“Me temo que mientras nosotros, los progresistas de clase media, finalmente nos acercamos al peronismo, los que se van yendo son los trabajadores” (“Garchar no garpa”, Roberto Tito Cossa, El Cohete a la Luna, 21 de noviembre de 2021)
La reflexión con la cual Roberto Tito Cossa, uno de los dramaturgos más importantes de la historia del teatro argentino, actor teatral y periodista, cerró su artículo titulado Garchar no garpa, publicado en El Cohete a la Luna el domingo 21 de noviembre último, encierra quizás el nodo del debate que hoy atraviesa al movimiento social y político que nació hace 76 años, al calor de una multitudinaria y a la postre histórica manifestación popular en la Plaza de Mayo para pedir la libertad de Juan D. Perón.
El mismo Tito Cossa, en otro artículo publicado en ese medio el 18 de julio, casi dos meses antes de las catastróficas PASO (para el peronismo) del 12 de septiembre, arrancó -desde el título- confesando “Yo fui gorila”, contando que recién con Néstor Kirchner y Cristina Fernández “por primera vez” sintió que había un gobierno que lo representaba, y admitiendo: “Cuando escucho a los gorilas de este tiempo, cada vez más apoyo al actual gobierno”. Para rematar con la frase “Cheee… ¿no me estaré haciendo peronista después de 76 años?”.
Pero más allá de la risa o sonrisa que arranca Tito Cossa con esas frases y con su súper descontracturada forma de escribir, lo que dijo el 18 de julio se puede (o debe) relacionar con aquella reflexión final en su nota del 21N (“Me temo que mientras nosotros, los progresistas de clase media, finalmente nos acercamos al peronismo, los que se van yendo son los trabajadores”) y con otra donde describió que “las bases peronistas siempre fueron coherentes en el plano político, pero bastante conservadoras en lo cultural”.
Y aquí entra con bombos y platillos la ultraperonista, militante social, y una de las cabezas más lúcidas del peronismo actual, Mayra Arena, con su hipercrítica nota postPASO (sin cargos ejecutivos ni legislativos por decisión personal, aunque se los han ofrecido… ¡Y cuántas Mayras Arenas que le faltarían hoy al peronismo!).
Antes, una digresión. El sentimiento de sentirse representado políticamente por primera vez que tuvo Tito Cossa desde Néstor Kirchner y Cristina Fernández, y aquello de volcarse más en favor del gobierno actual cada vez que hablan “los gorilas de este tiempo”, es algo que le ocurrió y ocurre a muchísima gente.
Es muy común escuchar a ex no peronistas o incluso filoantiperonistas (el anti-anti es para toda la vida) pronunciar frases no iguales pero similares a las de Cossa. La más común: “Me hice peronista o kirchnerista por Macri”.
Ahora bien, ¿es lo mismo ser kirchnerista que ser peronista? No. Un gran amigo, científico él, militante comprometido y activo, una vez, en una reunión de amigos -valga la redundancia-, dijo alto y claro: “Yo soy kirchnerista, no soy peronista”.
Y lo cierto es que Néstor Kirchner y Cristina Fernández ampliaron el peronismo (y ellos sí que fueron y es, en el caso de la ex presidenta y actual vice, bien peronistas) a sectores históricamente no peronistas e incluso, vale repetirlo, filoanti: del mundo de la cultura, del mundo académico, del mundo de la ciencia, del “universo” de los “progresistas de clase media”, a decir de Tito Cossa. Y todos ellos no son peronistas. Al menos no en su inmensa mayoría. ¿Está mal? En absoluto. Pero, ¿y los trabajadores? ¿los descamisados de Evita? ¿los cabecitas negras? ¿los pobres, los desclasados? … En síntesis, quienes conforman la base social histórica del peronismo y su columna vertebral, ¿están todos? He allí el quid de la cuestión (la esencia del asunto).
Y ahora sí. Mayra Arena. Con su franqueza impagable. Con su claridad meridiana. Con su experiencia de vida a cuestas que obtura casi todo retruque de los más nuevitos “progresistas de clase media”.
Mayra es tan directa que suele pegar en la línea de flotación de los progresistas y de los feminismos (siendo ella una vehemente feminista).
Cuatro días después de las PASO, la militante de barrios vulnerados (que no es lo mismo que vulnerables), quien se define en su cuenta de Instagram como “Enferma de amor por mi país. Laburante, estudiante. Soberanía Política, Independencia Económica y Justicia Social”, firmó un extenso artículo en Infobae titulado “Derrota electoral del Gobierno: no conciben que un pobre no los banque ideológicamente”.
En la nota, fechada el 16 de septiembre, mismo día en que Cristina Fernández dio a conocer su famosa carta pública acerca de las PASO que pateó el tablero político (sobre la que ahondaremos más adelante), Mayra Arena dijo que “la crisis de representación que existe en los barrios quedó evidenciada en las elecciones (y) despertó la ira de muchos compañeros que tratan de ‘ingratos’ a los que menos tienen. Esta irracionalidad de creer que los pobres te deben algo, ya sea simpatía política, el voto o lo que fuera, ha mostrado las hilachas de quienes creen que el pobre es sólo estómago o sólo bolsillo: no conciben que un pobre no los banque ideológicamente”.
En la nota que 90lineas.com publicó luego de las primarias, titulada Sobra progresismo, falta peronismo (15/9/2021), dijimos: “En la década de 1940, los pobres de la Argentina no se convirtieron en fervientes peronistas por la sonrisa de Perón y la belleza de Evita, sino porque el peronismo los sacó de la pobreza (…) Si yo (hoy) vivo en la periferia con todas las carencias que ello implica, y vos no creaste oportunidades de trabajo y, por lógica, me veo privado de un salario que me posibilite llevar buena comida a mi casa todos los días, que mis hijos no tengan que ir a un comedor, que vistan bien y vayan a la escuela, ¿por qué motivo tengo que ser peronista?”.
Pero en aquella nota del 16S, Mayra Arena en un párrafo va al hueso y reflexiona con algo que entronca a la perfección (a nuestro entender) con los progresistas de clase media que se acercan al peronismo de Tito Cossa; con el sobra progresismo, falta peronismo; con el “porteñocentrismo” que sobró en el FdT que cayó al segundo subsuelo en las PASO de Juan Grabois.
Disparó Mayra: “No podemos ser tan infantiles de echarle toda la culpa al ‘voto bronca’ porque las cosas nunca suelen ser tan simples por estos pagos. Suele verse que el político hable con el corazón y el laburante le responda con el bolsillo; ahora pasó que ni siquiera sintió que le hablaran a él. ¿A cuántos incluís cada vez que decís todes y a cuántos dejás afuera? Si no se habla el mismo idioma, difícil que surja una identificación. El precio de sentirse inclusivo se paga caro: dejás afuera a muchos que todavía no resolvieron demasiados quilombos como para seguirte el tren. No me terminó de cerrar el feminismo y ya me estabas corriendo con la movida no binarie”.
El mismo 16S, Cristina Fernández escribió la famosa carta que ilusionó al vasto universo antiperonista con una fractura y posterior diáspora, donde señaló sin pelos en la lengua, es decir, fiel a su estilo: “El domingo 12 de septiembre de este año el peronismo sufrió una derrota electoral en elecciones legislativas sin precedentes (…) Más grave aún: en la provincia de Buenos Aires, termómetro inexcusable de la temperatura social y económica de nuestro país, el domingo pasado nos abandonaron 440.172 votos de aquellos que obtuvo Unidad Ciudadana en el año 2017 (…) con el peronismo dividido, sin gobierno nacional ni provincial que apoyara y con el gobierno de Mauricio Macri y su mesa judicial persiguiendo y encarcelando a ex funcionarios y dueños de medios opositores a diestra y siniestra”.
La peor derrota desde el 17 de octubre de 1945, o sea.
Y lo dijo quien hizo el armado que permitió reunir a (casi) todo el peronismo en el FdT y ganarle a la derecha/ultraderecha en 2019, evitando así una caída al quinto subsuelo, que no está descartada a partir de 2023. ¿Por qué? Porque para entonces el frentetodismo tiene que recuperar a nivel nacional entre ¡14 y 15 puntos porcentuales! respecto del 2019.
En su última carta, la del sábado 27 de noviembre, donde les puso los puntos a la oposición político-mediática sobre su postura ante la deuda con el FMI, la ex presidenta volvió a recordar, por si hiciera falta a quienes pudiesen haber quedado pasados de rosca con el formidable acto del Día de la Militancia, que “a partir del 10 de diciembre de este año y por primera vez desde 1983, con el advenimiento de la democracia, el peronismo no tendrá quórum propio en la Cámara de Senadores de la Nación”.
Por primera vez desde el retorno de la democracia.
O sea que, el peronismo, ya sin un líder indiscutido que diga “si yo muero, el liderazgo del movimiento será ocupado por John William Cooke”, como dejó en claro Perón hacia 1957, debería: 1) Institucionalizar el Frente de Todos (algo que mucho se declama pero poco se practica); 2) Ello implica conformar una Mesa de Conducción donde estén representadas las principales corrientes de la coalición (el otro día, una analista política -y no de la contra- sugería en radio que ello era inviable porque en el FdT hay sectores muy poderosos y partidos pequeñitos… A ver, que Carlos Heller y su Partido Solidario no van a pretender contar con un voto en esa eventual mesa como lo tendría una también eventual Liga de Gobernadores); 3) Reconfirmar, desde ahora, que en 2023 habrá PASO para determinar todas las candidaturas, desde presidente hasta consejeros escolares incluyendo una supuesta intención de reelección por parte de Alberto Fernández; 4) Plantarse con “más fuerza” ante los sectores del poder, como pidieron todos y todas quienes fueron a la plaza del 17N, porque para eso nació en peronismo hace 76 años (y a quienes no lo entiendan les pasarán factura); 5) Re-seducir, convertir en protagonistas de las principales decisiones y en beneficiarios centrales del crecimiento económico a tasas chinas que está encabezando el nunca lo suficientemente ponderado Martín Guzmán, a los sectores vulnerados, vulnerables y a los trabajadores… Ah, y decirles a los progresistas de clase media que se acercaron al peronismo espantados por el macrismo que, como dijo una vez Antonio Cafiero, “al peronismo se lo asume todo o no se lo asume”… Aclarado eso, sean todos y todas bienvenidos al tren, como peronistas o como lo que fuese, que la derecha/ultraderecha está muy pero muy brava en Europa, en EEUU, en América Latina, en Sudamérica, en Argentina y en el Barrio.
¿Siempre se habla de “ponernos de acuerdo en 5 ó 6 puntos no? Bueno, ahí hay cinco. Pa’empezar no está mal.
A remontar se ha dicho: