima del recordado periodista y escritor anarquista Osvaldo Bayer.
La cinta cuenta los hechos ocurridos en la provincia de Santa Cruz, cuando los obreros rurales se declaran en huelga contra los salarios de miseria que pagaban los estancieros y dueños de hoteles. Protagonizada por un elenco de verdaderas leyendas de la actuación nacional, Federico Luppi, Luis Brandoni, Héctor Alterio y Pepe Soriano, entre otros, la película es un alegato crudo de cómo los militares del pasado y presente terminan estando al servicio de los intereses de minorías oligárquicas.
Tanto la filmación como el estreno no fueron tarea fácil para los realizadores, ya que era un film imposible de hacer antes de mayo del 73, cuando todavía gobernaba la dictadura de Alejandro Agustín Lanusse. Con la llegada de Héctor J. Cámpora al gobierno se abrió la posibilidad de realizar la adaptación, la cual era un anhelo del Olivera. Cuando le pidió los derechos a Bayer, este aceptó con la condición de que fuese él quien escribiera el guión, siendo leal al libro y a la verdad histórica. Y así fue.
La Patagonia rebelde
De este modo, la filmación fue complicada desde el comienzo ya que debía rodarse en la Patagonia, la cual no contaba con la infraestructura necesaria para el rodaje, y a ello había que agregarle que toda cinta de época es cara por la reconstrucción que va desde los sets a los vestuarios y las locaciones.
Es verdad que los productores contaron con un aliado fundamental e inesperado, el ex gobernador de Santa Cruz, Jorge Cepernic, que puso a los cadetes de la policía provincial como extras haciendo el papel de soldados. También fueron extras militantes de la Juventud Peronista local, entre los que destacaba un joven Néstor Kirchner, que aparece en la cinta cantando el himno anarquista El hijo del pueblo.
Cárcel o destierro
Obviamente, al llegar la dictadura esa cinta les costó caro a sus realizadores, con solo decir que el propio Cepernic estuvo preso seis años por colaborar en su producción. El director Olivera, el guionista Bayer y los principales actores debieron marchar al exilio tras la realización del film. Algunos de ellos, como Héctor Alterio, se instalaron en España hasta el día de hoy; otros retornaron con el regreso a la democracia en 1983 y pudieron retomar sus carreras que se habían truncado a causa del destierro.
La Patagonia rebelde
Desde un punto de vista cinematográfico, estamos frente a una de esas obras que enaltecen al querido, y muchas veces infravalorado, Cine Argentino. La cinta comienza con el atentado que terminó con la vida del General Varela (en la película se llama Zavala), principal responsable por los fusilamientos de la Patagonia. Esta escena ya pone en tono al film. Es una obra cruda y trágica, donde la violencia tiene un papel central.
Es así como el film va recorriendo toda la historia de la Patagonia trágica, mostrando cómo estaban organizados los obreros, la vida ostentosa de los terratenientes locales, muchos de ellos ingleses, y a la figura de Zavala, que en un primer momento parece un hombre razonable, para ir mutando de a poco en un cruel asesino. Además, hay un esfuerzo muy marcado por parte de Bayer en mostrar la voluntad de diálogo de los trabajadores, y cómo siempre del otro lado les responden a las ofertas de paz con muerte.
La cinta tiene un crescendo muy marcado donde las alternativas se van chocando con la realidad. Los inolvidables personajes irán mostrando su valor y su entrega ante un enemigo poderoso y cada vez más despiadado. Señalo dos momentos que son muy gráficos: la escena en que están eligiendo a quienes iban a fusilar y uno de los terratenientes le dice a Zavala que perdone la vida a uno, ya que era el único mecánico de la zona, lo cual deja de manifiesto la subordinación de los militares al dinero y la vida parasitaria de la oligarquía.
Finalmente, me quedo con el cierre de la cinta. Los hacendados de Santa Cruz hacen una fiesta para honrar al General Zavala, es decir, hacen una celebración de la muerte. En ese momento, Olivera realiza uno de los mejores planos de la historia del cine nacional, cuando aquellas personas comienzan a cantar una canción en ingles al militar, y la cámara se queda con su mirada de estupor, haciendo un zoom sobre los ojos de aquel hombre que comprende que su servicio ha estado en manos de intereses que poco tenían que ver con la Patria.
La Patagonia rebelde
La Patagonia rebelde