Algunos dirán que el término “gorila” nació en un sketch del programa cómico La Revista Dislocada, que entre 1952, año de su nacimiento, y 1973, cuando fue prohibido por la dictadura de Lanusse, gozó de un gran éxito popular; primero en distintas estaciones de radio y luego en la TV.
Y quienes sostienen esa hipótesis no están equivocados. Ahora bien, ¿de dónde tomaron los libretistas del programa cómico argentino la idea de hacer una canción que decía “deben ser los gorilas, deben ser”? De la película Mogambo (1953), una adaptación del filme Red Dust (Polvo rojo) de 1932, y éste, a su vez, basado en la obra de teatro homónima de 1931. Y hasta allí nos vamos.
La obra de teatro Red Dust fue escrita por el dramaturgo Wilson Collison. Hijo de un empleado administrativo y un ama de casa, a los nueve años publicó su primera historia en un diario de Columbus, capital del estado estadounidense de Ohio. Wilson vivía en la pequeña localidad de Gloucester.

Collison fue, en rigor, un autodidacta de la escritura, ya que abandonó la escuela secundaria tras cursar el primer año. Luego trabajó en una imprenta, más tarde como escritor publicitario, pero también como vendedor de productos farmacéuticos. A los 18 se dedicó a la actuación, aunque nunca dejó de escribir. Su primer gran éxito como dramaturgo se dio en 1919, año en que Up in Mabel’s Room (Arriba, en la habitación de Mabel) fue un suceso en Broadway. Hacia 1928 publicó la ya nombrada Red Dust, obra de teatro que llegó a representarse en ocho ocasiones en Nueva York.
Como dijimos, Red Dust se estrenó en teatro en 1931. Solamente un año más tarde, el director de cine Victor Fleming (Lo que el viento se llevó; El mago de Oz) adaptó el guión para la película del mismo nombre, que fue protagonizada por Clarke Gable junto con Jean Harlow.

El mismo Clarke Gable, en 1953, fue el protagonista de una adaptación de Red Dust, renombrada Mogambo y dirigida por John Ford. Además, en este filme, Gable fue acompañado por las talentosas y bellísimas actrices Ava Gardner y Grace Kelly, nominadas por sus actuaciones a Mejor Actriz y Mejor Actriz de Reparto, respectivamente, para los Premios Oscar del año siguiente.
El protagonista de Ben-Hur, Lo que el viento se llevó y decenas de súper éxitos, encarnaba a un seductor cazador de fieras en el África a pedido de los zoológicos (como se puede observar, eran otros tiempos). La cuestión es que Gable, Gardner y Kelly quedaron atrapados en un trío amoroso. Si bien la rubia actriz en el filme estaba casada, se enamora perdidamente del cazador, quien ya tenía un romance con la sensual y sexy Ava Gardner.

“Deben ser los gorilas…”
En una escena, Clarke Gable y Grace Kelly estaban hablando tranquilamente, hasta que fueron interrumpidos por un tremendo rugido. La mujer, asustada, se lanzó en brazos del cazador, quien para tranquilizarla le dijo que no temiera… “Deben ser los gorilas”, agregó.
Aldo Cammarota, libretista del programa cómico La Revista Dislocada, que había debutado en Radio Argentina en 1952 -un año antes del estreno de Mogambo- con producción de Délfor Dicásolo y locución de Cacho Fontana, se valió de esa escena que -demás está decirlo- se convirtió en una de las más populares del aclamado filme, para crear un sketch musical: el cantante describía en cada programa un par de situaciones cómicas, que luego un coro atribuía a “los gorilas” utilizando la frase de Clarke Gable en la película. “Deben ser los gorilas, deben ser…”, repetía el coro apelando al capicúa del lunfardo y rematando con “…que andarán por ahí”.
“Deben ser los gorilas deben ser, que andarán por ahí”
La canción que popularizó la expresión «gorila» en Argentina
La Revista Dislocada fue la escuela de numerosos humoristas argentinos, como por ejemplo Mario Sapag, Mario Sánchez, Beto Cabrera, Juan Carlos Calabró, Nelly Beltrán, Carlitos Balá, Jorge Porcel, Raúl Rossi, Tristán, Vicente La Russa y otros, según cuenta el abogado y escritor Felix Lonigro en un artículo publicado en El Cronista el 30 de junio de 2017.

Rumores de Golpe de Estado
Era 1955 y en el país estaban a la orden del día los rumores de levantamientos militares contra el gobierno de Juan D. Perón, a pesar de que había obtenido el 63,5% de los votos, que contaba con un amplísimo respaldo popular y, además, de gran parte del Ejército y otros sectores de las FFAA.
Fue entonces cuando el ingenio popular salió a relucir: cada vez que alguien hacía mención a un posible levantamiento anticonstitucional, otro le respondía: “Deben ser los gorilas, deben ser…”
Del chiste al descalificativo
“Los contras”. Así solía llamar Evita a los opositores al peronismo. Una expresión que a nadie podía ofender. Y a contramano de lo que podría pensarse, dicen que cuando la gente de a pie empezó a tildar de gorilas a los posibles golpistas, éstos se lo tomaron bien y hasta se autonombraron como “gorilas” (nunca en público, desde ya).
Pero nada terminó en un chiste. Todo lo contrario. El 16 de junio de 1955 se produjo el mayor acto terrorista de la historia argentina cuando aviones argentinos con pilotos argentinos masacraron a 355 civiles indefensos, incluidos niños y mujeres, en la Plaza de Mayo y alrededores. Y exactamente tres meses más tarde, el 16 de septiembre, se produjo el golpe de Estado que inauguró casi dos décadas sin democracia, con una furibunda persecución a los partidarios del peronismo que incluyó cárcel, torturas, ejecuciones clandestinas y absoluta represión a la libertad de expresión.
gorila

Así las cosas, el término “gorila” perdió todo viso de comicidad y pasó a denominar a los antiperonistas que detentaban el poder, tanto militares como civiles, y a aquellos y aquellas que simpatizaban con ellos.
Con el correr de los años, “gorila” pasó a ser más abarcativo para señalar a todos los reaccionarios (conservadores o ultraconservadores que se oponen a todo progreso político, social y cultural). Así las cosas, ya no le gustó a casi nadie ser tildado como gorila.
En tanto, en la “interna peronista”, quienes se identificaban con posturas de derecha también pasaron a ser descalificados como “gorilas” por los más apegados a la doctrina social justicialista y por los llamados “peronistas de izquierda”, si vale la expresión.
Eso se mantiene hasta hoy