Cincuenta y siete senadores, incluidos siete republicanos, votaron a favor de condenar a Trump, pero 43 votaron en contra y como se necesitaban 67 votos, porque se requería una mayoría de dos tercios, el procedimiento fracasó. Y el resultado dejó un gusto a poco o una excusa legislativa al mejor estilo de Hollywood, para que pese a la gravedad de los hechos, nada cambie.
Los siete republicanos que votaron a favor en el veredicto fueron Bill Cassidy (Luisiana), Susan Collins (Maine), Richard Burr (Virginia), Lisa Murkowski (Alaska), Mitt Romney (Utah), Ben Sasse (Nebraska) y Pat Toomey (Pensilvania), informó la agencia Europa Press.
Con esta absolución, Trump queda habilitado para disputar la candidatura presidencial del Partido Republicano para los comicios de 2024. Un fallo en contra lo hubiera excluido de esa posibilidad.
El ex presidente estaba acusado por el cargo de «incitación a la insurrección» por la toma del Capitolio que dejó cinco muertos y constituyó un hecho de inusitada violencia institucional en la historia política estadounidense.
El juicio abrió una seria grieta en el Partido Republicano entre conservadores y populistas, proclives a Trump. Algunos republicanos se unieron a los demócratas y pidieron una breve prolongación del proceso con el llamado de testigos, que debilitarían la ya endeble posición del ex mandatario.
También se apuntó a incluir entre las pruebas del caso un testimonio escrito que demuestra que el expresidente actuó con gran pasividad aquella aciaga jornada del 6 de enero cuando una turba saqueó el Capitolio y murieron siete personas.
Para sorpresa de todos, tras la votación, el líder republicano Mitch McConnell tomó la palabra para decir que “no hay ninguna duda de que Trump es, moralmente y de facto, responsable” por los hechos y no tomó medidas para “restaurar el orden”. “Estuvo viendo alegremente la televisión mientras el caos se imponía” pero en su opinión juzgarle ahora era contrario a la Constitución, de ahí su voto absolutorio, defendió en un impresionante ejercicio de pragmatismo político.
Todo apuntaba a que el expresidente sería absuelto. Pero al comienzo de su quinta y última jornada, el proceso dio un vuelco inesperado: el Senado aprobó por 55 votos a favor y 45 en contra la petición de la acusación de llamar a declarar a testigos.
La citación abría la puerta a una discusión más profunda sobre la actitud de Trump ante el asalto al Capitolio, una insurrección que se le acusa de haber incitado y alentado. La noticia tomó por sorpresa a todos los senadores, incluidos a los demócratas. No se esperaba que los fiscales –nueve congresistas designados por la Cámara baja, que inició el proceso– anunciaran a última hora que querían interrogar a la congresista republicana Jaime Herrera Beutler.
Y luego de una larga pulseada afloja entre la acusación y la defensa sobre hasta qué punto Trump sabía que los legisladores corrían peligro y el sentido de sus mensajes, Herrera Beutler había publicado un comunicado que en el que se reafirmaba sus declaraciones sobre la conversación entre su jefe de filas, Kevin McCarthy, y Trump en pleno ataque. El expresidente, sostiene, se puso del lado de los asaltantes.
Los abogados de Trump y los republicanos se lo tomaron como una declaración de guerra. Despreciaron por “irrelevante” lo que hubiera dicho tras el ataque y amenazaron con llamar a “cientos” de testigos, entre ellos la vicepresidenta Kamala Harris y Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara Baja, para interrogarla sobre la falta de medidas de seguridad en el edificio. La ultraderechista Marjorie Greene se refirió a su compañera de filas Herrera Buetler como una marioneta de los demócratas y alertó de “75 millones de seguidores” de Trump los vigilan.
Y cuando el proceso amenazaba con alargarse días o semanas más allá de lo previsto, lo que habría complicado el plan del presidente Joe Biden de negociar un nuevo plan de rescate con el Senado.
Así, tras varias horas de discusiones internas, la jornada dio otro volantazo. La acusación renunció a sus planes y pactó con la defensa limitarse a incluir como prueba la declaración escrita de Herrera Buetler, en lugar de llamarla a declarar. Los abogados de Trump tampoco citarían a ningún testigo. Y así, después de tener tres horas al Senado en una montaña rusa, las partes pasaron a hacer sus alegatos finales.