Mientras en los barrios populares se extiende la implosión social y una parte importante de la clase media finge demencia y se va de vacaciones al exterior (revival de los nefastos ‘90), la ultraderecha vernácula ha iniciado sin disimulo el camino hacia el autoritarismo. Uno de los popes de la Escuela Austríaca de Economía que admira el presidente argentino desde 2013, Friedrich von Hayek, habló lisa y llanamente de su preferencia por una dictadura liberal en lugar de una democracia carente de liberalismo. Fue cuando visitó dos veces (1977 y 1981) el experimento ultraliberal chileno liderado por Augusto Pinochet.
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Milei se consideraba un liberal clásico, hasta que en el año 2013 descubrió la Escuela Austríaca de Economía leyendo a Ludwig von Mises, Friedrich von Hayek y Murray Rothbard, le contó a la BBC el analista Pablo Stefanoni, quien dedicó los últimos años al estudio del movimiento libertario en Argentina y cursó Microeconomía en la Universidad de Buenos Aires (UBA) con el actual líder de la extrema derecha nativa como profesor (“Qué es la Escuela de Austria en la que se inspira Javier Milei y cómo influye en sus radicales ideas económicas” – Cecilia Barría, BBC News Mundo, 20 de noviembre de 2023).
“En ese momento, era un economista matemático, un neoclásico tradicional”, dijo Pablo Stefanoni.
La Escuela Austríaca de Economía nació a finales del siglo XIX. Luego, algunos de sus miembros, como Friedrich von Hayek, realizó trabajos considerados relevantes en las décadas del ’20 y ’30 del siglo XX.
El colega Gustavo Veiga, en su muy buen artículo “El horror económico y la doctrina del shock”, publicado el jueves 15 de diciembre en el diario Página 12, detalló los pasos que dieron dos de los gurús de Milei ni bien finalizó la Segunda Guerra Mundial.
Una creencia cuasi religiosa
“Dos años después de terminada la Segunda Guerra Mundial, se creó la sociedad de Mont Pelerín. Lleva ese nombre porque la crema liberal-ortodoxa de la época se reunió en un hotel de esa localidad suiza. Temían no sólo al colectivismo; además, a las ideas keynesianas sobre el estado de bienestar. El encuentro lo financiaron banqueros de ese país que habían ocultado las fortunas robadas por los nazis a la colectividad judía víctima del Holocausto, en las llamadas cuentas durmientes”.
“Los dos referentes ideológicos de Milei, los economistas austríacos Von Hayek y Von Mises, estuvieron presentes -continúa Veiga-. El primero ya había escrito en 1944 su libro Camino de Servidumbre, que reivindica al dios mercado por sobre toda manifestación de vida humana en el planeta”.
Escribió Von Hayek: “Es la sumisión del hombre a las fuerzas impersonales del mercado lo que, en el pasado, hizo posible el desarrollo de una civilización que sin esto no habría podido hacerse; es por la sumisión que participamos cotidianamente en la construcción de algo más grande que lo que todos nosotros podemos comprender plenamente”.
“Personalmente prefiero una dictadura liberal a un gobierno democrático carente de liberalismo” (Friedrich von Hayek)
“Sumisión del hombre a las fuerzas impersonales del mercado” y “es por la sumisión que participamos cotidianamente en la construcción de algo más grande que lo que todos nosotros podemos comprender plenamente”. Dos frases escalofriantes, la segunda de las cuales remite a la idea de algo tan “grande” que resulta incomprensible para el ser humano terrenal, en otras palabras, un concepto de divinidad.

“Nadie puede estar al servicio de dos amos, pues odia a uno y ama al otro o apreciará a uno y despreciará al otro. No podéis estar al servicio de Dios y el Dinero” (Mt. 6, 24). Esto lo dijo Jesucristo hace unos 2.025 años, pero pareciera ser que ni siquiera muchos de quienes se autoperciben católicos lo han leído, y si lo hicieron “se les pasó por alto”.
La versión popular reza “no se puede servir a Dios y al diablo”, aunque, en rigor, los Evangelios son incontestables: Jesucristo es tajante a la hora de poner en las antípodas del servicio a Dios, el servicio al dinero.
El Papa está internado, pero sigue “molestando”
Como contamos en el artículo que titulamos Francisco: «La desregulación neoliberal deshumaniza”, que publicamos el martes 4 de marzo, el Papa Francisco envió un mensaje a los participantes en la asamblea general de la Academia Pontificia para la Vida, que finalizará este miércoles 5.
Allí, el sumo pontífice -mediante un escrito fechado el 26 de febrero en el policlínico Gemelli de Roma, donde está internado desde el 14 de febrero-, advierte contra la «desregulación planetaria utilitarista y neoliberal» que está en la raíz de varias crisis globales.
«Es necesario reformular nuestra manera de entender la ‘creación continua’, sabiendo que no es la tecnocracia la que nos salvará: ceder a la desregulación planetaria utilitarista y neoliberal significa imponer la ley del más fuerte como única regla. Y es una ley que deshumaniza», escribe Francisco.

Hayek y Friedman, Pinochet y la dictadura liberal
La BBC da cuenta de que Hayek visitó dos veces Chile (1977 y 1981). En el primer viaje se reunió con Augusto Pinochet, quien lideró el golpe de Estado contra Salvador Allende, y deslizó su apoyo al régimen en entrevistas con la prensa local.
A Hayek se le atribuye una frase distópica sobre aquel Chile de 1973, añade en su artículo Gustavo Veiga: “Un dictador puede gobernar de manera liberal, así como una democracia gobierne sin el menor liberalismo. Mi preferencia personal es una dictadura liberal y no un gobierno democrático donde todo liberalismo esté ausente”.
Antes de Hayek, quien visitó al Chile dictatorial y se reunió con Augusto Pinochet fue Milton Friedman, fundador de la Escuela de Economía de Chicago, una escuela de economía neoclásica defensora del libre mercado a ultranza. Es decir, la que seguía Milei hasta que en 2013 descubrió a los austríacos, mucho más radicales en su liberalismo.
“Friedman se reunió (en aquel 1975) con Pinochet, autoridades públicas y representantes del mundo privado. Antes de abandonar el país, dio dos entrevistas al diario El Mercurio, donde definió a Chile como un enfermo. Y dijo: ‘Pienso que su enfermedad es temporal y mi diagnóstico es que el paciente sufre del virus del déficit fiscal con complicaciones de tipo monetario (N de la R: cualquier parecido con el discurso de la ultraderecha gobernante en Argentina, no es pura coincidencia)”.

“Consultado sobre los costos sociales de sus políticas, Friedman señaló ‘indudablemente que hay costos, pero desafortunadamente no existe otra alternativa. Ir aplicando paliativos en vez de amputar las partes enfermas entraña el peligro de que el costo final pueda ser más grave que el mal que se quiso evitar’”, reseñan en el Museo de la Memoria de Chile.
Ergo: a los liberales ultra les importa un comino si se trata de un gobierno democrático, autoritario o de la más sanguinaria dictadura; ellos sólo quieren aplicar sus recetas que siempre, pero siempre, han generado desigualdades flagrantes con tremendas consecuencias a corto, mediano y largo plazo en los países subdesarrollados (como el nuestro) y a mediano y largo plazo en los desarrollados, como el EEUU post-Reagan y el Reino Unido post-Thatcher.
Se acabó el crédito
El desastre social, económico, emocional y cultural que la experiencia ultraderechista está provocando en la sociedad argentina le ha achicado drásticamente los tiempos a la autopercibida oposición política: casi 15 meses de semejante desaguisado, que ahora avanza a paso redoblado hacia formas lisa y llanamente autoritarias de gobierno, es tiempo suficiente para el duelo de la durísima derrota electoral, para asimilar el shock de las políticas ultra, para delinear los trazos gruesos (y no tanto) de un programa radicalmente opuesto para presentarle a la sociedad, para resolver internas que nadie entiende y organizarse en una gran coalición liderada por un peronismo “unido hasta que duela” (aunque habiendo aprendido de la nefasta etapa albertista): de lo contrario, mañana será tarde y el nuevo “que se vayan todos” no hará distinción alguna.