El primer impulso fue buscar los discos de Willy Crook, notar que me faltan algunos. Tal vez quedaron en la división de bienes de esos divorcios amables y sin papeles. Al toque apareció la estampa altiva, muy al estilo Miguel Abuelo, el saxofonista cochorro de los Redondos, una entrevista en su casa de San Telmo, los shows en Chacal con escenario alambrado. Siempre me gustaron sus historias como dj disidente en la Costa Brava española. Más allá de sus probados arranques y cortes en los dos primeros discos de Patricio Rey, el Capitán Crook que más conozco y disfruté es al saxofonista de Pachuco Cadáver una noche de verano en el Boulevard del Sol y la enorme sorpresa de descubrir los graves que imponía su voz en «Big Bombo Mamma», aquel disco que le produjo Daniel Melingo, poco más que lo conminó a pasar al frente.
No había nada así por estos lares, los discos de acid-jazz llegaban pero verlo en vivo era otra cosa, además Willy oficiaba de MC y el espectáculo adquiría otra dimensión: un bar de jazz con un rasta cantando junto a una banda de notables, Velntino, Patán Vidal y Fernando Lupano solían acompañarlo a las excursiones platenses. Casi en diagonal a Chacal, hace unos años desembarcó milagrosamente la resurrección de Lions in Love en el Estudio Bar. Otra vez estaba Willy con la mejor banda que integró en su vida. De nuevo juntos: Daniel Melingo; Pablo Guadalupe, Martín Aloe y la hermosa Stefanie Ringes para rescatar ese espíritu indómito de un grupo único…
Hay años borrosos y el recuerdo es más difuso, hasta que en 2017 apareció «Memorias improbables», tremendo libro de mil vidas vividas en el rock argentino y en el español también. Ojalá vuelva a las librerías. La ultima vez que lo vi fue en la Feria del Libro, cantó algunas canciones en un escenario muy chiquito, el trajín de la gente yendo y viniendo en un espacio de paso no permitía escucharlo bien. Casi me acerco para contarle que había estado en mi casa una mañana luego de una noche interminable, y que en esa ocasión le regalé mi disco de «Música en Libertad», el de color rosa que se abría y aparecían las figuras recortadas de todos los bailarines y bailarinas del programa. Y hubo otra, en la casa del Gordo Mamblona: venía de tocar como invitado de Los Redondos y asistí a un auténtico pase de comedia cuando Crook levantó por la espalda a Rocambole y ahí apareció el Mono Cohen que con tono de profesor repetía la frase «Willy bajame». Ahora veo los discos y me doy cuenta que pasaste mucho más tiempo en mi casa de lo que suponía. Adiós Capitán Crook!