El cumplirse 40 años de la gesta de Malvinas es pensar una tragedia que nuestro pueblo sigue viviendo, y quizás la causa que más nos unifica, una lucha que logra darnos unos instantes como nación. Pero hubo alguna vez una generación de jóvenes que tuvo que marchar al sur para defender nuestra bandera, y es el camino hacia ese lugar que narra la película de 1984 Los chicos de la guerra del director Bebe Kamin.
La cinta narra la historia de tres combatientes y como eran sus vidas antes de la guerra, el film busca mostrar cómo jóvenes de distintas clases sociales se encuentran un día ante una situación totalmente dantesca. El mostrar aquel camino es ver una sociedad militarizada, que fue escalando en un nivel de violencia que tiene su climax en un conflicto armado contra una potencia extranjera.
De este modo, tenemos una cinta que piensa a Malvinas como el punto máximo de violencia que implicó el terrorismo de Estado durante la Dictadura, como la muestra máxima de desprecio de un régimen militar por nuestro pueblo. Los personajes de la obra están permanentemente bajo una violencia sistémica, que logra mostrar cómo la guerra fue un capítulo más de un proceso mayor.
Por otra parte, la cinta se detiene en los distintos estratos sociales y cómo vivieron la represión de la dictadura, algunos padeciendo la violencia sistémica mientras otros miraron a otra parte, cuando no siendo cómplices. De esta forma, podemos pensar a la década del 70 como un proceso de lucha colectiva cortado de tajo y que para sostenerlo se buscó la alienación colectiva, utilizando el fútbol en primer lugar, y la lucha de una causa justa luego.
La cinta busca pensar si Malvinas fue el punto final de un proceso en Argentina, hablando desde el futuro siento que no fue un cierre, pero si el comienzo del final de un país donde el Partido Militar era el brazo ejecutor de una minoría poderosa. Obviamente que, como todo lo que vale la pena, la democracia argentina costó sangre y vidas, Hubo una generación que sufrió hasta el límite por vivir en Estado de Derecho y lo logró ¿será el desafío de la nueva generación vivir esa libertad en un suelo donde todos tengan para comer? Definitivamente el futuro revelará esa duda.