Por Lic. Bárbara Dibene*
Especialmente en esta época, pero vale el consejo para todo el año, los ojos y la piel requieren de nuestro cuidado. Son zonas del cuerpo sumamente expuestas y que pueden sufrir consecuencias permanentes si no garantizamos ciertas prácticas de prevención, desde evitar el sol en horas del mediodía y primeras horas de la tarde, cuando es más intenso, hasta elegir productos específicos apropiados y que cumplan con los requerimientos que necesitamos.
En diálogo con 90líneas, la doctora Cecilia Defeo (MP 110887), especialista consultor en oftalmología, explica que lo ideal sería utilizar lentes de sol de forma cotidiana, cada vez que nos exponemos al sol, ya que sus filtros UV garantizan la protección de nuestros ojos de los rayos ultravioletas. “Eso previene un montón de patologías. Por ejemplo, a los párpados muchas veces no les ponés protector solar, entonces los lentes ayudan a prevenir las radiaciones solares en esta zona, que es una de las más frecuentes donde se produce el cáncer de piel. También previene cataratas precoces y maculopatías, que son lesiones a nivel de la retina que bajan muchísimo la visión”.
Respecto a cómo elegir por primera vez un par de lentes de sol, la profesional aconseja iniciar con una visita al oftalmólogo/a para controlar y descartar cualquier problema en la visión. “Si vos ya te chequeaste y querés, vas y lo comprás siempre en la óptica, porque en ese lugar se te garantiza que todos los lentes que se venden cumplen con las indicaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Te asegurás de tener una lente correcta, con la protección necesaria”.
Luego, es cuestión de gustos y presupuestos. “Por ejemplo, la tonalidad -negros, marrones, naranjas- puede que deje pasar más o menos luz, y eso tiene que ver con la comodidad y también con lo que prefiera cada persona”, dice Defeo.
Respecto a costos, subraya que hay modelos económicos en las ópticas que muchas veces no se alejan demasiado del costo de los que se consiguen en la vía pública o la playa, pero te garantizan verdadera protección. Además, en caso de que una persona necesite lentes con aumento y su obra social realice la cobertura, puede solicitar que sean de sol.
En la misma línea, aconseja que lo importante es evitar los lentes que se venden fuera de las ópticas “porque no están chequeados y la mayoría no tienen filtro ultravioleta. Entonces qué ocurre. Vos te ponés un lente oscuro y cuando te entra menos luz al ojo, la pupila, que es digamos el diafragma que regula la entrada de luz al ojo, se dilata y entra más luz al ojo y sin protección UV, entonces te puede generar trastornos en la retina, que son irreversibles, como cataratas, y además no te previene del cáncer de piel. Al contrario, vos no tenés incomodidad por la entrada de luz y entonces estás más tiempo al sol sin ningún tipo de protección”.
Y agrega: “Además tampoco está chequeado que no tengan aumento. Algunos son como plásticos que por ahí tienen algún tipo de aumento que te pueden hacer mal”.
Finalmente, Defeo recalca la importancia de realizarse un chequeo oftalmológico completo una vez al año. “A veces una persona viene para probar un anteojo o para ver un lente de sol y uno le hace la rutina completa. Le toma la presión y le hace un fondo de ojos, entre otras cosas, y puede descubrir tempranamente patologías que pueden llevar a la ceguera. Y en los niños, que también deberían usar lentes de sol, también se descubren muchas veces patologías que pueden ser muy invalidantes para cuando sean adultos”.
sol ojos y piel
¿Y qué ocurre con la piel?
Al igual que con los ojos, la radiación solar puede provocar efectos dañinos en nuestra piel, y por eso es importante protegernos. La doctora María Michelena (MP 115071), especialista en dermatología, explica a 90líneas que a la hora de elegir un protector solar es importante optar “por un factor de protección solar (FPS) mayor de 50 y que tenga protección UV A y UV B, eso es lo que aconsejamos los dermatólogos, pero ya con 30+ y renovándolo cada dos horas estaría bien”.
Las siglas refieren a dos tipos de rayos ultravioletas: “Los primeros penetran en las capas más profundas de la piel y son responsables del envejecimiento prematuro y del aumento del riesgo de generación de cáncer de piel”, según indica el Ministerio de Salud de la Nación, mientras que “los segundos penetran más superficialmente, provocan quemaduras solares y tienen el efecto directo de la aparición de cáncer de piel”.
“Cuando se elige el protector hay que ver para qué lo vas a usar, por las cantidades y por una cuestión de costo-beneficio teniendo en cuenta el precio. Se puede usar una emulsión en el cuerpo, para distribuirlo mejor, y para el rostro tratar de ver uno más adecuado al tipo de piel. Una piel normal puede usar cualquier protector, pero una piel grasosa, por ejemplo, no puede usar uno cremoso, debería usar un protector que sea emulsión, fluido, más líquido, para que no le genere tanta grasitud”.
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Respecto a cómo aplicarlo, la profesional recomienda ser generosos, no escatimar con el producto, y colocarlo entre 15 y 30 minutos antes de exponernos al sol. Luego, será necesario reponerlo cada dos horas, especialmente si ingresamos al agua (mar, río, piletas) o tenemos mucha sudoración. “Si no, el protector deja de cumplir su función”, aclara. Asimismo, Michelena sugiere buscar la sombra entre las 11 y las 16 horas, y contar también con “barreras físicas” como gorros y lentes de sol.
A pesar de toda la protección, puede ocurrir que suframos algún mal momento por causa del sol. Consultada sobre cuándo acudir al médico, Michelena responde que “si estás con la piel enrojecida pero sin fiebre ni ampollas, podés permanecer en tu casa y utilizar un gel descongestivo, y por supuesto no exponerte más al sol. En caso de que sí aparezcan estos síntomas hay que ir a la guardia donde seguramente se aplique algún corticoide”.
Finalmente, hace hincapié en que las quemaduras pueden traer graves consecuencias a largo plazo, como el cáncer de piel y el fotoenvejecimiento.
La conciencia sobre el sol y la prevención son, entonces, fundamentales para una buena salud.
*Becaria doctoral del CONICET – Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores (CCT-La Plata CONICET-UNLP)
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