«No tenemos que matar al niño que todos llevamos adentro, es importante tener ilusiones, porque las ilusiones son las que nos mantienen jóvenes. En mi vida pasé momentos muy difíciles, cuando llegué a Argentina a los 17 años era un linyera y por eso Hijitus tiene como juguetes unos tarros que lleva atados, pero siempre traté de ver el vaso medio lleno, y todavía tengo proyectos». Eso fue textual lo que me dijo Don Manuel García Ferré el 15 de noviembre de 2012 en la República de los Niños, cuando recibió un emotivo homenaje de la Municipalidad de La Plata, que le otorgó su nombre a la calle de la Historieta e inauguró una escultura de Hijitus muy bien lograda por el artista pláticos y creador de decenas de muñecos de fin de año en la Ciudad Pedro Milani. Por desidia de las autoridades comunales de turno, esa escultura está ahora arrumbada en un galpón del predio.
Don Manuel (creador de personajes infantiles que fueron furor en las décadas del ´60, ´70 y ´80 y que aún no pierden vigencia, entre ellos el mencionado Hijitus, Súper Hijitus, Larguirucho, el profesor Néurus, Pucho, Anteojito, Calculín y el Boxitracio) a quien tuve la suerte de entrevistar en su estudio de calle Corrientes en el año 2009, falleció a sus 83 años el 28 de marzo de 2013 apenas unos meses después de ese merecido homenaje en nuestra querida República de los Niños. Este increíble artista había nacido en un pequeño pueblo de España, Almería, el 8 de octubre de 1929.
Don Manuel llegó a ese acto manejando él mismo su auto, con sus 83 años, bajó de la Autopista y tomó por avenida 532. Decía que conocía la República de los Niños pero como estaba algo perdido paró y le pidió explicaciones de cómo llegar a un vecino de la zona, Alejandro Di Odoardo, quien no dudó en acompañarlo hasta el lugar para brindarle su merecido homenaje, preparado por Carlos Santos y un grupo de colaboradores.
Era así, sencillo, desparramaba humildad, su mirada transmitía mucha paz, ternura, como sus personajes más famosos. Hasta los malos de las series de Hijitus son tiernos, la verdadera maldad le pasa a años luz tanto a Neurus y a Pucho como también a su creador que decía: «Yo he vivido en carne propia una guerra civil y por eso le escapo bastante a la violencia en mis dibujitos animados».
Buscaba los fines de semana la tranquilidad del campo, le gusta el verde y el aire puro. Descansaba y disfrutaba con su familia. Y durante los días de semana en su estudio de calle Corrientes, cerca del Obelisco, recibía con sus brazos abiertos a todo aquel que lo iba a ver. Allí el maestro mostraba con orgullo cada una de sus creaciones, tenía una colección de muñecos «inmaculada», estaban todos, Hijitus, el Comisario, Raymundo, Larguirucho (conservaba uno con la camiseta de Boca pero escondido en un cajón «por las dudas, para no ofender a ningún hincha de River» tenía otro, así de bueno era Don Manuel), estaban Petete, Oakys, el Boxitracio y Calculín; y también «La Maquinola» que «de tan complicada no sirve para nada», decía con mucha gracia. Es la maquinola que durante mucho tiempo estuvo como protagonista en un programa de Berugo Carámbula, allá por las décadas de los ´70 los ´80. Don Manuel la enchufaba, la ponía en funcionamiento y se movían martillos, serruchos y baldes de madera, pero la realidad era que no hacía nada, resultaba muy gracioso.
Hablar media hora con Don Manuel hacía parecer que uno lo conocía de toda la vida, más aún aquellos que seguimos su obra desde pequeños. Cuidaba muy bien a los personajes de goma que entregaba con su firma y como souvenirs a sus invitados.
A sus 83 años todavía estaba lleno de ilusiones. Quería hacer un largometraje de Hijitus y siempre decía que el ser humano que no tiene ilusiones es como un espantapájaros -como otros de sus personajes Trapito- estaba convencido de eso. Y él escondía detrás de su mirada tierna varias ilusiones, no quería quedarse siempre en el mismo lugar como le pasa a los espantapájaros.
En la nota que le realicé y fue publicada en el diario El Día el 25 de octubre de 2009 dijo: «Me gusta mucho la naturaleza. Por eso los fines de semana me voy al campo. Soy de una provincia andaluza que se llama Almería, que está a orillas del Mediterráneo donde hay un cielo azul espléndido que me ha hecho pensar muchas veces como los griegos, con claridad». Aquella nota se tituló en tapa de la revista dominical de ese medio «Dibuje Maestro» y seguramente Don Manuel debe seguir dibujando en ese cielo azul y espléndido para muchos chicos que, como él, están llenos de ilusiones.