Por Roberto Pascual.-
Algunos datos económicos de los últimos días generan entusiasmo tanto en el Gobierno como en el Frente de Todos, pese a las diferencias fundamentales que subsisten respecto a la necesidad de recuperar los niveles de ingresos de amplios sectores de la población.
Sin dudas el dato de una inflación del 4,9% en noviembre, la más baja desde febrero, resultó la señal más impactante. Pero no es menor que el nivel de actividad económica, si bien a un ritmo menor, mantiene su clara tendencia positiva. Y como si fuera poco, el Ministerio de Economía logró cerrar diciembre con un nivel de refinanciamiento de la deuda en pesos de más de 201% tras informar este jueves el resultado de la segunda vuelta de licitación destinada a las entidades del mercado en la que agregó $45.000 millones a los $785.000 de la jornada anterior, con lo cual reduce las necesidades de emisión monetaria.
Además, el Banco Central, finalizó la semana con compras por 55 millones de dólares por lo que en los últimos cinco días hábiles adquirió unos U$S 361 millones y lleva acumulado en diciembre U$S 715 millones de compras netas en el mercado, gracias a la liquidación de la segunda etapa del dólar soja, ya que los exportadores liquidaron en esta semana U$S 469 millones y desde el inicio del programa suma ventas por U$S 1.824 millones.
Según señaló el propio ministro Sergio Massa “estamos recuperando las reservas, y estaremos cerrando el año superando los más de 7.000 millones de dólares de reservas disponibles y además con 5.000 millones adicionales disponibles para lo que es operaciones con China a partir del swap».
Estos datos son significativos porque la estrategia explícita de la actual conducción económica es fortalecer el nivel de reservas como factor clave para ordenar la economía y dar una batalla más frontal contra la inflación.
LA MADRE DE TODAS LAS BATALLAS
El dato de una inflación del 4,9% medido por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) no sólo es auspicioso porque vuelve a encaminar la tendencia hacia la baja (luego que en octubre se quebrara esa caída tendencial por apenas una décima de punto, subiendo del 6,2% al 6,3%), sino que como se señala más arriba aleja el fantasma de superar un emblemático índice superior al 100%.
La sumatoria de medidas como Precios Justos, con acuerdos con las compañías alimenticias y de consumo masivo, textiles, calzados, combustibles e insumos difundidos son ejemplos de una política de intervención estatal, que trajo aparejada la desaceleración de la inflación en noviembre y muestra sus primeros resultados positivos en la compleja tarea de reducir la suba de precios.
No extrañó, entonces, que aparecieran también los primeros cuestionamientos y versiones con un manto de sospechas sobre que se empezó a tergiversar los datos del Indec, acusaciones que pierden fuerza al comparar las cifras con los datos del organismo estadístico porteño, dado que en seis de los once meses del año la cifra oficial nacional estuvo por encima de las mediciones en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Y es más en lo que va del año el Indec acumula 85,3%, de aumento de precios contra 82,9 en la medición de CABA y en los registros interanuales, la estadística nacional trepa a 92,4% contra el 89,9% en el ámbito porteño.
Pero descartada la mala intención al momento de medir los datos inflacionarios, los siempre críticos analistas muy cercanos a la oposición destacan que el buen número de noviembre con el logro de perforar el 5 por ciento mensual, está íntimamente relacionada con el precio de la carne que en los dos últimos meses bajó en promedio un 15 por ciento. Eso hizo que el precio de los alimentos aumentara sólo un 3,5 % frente a una suba del 6 % del mes anterior. Si bien parece una explicación razonable, no muestra la magnitud de la caída alcanzada.
Es que no todo bajó y rubros como Vivienda, Agua y Electricidad, Gas y otros combustibles encabezó las alzas de noviembre con un 8,7 %, con el aumento de los servicios de gas y electricidad por la suba de tarifas autorizados por el gobierno para reducir los subsidios energéticos. Le siguieron Comunicación con un 6,4%, rubro en el que impactó la suba de los servicios de telefonía e Internet y Bebidas alcohólicas y tabaco que subió 6,3% por el aumento de los precios de los cigarrillos.
También por el alza de tarifas, el rubro Transporte subió un 6,1% y luego se ubicaron Bienes y Servicios con 5,8%, Restaurantes y hoteles con 5,5% y Equipamiento y Mantenimiento del hogar con un 5,4%. Por debajo del nivel general estuvieron el rubro Prendas de Vestir y Calzado con un 4,5%, uno de los que más había impactado en la inflación mensual en los últimos meses, Recreación y cultura un 4,2%, Salud con 4,1% y Educación 3,8%.
Pese a la baja, el rubro de Alimentos y bebidas no alcohólicas fue el de mayor incidencia en casi todas las regiones, por su peso dentro del índice general, por el aumento en frutas, aguas minerales, bebidas gaseosas y jugos, pan y cereales, mientras que las verduras, tubérculos y legumbres registró una baja en la mayoría de las regiones en que se divide el país.
De esta forma, en noviembre se produjo el registro más bajo del año para ese rubro, lo que demuestra el impacto de los acuerdos de precios pactados por el Gobierno con las alimenticias y la cadena de distribución. Pero también hubo un fuerte impacto por cuestiones estacionales o por efectos de la sequía que obligaron a vender anticipadamente a muchos productores. Así la canasta de productos que releva el Indec mostró que el kilo de papa bajó 7,8%, el de cebolla 14,1% y el tomate redondo perdió 14,3%.
LAS RAZONES
Un análisis dado a conocer por el propio Ministerio de Economía pone de relieve las razones que interpretan como determinantes en la fuerte desaceleración en noviembre de los precios al consumidor, que explican por la confluencia de la implementación del programa Precios Justos y la suspensión de la emisión para financiar el déficit del Tesoro Nacional producto de una baja del déficit fiscal, donde reiteran que se cumplirá con la promesa de una reducción de la inflación por debajo de 4% en abril de 2023.
Entre los datos señalados por Economía se destaca el ordenamiento fiscal, que permitió reducir de 12,4% el déficit que encontraron en agosto al 2,5% que confían se registrará al cierre de 2022, cumpliendo con la pauta comprometida con el Fondo Monetario Internacional, recortes que permitieron suspender la emisión para financiar el rojo fiscal.
Los críticos, no obstante, señalan que la política de achicamiento del gasto tiene como contrapartida la necesidad de aumentar la tasa de interés en las colocaciones de deuda en pesos para conseguir los fondos que cubran el desequilibrio, que llevaron a que en la última licitación los rendimientos ofrecidos llegaron al 120%.
A su vez, en el Palacio de Hacienda remarcan la política de Banco Central de sostener una tasa de interés real positiva, que incentiva al público a mantener sus colocaciones en los bancos y así evitar más presiones sobre el tipo de cambio.
Es claro que hay interesados en crear un clima negativo en la economía, sea para beneficiarse o para desmentir los avances logrados desde que Massa se hizo cargo de la conducción del Palacio de Hacienda, como dejaron en claro las masivas marchas de viernes porque aún está en deuda la promesa electoral de una recomposición de los ingresos.