La nave líder de la flota de mar que el 2 de abril de 1982 plantó bandera argentina en las Islas Malvinas, el destructor misilístico ARA Santísima Trinidad, será vendida como chatarra. Un golpe a la memoria y al corazón de los veteranos de guerra y de los trabajadores del Astillero Río Santiago (ARS), quienes desde hace largo tiempo iniciaron una campaña, que contó con múltiples adhesiones, para que les cedieran la histórica embarcación que desde el 2004 se pudría en la Base Naval de Puerto Belgrano -en Coronel Rosales-, a fin de acondicionarla y convertirla en un museo de “referencia permanente a la gesta de Malvinas”.
“Esto es producto de la desidia de las autoridades gubernamentales y militares”, sentenció, en diálogo con 90lineas.com, el veterano de guerra y trabajador del ARS, Raúl Oroe.
Pese a la campaña que desde 2016 venían llevando adelante “los centros de veteranos de guerra, el Museo (de Ciencia y Técnica Naval) del Astillero y los muchachos de ATE (Asociación de Trabajadores del Estado), recientemente hemos recibido este golpe”, añadió Raúl, ex mecánico de helicópteros de la Armada y miembro de la Comisión de Homenaje a los Héroes de Malvinas del ARS, en referencia al reciente decreto Nº 1.017 del 17 de diciembre pasado, por el cual el ministerio de Defensa declaró “en desuso” al ARA Santísima Trinidad y se dispuso “su enajenación”, con posible destino de venta para chatarra, lamentaron en el Museo.
Buque insignia
La nave tiene una fuerte carga histórica. Y por varios motivos. En primer lugar, como se dijo, fue el buque insignia de la flota de mar que el 28 de marzo de 1982, a las 10:57, partió hacia las Islas Malvinas desde Puerto Belgrano, la base naval ubicada a 49 kilómetros de Bahía Blanca.
“Por lo general, el buque insignia es un portaviones. Pero esa vez se eligió al destructor ARA Santísima Trinidad”, contó Raúl Oroe, quien durante la guerra de Malvinas prestó servicios como mecánico de helicópteros en el portaviones Veinticinco de Mayo.
“Pero luego, hasta su última navegación operativa (en junio de 1989), trabajé mucho a bordo del Trinidad. Para mí, ese buque tiene una gran connotación histórica, al igual que para todos mis compañeros del Arma y del Astillero”, apuntó con indisimulable pesar.
Producción y trabajo argentinos
Así las cosas, Oroe dejó la puerta abierta para entrar a la historia nacional y regional del buque insignia de 1982. Mientras que el ARA Veinticinco de Mayo sirvió en la marina neerlandesa y británica y el ARA Hércules fue construido en Inglaterra, el Santísima Trinidad nació en las gradas del Astillero Río Santiago. Es un auténtico producto de las manos de los trabajadores del ARS.
Más aún, en el Astillero ubicado en Ensenada “se esperaba que el armado del Santísima Trinidad fuese el punto de despegue de la construcción naval argentina. (Se contaba con el permiso británico para copiar el modelo del destructor misilístico Clase 42) y se trabajaba en el buque para convertirlo en un hito de la industria naval local”, realzaron en el ARS, para recordar que el destructor misilístico comenzó a fabricarse el 10 de abril de 1972, que la colocación de su quilla fue el 11 de octubre de ese año, y que su botadura se llevó a cabo el 12 de noviembre de 1974.
Aquí abrimos un paréntesis para destacar el valor de que el buque insignia de Malvinas fuera construido en el país.
Oroe, quien se incorporó al ARS en 2014 luego de servir como mecánico en la Armada durante toda su vida, resaltó que el Veinticinco de Mayo y el Hércules eran comprados.
El primero fue un portaviones que sirvió en la Marina Real Británica desde 1945 hasta 1949 bajo el nombre de HMS Venerable; en la Armada Real de los Países Bajos desde 1949 hasta 1969 (HRMS Karel Doorman), y desde ese año en la Armada nacional hasta 1997.
Vale decir que la sigla ARA -popularizada cuando se produjo el luctuoso evento del submarino ARA San Juan- significa Armada de la República Argentina. En tanto que en la Armada Británica se utiliza, como se puede observar, la sigla HMS, por Her Majesty Ship (podría traducirse como ‘el buque de su majestad’, en referencia a la monarquía de esa nación).
Finalmente, el ARA Hércules se construyó muy lejos de nuestro país. Fue armado en los astilleros de la ciudad de Barrow-in-Furness -en el noroeste de Inglaterra- a la par del HMS Sheffield, que años después, paradójicamente, fue hundido en la Guerra de las Malvinas. “Al Hércules y al Sheffield se los conocía como los gemelos”, contó Raúl Oroe.
Atentado: falso montonero y carapintadas
Como si le faltaran “batallas”, el Santísima Trinidad sufrió un atentado en 1975, un año después de salir de gradas.
El lamentable hecho fue obra de un buzo táctico -“infiltrado en la organización guerrillera Montoneros”- que a fines de los ’80 y en 1990 participó activamente en las sublevaciones carapintadas contra los gobiernos democráticos de Raúl Alfonsín y de Carlos Menem (así conocidas porque los participantes se pintaban el rostro como los soldados en una guerra).
En el Museo del ARS relataron que en la madrugada del 22 de agosto de 1975 se produjo un atentado explosivo contra el Santísima Trinidad.
Minutos antes -describieron-, el sacerdote de la Iglesia de La Merced de Ensenada, situada muy cerca del Astillero, llamó a la Comisaría Primera de la ciudad ribereña y relató al oficial de turno que “cerca de las cuatro de la madrugada se despertó” porque alguien llamaba en forma insistente desde la calle. Cuando se dirigió hacia la salida vio que “habían pasado un sobre por debajo de la puerta”, se asomó y observó que “un hombre delgado se alejaba con prisa del lugar”.
Dentro del sobre había una nota, bastante inverosímil para pasar por un comunicado de una organización guerrillera. Estaba redactada como una carta: “Ciudad Eva Perón (como se rebautizó a La Plata entre 1952 y 1955), 22 de agosto de 1975. (Al) Cura Párroco Iglesia Don Bosco (en rigor, la parroquia Nuestra Señora de la Merced se encuentra en la calle Don Bosco). La organización política-militar Montoneros le informa que han sido dinamitados los talleres y buques de los Astilleros (sic) Río Santiago”.
Luego había una advertencia un tanto tardía si -como decía el párrafo anterior- todo ya había sido dinamitado. “El objetivo de esta información es a efectos de que usted dé aviso inmediatamente al personal para que se proceda a la evacuación de talleres y buques. Es un caso de vida o muerte y la organización Montoneros evalúa que esta información lo hace responsable del aviso inmediato y urgente. Perón o muerte. Viva la patria. Hasta la victoria, mi General”.
A media mañana de aquel 22 de agosto “alguien que se identificó como integrante del mismo grupo armado llamó al diario La Gaceta para reafirmar que el hecho había sido perpetrado por la organización Montoneros”.
En rigor, fue ejecutado “por el buzo táctico Maximiliano Nicoletti, infiltrado en Montoneros desde el año 1970”, aclararon en el Museo del ARS.
Tiempo después, como instructor de buceo del cuerpo Albatros de la Prefectura Naval, el sujeto en cuestión “tuvo una participación protagónica en los alzamientos carapintadas liderados por Mohamed Alí Seineldín”.
“El rastro de este siniestro personaje se pierde cuando cae la superbanda que el 28 de febrero de 1994 asaltó un camión de caudales, llevándose un botín de 1.800.000 dólares. Nicoletti, jefe de la banda, fue el único que pudo evitar las detenciones de la policía bonaerense”. “¿Casualmente?”, se preguntaron en el ARS.
Volviendo a mediados de los ’70, vale decir que tras el atentado que sufrió el Santísima Trinidad, el buque fue reparado por los trabajadores del Astillero y entregado definitivamente a la Armada Argentina el día 6 de noviembre de 1980 “superando las especificaciones y requerimientos de diseño solicitados”.
Al finalizar la guerra, el Santísima Trinidad “custodió el regreso de los patriotas argentinos al continente. Entre ellos, varios egresados de la ETARS (Escuela Técnica del Astillero Río Santiago) y trabajadores de la empresa como Vicente Bruno, Gabriel Olavarría, Tomás Zóccaro y Roberto Coria, hoy jubilados”.
Raúl Oroe contó que fue a Malvinas a los 22 años. “Trabajaba como mecánico helicopterista de la primera escuadrilla aeronaval de helicópteros, con asiento en la Base Naval Comandante Tomás Espora de Bahía Blanca”.
“La Armada tiene la posibilidad de contar con las tres fuerzas a la vez: la Infantería de Marina (equivalente al ejército), los buques de guerra (marina) y la aviación naval (aeronáutica)”, describió, para indicar que “había tres tipos de helicópteros. Los Sea King (rey del mar, en inglés), los Sea Lynx (lince marino) y los Aloutte (alondra, en francés). Con estos últimos trabajaba yo en el ARA Veinticinco de Mayo”.
Como luego de la guerra Raúl estuvo años en el Santísima Trinidad, reveló que “para un marino o trabajador de la Armada, un buque es su segunda casa. Genera sentido de pertenencia. Y nuestra nave insignia tenía un valor enorme, tanto para los marinos como para los trabajadores del Astillero, que lo construyeron entre 1972 y 1974. Por ello es increible que no nos hayan permitido rescatarlo y refaccionarlo como un museo malvinense”, disparó.
Irradiado en diciembre de 2004 (se abandona su mantenimiento hasta que se hunde), quedó amarrado en la Base Naval Puerto Belgrano. Oroe relató que “como molestaba, fue llevado al puerto (comercial) Rosales”.
“En 2014, la Armada Argentina comenzó el proceso para reflotarlo y, después de distintas maniobras del Servicio de Salvamento y Buceo de la fuerza, a mediados de diciembre de 2015 el buque fue enderezado y volvió a flote”, puntualizaron en el Museo del ARS.
Como se indicó, se empezaron a juntar firmas -cientos y cientos- y se realizaron gestiones importantes, por las cuales se logró que “la Cámara de Senadores diera media sanción a un proyecto de ley declarando al ARA Santísima Trinidad ‘Patrimonio Histórico Nacional’. Así, en 2016 se buscó que la Cámara de Diputados sancione la ley que lo declarara buque museo”.
No hubo caso. El patrimonio (arquitectónico, cultural, natural) no es materia de interés en el país. Ni en la Provincia. Ni en nuestra región. Sobran ejemplos. Y ahora se suma uno más.
¿La causa? Como dijo Oroe, “la desidia total de las autoridades gubernamentales y militares. Ni siquiera se le permitió el honroso final de ser hundido por fuego, sirviendo de blanco en un último servicio a su Arma, su Bandera y su Nación”, concluyó.