Ya vivió más de 130 años. Es el club con fútbol más antiguo de América. Pero quizás el capítulo de oro de su historia se escribió en los últimos meses.
¿Por qué? Porque el último año se lo conoció en cada rincón del planeta, literalmente. Porque enamoró, con su emblemático predio de Estancia Chica, su histórica cancha enclavada en el corazón de un bosque que nació mucho antes que ese rectángulo de césped, con su hinchada sufrida como pocas pero leal como ninguna, con su humildad expresada por los fanas con la frase «Gimnasia es pueblo», al más grande jugador de la historia del fútbol mundial. Claro, a él, no hay otro, Diego Armando Maradona.
«Ojo, yo amo a Boca, pero mi corazoncito es tripero», dijo al retirarse de la cancha tras uno de sus primeros partidos como entrenador del Lobo, y a todos y cada uno de los triperos el cuore nos latió más rápido y más fuerte. Lo decía «el 10», «el mejor de la historia», el fútbol entero hecho hombre, «la mano de Dios», el del mejor gol de la larguísima historia del fútbol ante los mismos ingleses y en el mismo partido…y un interminable etcétera.
Él dijo «mi corazoncito es tripero» pisando el césped siempre brillante del bosque y vistiendo un buzo con un enorme escudo de Gimnasia.
Hoy, mañana, durante días, semanas y más, el mundo todo habla y hablará de Diego. Amigos –muy futboleros– que viven en Europa cuentan que no pueden salir de su asombro: «TV, diarios, la web, acá todo es Maradona y sólo Maradona».
Es que, más allá de quienes llenaron sus bolsillos denostándolo en cada tropiezo, Maradona siempre dijo lo que nadie del mundo fútbol se atrevió. Siempre fue él mismo -auténtico hasta el dolor-. Fue el mejor de los mejores y, sin embargo, a días de cumplir 60 y con un cuerpo doliente, se quedaba después del entrenamiento del humilde y popular Lobo del Bosque, explicándole a un jugador cómo se le pega a la pelota en un tiro libre. Eso es Amor. Eso es Pasión. Eso es…Maradona.
Y la última cancha que pisó fue la del Tripero. Y el último buzo que usó fue el del Lobo. Y la última hinchada con la que cantó fue la de Gimnasia. Eso se escribirá cuando se escriban las una y mil biografías suyas. Y eso sí que no se olvida. Gracias eternas Diego. Ahora descansá. Te lo merecés. Largamente.
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