Si algún desprevenido creyó que por tratarse La Balsa y Muchacha ojos de papel de canciones “aptas para toda la familia”, los primeros pasos del rock nacional -a la postre uno de los movimientos socioculturales más influyentes que nacieron en estas pampas-, podían llegar a inscribirse en eso alegremente llamado “música beat”, se quitó la duda para siempre entre 1970 y 1971.
El primero de esos dos años salieron a la venta el último disco de Los Gatos, Rock de la mujer perdida, con Pappo Napolitano en guitarra, y el segundo trabajo en estudio de Almendra –Almendra II– con una impronta rockera tan fuerte que enfureció a los responsables de la compañía discográfica, o más bien a sus bolsillos. Además, junto con David Lebón en bajo y Black Amaya en batería, el Carpo dio forma a la primera versión de Pappo’s Blues.
En tanto, en 1971 nacieron los trillizos de Almendra: Edelmiro Molinari formó Color humano; Rodolfo García y Emilio del Guercio alumbraron a Aquelarre, y Luis Alberto Spinetta a Pescado Rabioso.
Así, los tres hijos de Almendra le terminaron de dar cuerpo e identidad al movimiento cuya fecha de nacimiento, arbitrariamente, se fijó en 1967, año en que se publicó el disco sencillo de Los Gatos con los temas La Balsa y Ayer nomás.
Lo que hubo de folk, jazz y bossa nova en el álbum debut de la banda de Bajo Belgrano evolucionó hacia el rock progresivo y/o sinfónico, y lo que hubo de blues y rock lo hizo hacia el hard rock.
Spinetta lo explicó sin vueltas en Spinetta: crónica e iluminaciones (Eduardo Berti, 1988, AC Editora): “Quería hacer un grupo más violento, una música aún más violenta que el segundo disco de Almendra. Con Pescado intenté romper la ternura y el eje sensible de Almendra. Había partido de una música esencialmente ciudadana, tanguera, con reflejos de bossa-nova, con aires de jazz e influencia de Piazzolla, y ahora me rebelaba contra eso creando riffs. Creo que fue una etapa medio punk”.
Larga vida al sol
El guitarrista de Almendra, Edelmiro Molinari, había compuesto para el primer disco del cuarteto el tema Color humano, ése que ya entonces rompía con “la ternura y el eje sensible” del grupo: 9:09 minutos de rock progresivo antes de que tocara a su fin la «dulce» década de los ’60.
Y fue Color humano el nombre del power trío que, inspirado en Pappo’s Blues, pergeñó Edelmiro junto con David Lebón en batería y Rinaldo Rafanelli en bajo.
Molinari, Rafanelli y Lebón grabaron, en 1972, el primer álbum del grupo: Color humano. Tenía seis temas en los que predominaba el rock progresivo, con claras influencias de blues y hard rock.
Cuando David Lebón emigró a Pescado Rabioso le pasó los palillos a nada más y nada menos que Oscar Moro, ex Los Gatos y futuro batero de La máquina de hacer pájaros, Serú Girán y Riff, entre otras experiencias.
Sílbame, oh cabeza y Larga vida al sol -canción que formó parte de la película Rock hasta que se ponga el sol, basada en el Festival BA Rock III– fueron con el tiempo los más recordados.
(Aquí, un punto: en este primer trabajo colaboraron la cantante Gabriela, una de las pioneras del rock femenino argento, y el ex baterista de Almendra, Rodolfo García. ¿Pero no es que García formó Aquelarre con Emilio del Guercio? ¿Y qué hacía David Lebón en la batería si luego fue bajista y compositor junto con el Flaco Spinetta en Pescado Rabioso? Bien, en esta época, lejos de los enfrentamientos siempre sobredimensionados entre músicos, las “colaboraciones cruzadas” eran moneda corriente. Es más, ya veremos cómo la base de Pescado fue exactamente la misma que la del primer Pappo’s Blues).
Sílbame, oh cabeza (Color humano – 1972)
Larga vida al sol (Color humano en vivo – 1972)
(Versión remasterizada por Foxymophandlemama2020)
Edelmiro fue el miembro con más bajo perfil de Almendra, lo que no le impidió ni mucho menos convertirse en uno de los músicos que le imprimió una identidad bien rockera al movimiento que, a finales de los ’60 y hasta 1970 inclusive, algunos productores de la industria discográfica soñaron como una gran fábrica de billetes “disfrazada” de cierta rebeldía juvenil: nunca más lejos.
Si alguna duda quedaba, en 1973 y 1974 publicaron, ya con Moro en batería, Color humano II y Color humano III, dos discos que en principio iban a ser un álbum doble. En el último, destacan los hoy clásicos Mañana por la noche y Cosas rústicas, entre otros.
La banda se separó y Edelmiro se fue a EEUU. Hubo una reunión tardía a mediados de los ’90, pero el violero que le puso su sello inconfundible al naciente rock argentino siguió viviendo entre ambos países.
Mañana por la noche (Color humano – 1974)
Más allá de las fronteras
Rodolfo García, el batero de Almendra, mejor amigo del Flaco Spinetta y uno de los tipos más queridos del rock argentino que, lamentablemente, se nos fue en mayo de 2021, también salió del cuarteto de Bajo Belgrano con la idea de ponerle rock al rock. No por nada, junto con Emilio del Guercio fueron a buscar para formar una nueva banda al guitarrista Héctor Starc, un “pibe” llegado desde el interior bonaerense cuyas influencias, para 1970, eran Jimi Hendrix, Deep Purple, el primer Eric Clapton y otros.
Luego se sumó un tecladista y vocalista que fue clave en el sonido del grupo: Hugo González Neira, un virtuoso que venía de tocar con Litto Nebbia y que desde Aquelarre introdujo nuevos sonidos, hasta ese momento muy poco comunes en el rock nacional.
Aquelarre se convirtió en una banda fundamental de la “etapa 2” de los pioneros del rock nacional. Cultores del rock progresivo/sinfónico, con temas exquisitos que duraban en promedio entre 5:30 y casi 9 minutos, se caracterizaron en sus dos primeros discos por la guitarra brutal de Héctor Starc y los nuevos sonidos de González Neira. Emilio fue quien más acercó la formación al formato canción, aunque a años luz de “la ternura de Almendra”.
El primer LP, Aquelarre (1972), que duraba en total 41 minutos y traía seis temas, quedó en el recuerdo por el riff de Starc en el tema Canto, desde el fondo de las ruinas, uno de los mejores riff de la historia del rock vernáculo. Además, claro está, por la nueva poesía y la novedosa propuesta musical, de la cual aquí rescatamos la enorme pieza Aventura en el árbol.
Canto, desde el fondo de las ruinas (Aquelarre – 1972)
Aventura en el árbol (Aquelarre -1972)
Aquelarre grabó tres álbumes más. Candiles (1973), Brumas (1974) y Siesta (1975). Luego se radicaron en España.
Pasaron muchos años, la música se globalizó gracias a Internet, y tanto en el viejo continente como en los EEUU los fans del buen rock descubrieron a Aquelarre, un grupo que en el amanecer de la década del ’70 y desde el fin del mundo no había podido atravesar ninguna frontera geográfica. Cuestión que este hijo de Almendra cosechó seguidores entre rockeros de otros puntos cardinales, y no sólo eso, sino que fue ponderado por sitios especializados en rock como una banda imprescindible del rock progresivo de los ’70.
Otra faceta central en Aquelarre fueron sus letras anti-dictadura. Camufladas en metáforas casi perfectas, la mayoría no fueron detectadas por los censores. En cambio, el clásico Violencia en el parque, que se editó como disco sencillo en 1973, fue incluido en la lista negra de la dictadura cívico-militar que inició en 1976.
Violencia en el parque (Aquelarre – 1973)
La banda que puso al rock patas para arriba
Después de esa extraña experiencia musical/catarsis personal que significó Spinettalandia y sus Amigos, donde Luis Alberto Spinetta logró grabar en un mismo disco con Pappo y Miguel Abuelo -el agua y el aceite- en una única sesión de grabación de 30 horas corridas cargadas de informalidad, comenzó a tomar forma uno de los grupos más importantes de la historia, Pescado Rabioso.
El Flaco Spinetta nunca negó que Spinettalandia estuvo cruzado, a nivel personal, por el rompimiento con Cristina, su gran amor y musa de Muchacha ojos de papel. Algunos afirman que el Flaco cerró ese capítulo con el Blues de Cris, uno de los éxitos de Pescado.
Pero Pescado estuvo lejos de ceñirse a cuestiones personales, ni de Spinetta ni de nadie. Con Black Amaya en batería y David Lebón en bajo -los dos músicos que conformaron el primer Pappo’s Blues con el Carpo, como dijimos más arriba-, y el enorme Carlos Cutaia en teclados, este tercer hijo de Almendra fue una auténtica fábrica de rock duro, amén de progresivo, de altísima calidad.
En 1972 publicó el primer álbum, titulado Desatormentándonos. Blues de Cris; Serpiente (viaja por la sal); Algo flota en la laguna; Dulce 3 nocturno; El jardinero (temprano amaneció), fueron temas que rompieron todos los moldes conocidos en el rock nativo hasta entonces. Bien se podría decir que Pescado, Aquelarre y Color humano (en ese orden), junto con Pappo’s Blues, Vox Dei (que publicó La Biblia en 1971) y Manal terminaron de darle cuerpo, alma e identidad al rock vernáculo en la primera mitad de los ’70, para que en la segunda mitad empezara a explotar con un sinfín de bandas de enorme jerarquía.
No obstante, cuatro temas emblemáticos de Pescado Rabioso salieron a las calles en formato de discos simples, ambos en 1973. Uno con el 100% disruptivo Post-Crucifixión (un himno de los rockeros de ley, que llegaron a tocar en vivo Los Redondos) en el Lado A y con Despiértate nena en el Lado B. El otro traía nada menos que Me gusta ese tajo y Credulidad.
En Pescado 2, último álbum de la banda, resaltaron Nena boba, Como el viento voy a ver, Madre selva (una obra exquisita), Peteribí, Cristálida y un largo etcétera.
Post-Crucifixión (Pescado Rabioso – 1973)
Como el viento voy a ver (Pescado Rabioso – 1973)
Las declaraciones de David Lebón durante una entrevista que le hizo la agencia Télam en 2011 ponen en contexto lo que significó aquella experiencia: “Para mí Pescado fue lo más. La gente piensa que fue Serú Girán, pero Pescado Rabioso fue el mejor grupo del que yo participé”.
“No le quiero faltar el respeto a Serú Girán, para nada, pero tanto por la edad, el momento, lo que era estar con Luis (Alberto Spinetta), por una conjunción mágica de cosas en un determinado momento, lo mejor fue Pescado, esa maquinaria maravillosa”.
“Eran muchas cosas. Y una de ellas, el público, que era muy particular. Porque Pescado juntaba desde un intelectual hasta un albañil indocumentado de una obra. La mezcla de razas y de lugares sociales que lograba Pescado era mortal”.
“La idea nuestra era refinar a la Argentina, darle un poco de finura a la música, y Pescado fue algo muy bonito, desde las letras de Luis hasta la vestimenta que usábamos; además era el momento en que se venía la cosa, estuvimos en el medio del principio de la situación”.