Estimado Román:
Como tripero de cuna, te cuento que nunca simpaticé con ningún club grande. Ni Boca ni River. Ni Racing, ni San Lorenzo ni Independiente. En gran parte porque los triperos somos hinchas de Gimnasia y simpatizantes de Gimnasia. Pero también por aquello que viví de pibe, cuando ni siquiera televisaban los partidos y los árbitros nos bombeaban alevosamente cada vez que jugábamos contra un grande… Bueno, hoy siguen bombeando, pero con la ayuda de la tecnología…
Lo que sí tenía incorporado de chico, desde que mi viejo me empezó a llevar a la cancha, era que Boca era el más popular, el que calaba en los sectores más humildes, igual que Gimnasia en la llamada región capital (La Plata, Berisso y Ensenada). Te hablo de los ’70, ’80. Recuerdo un cantito que compartían las hinchadas del Lobo y de Boca: ¡Argentina, sin pinchas ni gallinas! Existía esa hermandad dada por lo más importante: la pertenencia al pueblo. Después, vaya a saber cuándo, la amistad se rompió por problemas entre las barras. Por eso nunca fui muy afecto a eso de las amistades entre hinchadas, porque en realidad se daban por cuestiones extrafutbolísticas.
Y después, a mediados de la década de los ’90, que a mí me gusta llamar Segunda Década Infame, el “innombrable” llegó a la presidencia de Boca y, para mi gusto, se desvirtuó todo. La eterna y detestable prensa amarilla dejó de relacionar a Boca con el pueblo y se enfocó en los ricos y famosos que eran hinchas de Boca (o decían serlo). Ese tipo, mientras hacía sus propios negocios, quiso convertir a Boca en un club concheto. Entonces, mientras en los ’50, ’60, ’70 ser de Boca -o del Lobo en estos lares- era “grasa” y a mucha honra, pasó a ser “chic”.
En esta revista digital publicamos hace un tiempo largo una nota titulada ¿Quién es Mauricio Macri?, que hace poco “refritamos” con el título El fariseo. Allí, desde la llegada al país de su padre hasta hoy, contamos porqué el tipo es un mafioso. Siempre lo fue el Clan Macri. Por eso nunca entendí como tantos lo votaron ilusionados en el 2015 para que dirija el país. En fin, así lo dejó.
Al grano. Vos, Román, ayer no sólo le ganaste a Macri y a su testaferro Ibarra que querían hacer de Boca, uno de los clubes más importantes del mundo, una Sociedad Anónima. Vos hiciste mucho, pero mucho más. Le ganaste a la mafia mediática, a la mafia judicial y hasta al gobierno nacional. Y no les ganaste por 5, 10, 15. Les diste un baile como nunca se lo debés haber dado a defensor alguno: ¡30 puntos porcentuales de diferencia en una votación récord para el fútbol argentino y gran parte del fútbol mundial! Creo que fueron 43.367 los socios y socias que fueron a votar.
Yo sé Román que vos no querés mezclar política con fútbol, pero no tenés una idea de la esperanza que nos diste a millones de no-hinchas de Boca que pensábamos que al poder real no había con qué darle. Yo sé Román que vos no querés mezclar política con fútbol, pero también sé que vos sabés (porque sos un tipo muy inteligente) que ganaste una gigantesca partida política: derrotaste por paliza a juezas, jueces y fiscales que no tuvieron ni tienen la más mínima vergüenza en hacer y deshacer como les manda el tipo este que destrozó al país (y que sigue haciéndolo a través de sus secuaces); derrotaste al poder mediático que se creía y se cree invencible bajo el ala de los Al Capone argentinos (ahora todos te van a chupar las medias, por supuesto); derrotaste al proyecto de impulsar desde el mismísimo gobierno nacional las sociedades anónimas deportivas (SAD) en el fútbol.
¿Y cómo lo hiciste? Siendo simple, honesto, austero, hablando claro, siempre con la verdad, siendo “un hincha más”, como decís vos. ¿Y sabés algo? La inmensa mayoría de los hinchas de Boca saben que sos cien por ciento sincero cuando decís eso, que no es un eslogan de campaña: ellos y ellas saben perfectamente que decís la verdad cuando decís que sos un hincha más; eso se siente.
En este país que de la noche a la mañana se vio copado por una casta maquiavélica que sólo ofrece sufrimiento al por mayor, saber que se le puede torcer el brazo al poder mediático, al poder judicial y al poder económico es una brisa de esperanza maravillosa. ¡Cuántos dirigentes políticos deberían aprender de vos el camino! Pero para eso primero tendrían que ser capaces de decir “yo soy un ciudadano/a más, que quiere ser presidente/a para mejorarles el ‘club’ y que sean felices”, y que el pueblo les crea, que sienta que es realmente así.
Y disculpame que te siga mezclando la política con la pelota, pero ¿sabés quién era así de creíble? Evita. Una mujer que trabajaba dieciocho horas por día y le dedicaba la mitad a atender personalmente a la gente humilde que iba a la fundación. Ella conocía al pueblo. Venía del pueblo y nunca jamás se olvidó de eso, por eso el pueblo la sentía como una de ellos. Por eso la admiraban y la amaban más que a Perón. Y por eso le temían tanto los poderosos.
“La odiaban los biencomidos (…) La querían los malqueridos (…) Los míseros recibían (sus) caridades desde al lado, no desde arriba, aunque Evita luciera joyas despampanantes y en pleno verano ostentara abrigos de visón. No es que le perdonaran el lujo: se lo celebraban. No se sentía el pueblo humillado, sino vengado por sus atavíos de reina”, escribió el gran escritor uruguayo Eduardo Galeano.
Y sí, cuando alguien que viene del pueblo no se olvida de su origen y es tan pero tan amado y admirado por el pueblo, como lo fue Evita, los poderosos le temen. Igual que Macri te tenía y te tiene miedo a vos… “Tiene mieeeedo, Macri tiene mieeeedo…”, cantaba el pueblo boquense en aquella maravillosa manifestación que hicieron cuando se tenía que votar y una jueza chirolita lo impidió. Poderoso, pero enormemente cobarde. Tanto que no fue a votar y se piantó para algún lugar del mundo árabe, a seguir con sus negocios. Lo único que le interesó como presidente de Boca, como Jefe de Gobierno de CABA, como presidente de Argentina y ahora como presidente en las sombras: sus negocios.
“Gracias totales” Román, por habernos dado un poco de esperanza en estos tiempos tan aciagos a millones de argentinos y argentinas boquenses y no boquenses: el poder no es invencible y el camino para vencerlo a veces es el más simple. Como contó Duka, después que estuviste 10.000 horas en “El loco y el cuerdo”, el programa que hace con Flavio Azzaro: “Terminamos entrada la madrugada. Levantamos todo, y cuando salimos con el auto del club se veía a lo lejos que estaba amaneciendo. Entonces el portero salió de la garita para abrirnos el portón, y ahí lo vemos a Román: se había quedado charlando y tomando mate con el portero… ¡Ahí entendimos todo!”.
PD.- Demás está decir que, desde ayer, hay un grande que va a contar con mi simpatía. Excepto en dos partidos por temporada, desde ya.
PD2.- ¡Cómo debe estar festejando Diego!!!