Por Alejandro Salamone.-
Su figura impone respeto, 1,81 de altura y espalda ancha, morocho de cara grande y mirada profunda, sincera y a su vez desafiante, pero desafiante para bien. Demostrativo, de abrazo prolongado y mano firme en el saludo. Cuando me lo cruzo en los eventos sociales que se hacen frecuentemente en instituciones de la Región, a los que asiste a casi todos con sus 82 años plenos, bien vividos pero no siempre por camino de rosas, suele decirle a quienes están a su lado: «A Alejandro lo conozco de chiquito, de cuando empezó en el diario El Día, siempre me dio una mano en difundir las actividades de los clubes donde estuve…» Lo dice con orgullo y, a decir verdad, que lo diga Alberto Alba me llena de satisfacción; pues para un periodista, o al menos para mí, eso vale más que cualquier otra cosa. Lo siento como un reconocimiento de alguien que deja gran parte de su vida por hacer el bien al prójimo, por defender al más débil, algo no tan común en estas épocas en las que en el mundo globalizado manda el individualismo.
A Alba lo conocí allá por el año 1990 cuando hacía mis primeras armas en esta profesión, en la vieja redacción de diario El Día. Me desempeñaba en la sección locales y Alberto, como durante casi toda su vida, trabajaba a destajo, ad honorem, y sin otro interés que ayudar a las instituciones culturales y deportivas, y a tanta gente que desde el anonimato, desde esos espacios, dejan horas y horas de vida por hacer el bien a los demás.
De trato amable, de palabra atinada y con un tono de voz calma, me pedía la difusión de actividades de muchísimas entidades a las que les daba una mano. Desde que lo conocí, siempre me sorprendió su fortaleza, su convicción, su lucha inclaudicable, a destajo cuando hace falta, por sostener a los clubes de barrio.
Luego de la extensa entrevista que le debía a este ciudadano ilustre de La Plata y me la debía a mí mismo, podría continuar la nota de muchas maneras, pero elijo una anécdota que Alberto me contó y me llegó al corazón, me hizo abrir los ojos sobre la necesidad de que los clubes sigan abriendo sus puertas en los barrios de aquí a la eternidad, realmente salvan vidas. Estén bien atentos a lo que viene…
«Ya no sé en que idioma decir lo importante que son los clubes y la necesidad de un Estado bien presente dentro de ellos. Mirá Alejandro, te voy a contar algo…En el barrio Centinela de Olmos, en cercanías donde funciona el Centro de Fomento El Centinela -171 entre 46 y 47- hubo en los últimos cinco años no menos de una decena de suicidios de adolescentes y preadolescentes, es un tema que preocupa muchísimo. Hace poco un chico de 12 años planteó a la presidenta de esa institución que no tenía voluntad de nada, que no había algo que lo animara o le gustara hacer; me enteré de la situación y llamamos al chico, hablamos con él y le volvimos a repreguntar ¿no hay nada que quieras, que te guste mucho? Yo esperaba que como cualquier chico de su edad diga que quería ser aviador, astronauta, médico…pero no, nos dijo que su deseo era conocer la cancha de River. Ahí nomás organizamos una excursión y llevamos a él y a otros chicos al monumental, desde ese día le cambió la cabeza y ahora está animado y practica algún deporte. Para ese viaje nos dio una mano la empresa de Transporte Nueve de Julio, hablamos con su presidente Walter Mastropietro, quien no tuvo problemas en poner un colectivo para que sea posible. Esa es la importancia de un club de barrio, no es solo la actividad, el deporte, sacar a los pibes de la calle, es formar personas, salvar personas…»
EL RECUPERADOR DE CLUBES
Por ese episodio vivido recientemente y por muchísimos otros beneficios que brindan a la sociedad, decir que el actual presidente de la Federación de Instituciones, por sexto año consecutivo (también lo había sido desde 2003 hasta 2005) recuperó -con la ayuda de otros dirigentes que trabajan a la par de él- más de una decena de entidades de bien público, históricas todas ellas, no es moco de pavo. Clubes que estaban usurpados o abandonados a su suerte, hoy están funcionando con actividades para niños, jóvenes y adultos, con bibliotecas populares, cursos y disciplinas para la tercera edad.
En el listado de clubes recuperados en la última década pueden contarse Aconcagua, Estrella de la Loma, Centro de Fomento Villa Elvira, La Cumbre, y tantos otros, pero me quiero detener en una historia reciente en la que Alba tiene un rol fundamental. Se trata del Club Progresista de La Loma, de calle 35 entre 18 y 19, fundado por mi abuelo Antonio Ali y otros vecinos allá por los años ´40, cuando fundar clubes era muy común en esta Ciudad. Progresista se había convertido en apenas un mostrador viejo, algo de bebidas alcohólicas y nada más, donde paraban algunas personas sin otro motivo que tomarse una ginebra. La cosa fue empeorando y esa institución que supo tener en la década del ´60 a una de las mejores comparsas del país, se caía a pedazos, además de estar usurpada. Fue entonces que un grupo de vecinos puso manos a la obra para tratar de recuperar el club, y ¿a quien llamaron?, sí a Alberto Alba.
Luego de una intervención fallida, problemas con quienes se resistían a dejar el lugar que estaba literalmente usurpado y la llegada de otro interventor, un proceso que llevó en total más de cinco años, por fin Progresista de La Loma logró ponerse de pie en el 2023.
«Alejandro, el presidente tenés que ser vos, este es un club que fundó tu abuelo, es tu barrio de la infancia, tus viejos vecinos, quiero que seas vos el presidente», me pidió, me sugirió Alberto una y otra vez y volvió a llenarme de orgullo. El desafío era muy grande, de mucha responsabilidad y fundamentalmente de tiempo para entregarse por completo a la misión, sinceramente no me sentía preparado. Alba me insistió incansablemente, hasta que optó por la más difícil: «listo» me dijo, para nada molesto y con sus ojos siempre mirando a mis ojos, «entonces el presidente voy a ser yo. Progresista se va a poner de pie, se tiene que poner de pie». Y sin más, tomó el toro por las astas y ahora conduce los destinos de esta prestigiosa e importante entidad donde ya funciona una biblioteca infantil y se están realizando arreglos de infraestructura tan necesarios. Por supuesto que colaboro desde el llano, y admiro la obra de Alba y la agradezco con el corazón, como también la agradecen todos los vecinos de La Loma».
UN LUCHADOR, DEFENSOR DE LOS DÉBILES Y PERONISTA
«Siempre me gustó defender a los demás. Hace poco vino una persona desde Italia a La Plata, me buscó, me encontró en la Casa del Tango y cuando se presentó dijo que era Rocco Asturi, un compañero de la escuela primaria al que yo defendía porque le hacían lo que ahora llaman bullying (acoso). El tipo me buscó porque se acordaba de eso, increíble», cuenta Alba.
No le gusta mezclar el pensamiento político, la ideología, con la dirigencia en los clubes, es más, aclara que su mejor amigo era un reconocido radical de La Plata, el dirigente Juan Carlos Martín. «No sé Alejandro si poner en la nota que soy peronista…en los clubes no hay que mirar las banderas políticas, hay que luchar por las instituciones, esa es la única misión», me dice Alba durante la entrevista, pero acordamos que sí lo íbamos a mencionar.

Es que no podemos dejar de contar algunas anécdotas: Alberto tiene varias cartas guardadas de puño y letra escritas por Juan Domingo Perón, que el General le enviaba por distintas cuestiones de militancia y dirigenciales; y algo realmente increíble, Alba figura como «muerto» en un panteón del cementerio local de la Resistencia Peronista, como un gran luchador. «Bueno no estoy muerto, acá estoy, todavía vivito, coleando y luchando…», expresa y larga una risa…«esos años, esos hechos, no deben volver nunca más, fueron muy dificiles y pasaron cosas muy crueles..», acota y se nota que se siente algo incómodo al hablar del tema. «En esta nota la finalidad es enaltercer a los clubes barriales», y pone un punto y aparte.
El presidente de la Casa del Tango fue dirigente nacional bancario hace poco más de 50 años, tiene 6 hijos (una hija fallecida) frutos de dos matrimonios, y a sus 80 años volvió a casarse con la que ahora es su compañera de vida, la cantante de tangos Claudia Condoleo, «pero no voy a tener más hijos», aclara y vuelve a sonreir.
«Jamás me canso, reconozco que en ese sentido soy un tipo especial. Cuando tenía 20 años un médico me detectó colesterol alto y me dijo que lo generaba yo mismo, que tenía que empezar a hacer ejercicios físicos, a correr, y hace 60 años que hago eso, nunca dejé de hacerlo. No sé si así voy a vivir más, pero sí siento que tengo otra calidad de vida. Yo tengo todas las muelas, todos los dientes, no necesito gracias a Dios ir al médico, solamente me hago los análisis de rigor una vez al año. Tuve suerte con la salud, hay que ser positivos, tener confianza, nunca pienso que algo me va a salir mal».
Y cierra: «No nací para vivir en soledad, me gusta escuchar a la gente, a las personas que aprecio. Eso me fortalece, no creo que esté bien encerrarse en uno mismo. Me gusta tener muchos amigos y atiendo siempre a todos, me gusta dialogar, creo que eso tiene mucho valor, hago las cosas de corazón y ad honorem totalmente para las instituciones, es lo que yo elegí y las personas se dan cuenta de estas cosas en un mundo muy materialista, muy individualista. En los lugares que estoy, donde ocupo cargos, es porque hay consenso, la gente quiere que esté, sino directamente me voy, jamás estaría en una entidad por ego, por beneficio propio…»
Que distinta sería la Argentina… y el mundo…con muchos, montones, de Albertos Albas
PD: MENSAJE DE ALBERTO ANTE LA PROXIMIDAD DE LA CENA DEL DIRIGENTE -viernes 10 de mayo- PARA CELEBRAR LOS 85 AÑOS DE LA FEDERACIÓN DE INSTITUCIONES:
«Es importante que tomemos y hagamos tomar consciencia para que este significativo evento tenga como objetivo la UNIDAD y el ENTENDIMIENTO de todos los que habitamos esta Región. Somos Dirigentes de Entidades Barriales y trabajamos diariamente por lograr formar niños y jóvenes con posibilidades de futuro, valores más altos y fundamentalmente en todo lo que hace al Bien Común, con vocación de servicio esfuerzo, dedicación y mucho amor. Quedamos en contacto permanente. «UNIDOS SOMOS MAS».