la escuela postlibertaria
Por Luciano Sanguinetti
El último discurso presidencial referido al tema educación puso blanco sobre negro lo que Milei piensa de la escuela. Es básicamente lo mismo que piensa del Estado. El presidente habló de lavadero de cabezas. Denostó la formación universitaria. Dijo, palabras más palabras menos, que todo lo que se enseñaba, por ejemplo, en la UBA, una de las universidades más prestigiosas de América Latina, era adoctrinamiento socialista.
No está de más decir que es otra falacia del presidente. Una más de sus realidades paralelas, como la de creer que está bajando la inflación porque menos gente puede comprar mercaderías, al punto tal que ya no habrá demanda. Claro, los precios bajarán a costa de la pobreza generada por su política económica. Es como un niño que quiere probar en un laboratorio de juguete lo que dicen los libros. Pero lamentablemente este niño es presidente y sus teorías las repite como si fueran la cábala o las escrituras sagradas.
Ahora bien, esta serie de desaciertos no nos excusan de hablar de aquello que está mal. Como diría Shakespeare, después de la aplastante derrota de 2023, algo está podrido en Dinamarca. Y los que defendemos el rol del Estado no podemos seguir barriendo la basura bajo la alfombra. La expresidenta, Cristina Kirchner, intentó ir por ahí en su último documento sobre la realidad argentina. En el punto educación, como un cross en la mandíbula, se preguntó por qué los sectores del trabajo sacaban a sus hijos de la escuela estatal y los pasaban a la privada, mientras nosotros nos llenamos la boca con la escuela pública. Me pareció un llamado de atención fuerte de parte de quien ha defendido siempre la centralidad del Estado, sin por eso creer que alcanza con “el estado presente”.
Los desaciertos del gobierno no nos excusan de hablar de aquello que está mal. Como diría Shakespeare, después de la aplastante derrota de 2023, algo está podrido en Dinamarca. Y los que defendemos el rol del Estado no podemos seguir barriendo la basura bajo la alfombra
Atrás de Milei, al menos en lo que va de sus primeros 100 días de gestión, es claro que va quedando un páramo. Y lo más evidente será el desfinanciamiento. Por supuesto que en esta línea estamos muy lejos de alcanzar el 6% de inversión que establece la Ley Nacional de Financiamiento y recomiendan todos los organismos internacionales en la materia. Por lo tanto, lo que quede en pie habrá que reconstruirlo. Sin embargo, desde ese momento no se deberá replicar lo que estaba. Habrá que aprovechar para hacer cuenta nueva y comenzar con la postergada transformación del sistema.
Seis acuerdos nacionales por la escuela pública
En esta línea, lo que proponemos está basado en dos ejes vertebrales: descentralización y autonomía de la gestión educativa fortaleciendo los mecanismos de compromiso y participación de las comunidades; y, por otro, jerarquización de la formación docente y de los equipos directivos. Sobre la base de estos lineamientos, proponemos seis acuerdos básicos de política nacional educativa.
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El primero de esos acuerdos plantea garantizar el financiamiento educativo equitativo en todo el país, sobre la base de la Ley de Financiamiento (Nº 26.075), por la cual se establece una inversión del 6% del PBI. Desde ese piso, consideramos que en el marco de los compromisos asumidos por el país en la Agenda 2030 (tan denostada por Milei, pero que es la columna vertebral de las políticas públicas de gran parte de los países desarrollados) se deberá incrementar la inversión en 0,5%, dando prioridad al nivel inicial, la mejora salarial docente vinculada a la formación de grado y posgrado, y la decidida implementación de un plan de mejoras ligadas a la transición tecnológica que vivimos.
En el punto educación, como un cross en la mandíbula, Cristina Kirchner se preguntó por qué los sectores del trabajo sacaban a sus hijos de la escuela estatal y los pasaban a la privada, mientras nosotros nos llenamos la boca con la escuela pública
El segundo acuerdo es la creación de la Agencia Federal de Evaluación y Seguimiento de la Educación Básica, cuyo objeto será desarrollar las políticas de evaluación y acreditación del sistema educativo (integrando todos los sistemas de evaluación y seguimiento escolar del país) desde los aspectos técnico-pedagógicos como también de sus condiciones edilicias, su infraestructura tecnológica, el contexto socioeconómico de los estudiantes y las familias, la capacitación de docentes y equipos directivos. De modo tal de evaluar de modo permanente todo el sistema educativo, no solo a los alumnos, tal como se viene llevando a cabo en el ámbito de la educación superior, dimensión fundamental que explica el salto cualitativo que dio nuestro sistema universitario desde su implementación en 1996.
El tercer acuerdo que proponemos está enfocado en la jerarquización de la formación docente en todo el país, a partir de la articulación del sistema de formación docente (nivel terciario) al sistema de formación universitaria, promoviendo la continuidad de la formación docente en carreras de grado y posgrado en el marco del sistema universitario, con el objeto de actualizar y jerarquizar a los docentes en ejercicio con un incentivo económico por titulación que se acreditará más allá de la paritaria del sector.
Lo que quede en pie habrá que reconstruirlo. Sin embargo, desde ese momento no se deberá replicar lo que estaba. Habrá que aprovechar para hacer cuenta nueva y comenzar con la postergada transformación del sistema
La cuarta definición estratégica es la nacionalización del Fondo Educativo para aumentar la inversión en tecnología e infraestructura escolar descentralizando su ejecución en los municipios. De esta manera se constituirá un programa transversal de infraestructura escolar y tecnologías para todas las escuelas del sistema, a través del cual se responsabilizará a las administraciones locales del mantenimiento edilicio escolar, el sistema alimentario y las condiciones mínimas de funcionamiento de las escuelas en materia de calefacción y sistemas eléctricos. El ejecutivo nacional y los provinciales tendrán funciones de planificación, auditoría y seguimiento de la inversión, propiciando el buen uso de los fondos y garantizando la transparencia de la ejecución.
Quinto: el acuerdo que impulsamos deberá contemplar un plan estratégico de fortalecimiento del vínculo entre educación y trabajo. En este marco, se propone incrementar la formación técnico profesional en el nivel secundario en todas las modalidades educativas, incorporando modificaciones a la currícula escolar, con incentivos a la formación en oficios, a las pasantías laborales y a la articulación de la escuela con el contexto productivo regional. Se aumentará la creación de servicios educativos de nivel técnico y se incorporarán asignaturas vinculadas con el mundo de la tecnología y el diseño de soportes digitales para emprendimientos y desarrollos productivos.
Finalmente, y en el contexto de una situación de pobreza generalizada que dejará la administración Milei, se deberá impulsar una política de expansión de las escuelas de jornada extendida hasta 6 horas para el nivel primario en el 50% de las escuelas del país para el año 2030, garantizando un Servicio Alimentario Escolar (SAE) como un programa nacional de Seguridad Alimentaria a cargo de las administraciones locales, con control de calidad en cuanto a los insumos, la distribución y la confección de menús, que tendrá una articulación directa con los planes sociales, por el cual la asistencia al comedor (desayuno y almuerzo) será también verificada y auditada por los jurisdicciones competentes en materia de asistencia social.
No está demás señalar que la observación realizada por la expresidenta, soslaya una cuestión crítica que no podemos dejar de mencionar. Desde hace tiempo que el sistema educativo nacional sufre embates externos, pero no es menos importante señalar las cuestiones internas. Muchos docentes hace tiempo que exceden la interpretación de los estatutos para abusar de las licencias. Muchos equipos directivos toman las escuelas solo por tres años para jubilarse, comprometiendo así las posibilidades de darle continuidad a los proyectos institucionales. En el sector no docente se presentan situaciones de desidia y de falta de compromiso laboral que se vuelven crónicos. A lo que ahora se le suma un fuerte ausentismo por parte de los alumnos. No hay posibilidades de buscar calidad si la escuela está cerrada por problemas de infraestructura, los docentes no se capacitan y los alumnos faltan.
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