“Palito Ortega me salvó la vida” (Charly García, 16 de agosto de 2013). “Lo más fuerte que viví con un amigo fue con Charly” (Palito Ortega, 9 de agosto de 2017).
Cuando a fines de 1962 Ramón Palito Ortega fue incorporado al Club del Clan, programa de música pop mayormente cantada en castellano que se emitió varios años por Canal 13, y debutó con el tema Despeinada, a los que seguirían Bienvenido amor, Media novia, La Felicidad y Camelia como preludio a decenas de éxitos, en habitaciones o garajes de casas particulares de distintos barrios porteños se estaba gestando el rock nacional. Los Gatos, Almendra, Manal y Vox Dei fueron algunos de los pioneros.
Muy pronto, la escena musical joven se dividió -y por mucho tiempo- entre rockeros y comerciales. División que hacia los primeros años 80 se transformó en rockeros vs chetos.
Eran colectivos prácticamente irreconciliables. Más aún cuando la primera comunidad rockera comenzó a ser perseguida, encarcelada y muy maltratada por la policía y numerosos temas fueron prohibidos bajo la dictadura de Juan Carlos Onganía que inició en 1966.
¿Cómo congeniar la letra de la canción prohibida Violencia en el parque del grupo Aquelarre (una de las tres bandas que nacieron de Almendra) que hacía alusión a la represión policial con la de La Felicidad?
“Ayer nomás, en el colegio me enseñaron que este país es grande y tiene libertad / Ayer nomás,
salí a la calle y vi la gente, ya todo es gris y sin sentido, la gente vive sin creer”, cantaba Moris en el año 1970. La canción sería prohibida, por supuesto. El mismo año, Palito cantaba “Ya todos saben que vos sos un caradura, caradura, caradura. Será por eso que un amigo no te dura, caradura, por demás…”
Mientras la denominada por los rockeros “música comercial” sonaba en todas las radios y los cantantes y grupos de “pop para divertirse” eran todo lo que estaba bien para el promedio de la sociedad, los pelilargos y contestatarios rockeros tenían cada vez menos sitios para tocar y cada vez que lo hacían terminaban presos. Así las cosas, éstos y sobre todo sus seguidores no dudaron en calificar a aquellos como superficiales y hasta cómplices del régimen.
En 1972, un dúo de pelilargos llamado Sui Géneris lanzó el disco Vida. Sería el inicio de una carrera que convertiría a Charly García, junto con Luis Alberto Spinetta, en uno de los íconos del rock nacional.
Charly formó luego La máquina de hacer pájaros, Serú Girán, y tuvo una impresionante producción como solista. Fue una figura transgresora por donde se la mirara. Entonces, ¿qué podía unir a García con Palito Ortega? La humanidad.
El tiempo pasa, las buenas personas quedan y se juntan, la música se fusiona, o no, pero ellas se respetan unas a otras.
palito y charly
En ese contexto nació una historia que marcará a fuego a la de la música nacional en su conjunto.
Charly García protagonizó varios escándalos cuando moría la década del 2000 y nacía la del 2010 (llegó a tirarse a una pileta desde un noveno piso). Estaba consumido por las drogas. Y fue internado, no por primera vez, en una clínica de rehabilitación para recuperarse.
El 21 de abril del 2008, Charly fue dado de alta del neuropsiquiátrico donde se encontraba internado. Pero no salió por su propio pie para regresar a su casa. Un ángel de la guarda lo llevó a la suya y cuidó de él todos los días, día y noche, hasta que estuvo completamente recuperado: Palito Ortega.
“Un día me internaron, me vino a buscar (Palito Ortega). Era la última persona en el mundo que pensaba que iba a hacer eso. Me dio un hogar, un estudio y su familia. La luchó como un loco. Que apareciera, que viniera con la jueza, si no lo hacía me iban a meter en un lugar peor. Hizo los trámites… Palito me salvó la vida. Es un tipo increíble. Yo no salí de ningún infierno. Yo fui víctima de la ignorancia y el prejuicio de los que estaban cerca mío, y no era esa la manera”, dijo Charly García el 16 de agosto de 2013.
Cuatro años más tarde, durante una extensa entrevista publicada en la web del área de Cultura de la Nación, a Palito Ortega le hicieron notar que mencionaba mucho a Charly, y subrayó: “Hay una sensación que tiene que ver con lo bien que nos hicimos los dos (…) Vivimos episodios muy fuertes durante siete meses, en Luján. Él sabe que yo soy un hermano, lo dice él, y yo siento que él es una persona que me regaló momentos inolvidables de charla, de noches de insomnio en las que su cable a tierra era sentarse y tocar y tocar (…) Hubo momentos muy difíciles que pilotear. Con muchos amigos viví historias, pero lo más fuerte que viví con un amigo fue con Charly. Me permitió descubrir a un ser de una inteligencia superior y un músico sublime. Nunca en la vida imaginé que podía tocar con semejante musicalidad, conocimiento, técnica, sensibilidad. Tocaba una sonata muy triste y yo veía que entregaba todo, que metía su alma en el piano. Todo esto quedó grabado a fuego para los dos. Y los dos lo sabemos”.